No existe aspirante a escritor o escritor novel que no se haya hecho la pregunta del millón: ¿cómo escribir un libro exitoso? Y es lógico, ya que, a la hora de encarar un proyecto narrativo, sea de cuentos o de novela, hay tantas variables a tener en cuenta que parece una tarea abrumadora. Por ejemplo, si debemos tener el proyecto íntegro en nuestra cabeza, si lo mejor es ir «tanteando» el terreno para ver «qué sale», si primero debemos pensar en publicar un libro o enviarlo a un concurso… En fin, son tantas las preguntas sobre cómo escribir un libro exitoso que parecen infinitas.
Más allá de cuál sea la respuesta, preguntarnos cómo escribir un libro exitoso implica que sabemos de antemano que es una tarea que supone un cierto nivel de planificación, audacia y paciencia.
En este artículo, vamos a intentar formular una suerte de decálogo o guía para aquellos que desean escribir un libro exitoso y no saben por dónde empezar.
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Una ley universal para toda tarea compleja: planificar tu novela, aunque sea de forma provisoria. Esta acción implica que debes coger papel y lápiz, y pasar por escrito, en forma de anotaciones, memorias o escritos más complejos, las ideas que deseas desarrollar. No hace falta que tengas toda la historia en la cabeza y la pases al papel; simplemente, guarda los puntos cruciales de la historia que deseas escribir. Si logras determinar aquellos elementos centrales de tu historia, todo será un poco más fácil de ahí en adelante. Por ejemplo, si tienes en mente una novela policiaca cuyo elemento principal es el tráfico de personas, céntrate en lo que deseas contar:
Como es lógico, este es solo un bosquejo muy elemental para que te vayas metiendo en el tema y logres acotar en tu cabeza los elementos que se irán desarrollando. Pueden y deben cambiar mil veces, pero también es bueno que te centres un poco en ello y «trabajes» sobre esos planos. Este punto está ligado, naturalmente, al concepto de documentación que explicaremos a continuación.
Si ya cuentas con un boceto y una idea general de la historia, es el momento de documentarse. Técnicamente hablando, la etapa de documentación está implícita en la planificación, puesto que absorber elementos documentales conlleva, además, hacer mil anotaciones sobre elementos que hayas visto o vivido de forma cotidiana. No hay que confundir la documentación con la visión del hombre solitario entrando a una biblioteca y ojeando libros. Eso es una caricatura más cercana a una mala película.
En términos narrativos, documentarse significa «estar despierto y con la novela en tu cabeza todo el tiempo». Por ejemplo, si estás viendo la televisión y ponen un documental sobre personas que pesan más 300 kilos donde explican todos los pormenores de esa vida, esto puede ser una idea para componer uno de los personajes de tu novela. Escribir un libro implica, sobre todo, saber readaptar la vida cotidiana a contexto exóticos (ya hablaremos de esto más adelante).
Aunque también supone copiar frases de otros libros que te ayuden a pensar, a formular la psicología de un personaje, a escribir escenas complejas, etcétera.
Por ello, esta suele ser la etapa más larga y más interesante de todo el proceso de escritura de un libro exitoso, ya que convivimos con nuestra historia cada segundo y suponemos que todo lo que consumimos es susceptible de ser usado.
Por supuesto, la documentación tiene un elemento central por encima de todas las cosas: leer, leer mucho, de forma compulsiva y metódica. De este punto, hablaremos a continuación.
Hay miles de relatos y confesiones de escritores reconocidos que declaran que, para escribir tal novela, se inspiraron en otro autor o estaban leyendo, en ese momento, a ese otro escritor. Esta es una ley universal verdadera para todo escritor: leer en todo el proceso creativo. Quien no lea o manifieste que, mientras escribe, prefiere «aislarse», hay que tomarlo con pinzas.
Es posible que, durante el proceso de escritura pura y dura, cuando ya está todo cocinado, ciertos escritores prefieran no someterse a otras lecturas para no contaminarse. No soy muy partidario de esa metodología, pero hasta cierto punto es comprensible.
Más allá de eso, leer es un proceso consciente y metódico. Es decir, durante la etapa de planificación y documentación de un libro, debemos leer aquello que nos une directamente con nuestra historia. Por tanto, siguiendo con el ejemplo del primer punto, deberás leer:
Esto supone que deberás leer material periodístico, documentos judiciales, experiencias personales de afectados, etc., pero también novelas del género. Aunque tu historia sea completamente original, siempre puedes encontrar novelas que tratan el tema de forma tangencial o aproximada.
Documentarse en el género también implica que vamos a explorar las formas de tratar una historia y de contarla. No tiene sentido escribir sobre elementos que otros ya han contado ni suponer que la forma de narrar nuestra historia es única cuando ya se han hecho otros libros. Documentarse supone, como dije, la labor más importante a la hora de escribir un libro y debes hacerlo con tiempo, sin ansiedad ni apuros. Debes tomar como punto de partida muchos elementos que compondrán tu historia: la voz del narrador, tipos de personajes, tramas y subtramas, etc. Y todos esos elementos están, casi siempre, en otros libros.
De eso hablaba Borges cuando decía que cada escritor, en un tiempo determinado y a la hora de ponerse a escribir, comete plagio, puesto que estamos determinados culturalmente por aquellos escritores que nos precedieron hasta llegar aquí.
Este punto viene de la mano del anterior, es decir, documentarnos sirve, entre otras cosas, para escapar de los estereotipos literarios (aquí te dejamos un artículo que habla del tema). Debes ser consciente de este punto, no puedes cometer errores al respecto. Si crees que, al hablar de una bibliotecaria, debes construir un personaje con gafapasta, aturdida y nerd, deja de escribir y vete al cine. Ya no hay espacio para eso. En nuestro caso, aún menos te puedes permitir elementos como:
Alejarte de los tópicos implica, por ejemplo, elaborar un personaje siniestro, pero que ama leer a Becket o que en su toma de decisiones la línea entre el Bien y el Mal sea compleja y moralmente discutible. Jamás escribas sobre personajes maniqueos porque, sencillamente, no existen. La vida es mucho más compleja que Hollywood. Una relación aproximada a la hora de escribir un libro sería evitar elementos como:
Por supuesto, son solo ejemplos, pero sirven para ilustrar relaciones ambiguas. Al emplear este tipo de situaciones, verás cómo tu novela se enriquece, se abren nuevos canales y aparecen nuevos personajes que mejorarán la historia.
Pero sobre todo, este tipo de técnicas sirven para cualquier género. Al fin y al cabo, escribir un libro es excitante sea cual sea el género. Si escribes una historia de amor, aplica estas mismas técnicas, que suponen escapar por completo a 50 sombras de Grey, y el lector notará la diferencia.
Comentábamos anteriormente que escribir un libro supone ir con el libro a todas partes. Esa idea, de naturaleza enfermiza, no es más que disciplina.
Pero debemos ser prudentes con el concepto de disciplina atado a todas las actividades de la vida. En relación a la pregunta que intentamos contestarnos, sobre cómo escribir un libro, no significa sentarse en un escritorio estilo imperio a escribir sí o sí, dos o tres horas al día. Sino que está conectado con la necesidad de comprender que hay que tomarse muy en serio el trabajo de escribir un libro.
La disciplina implica, entre otras cosas, ser implacable a lo hora de documentarte, ser constante en el momento de ponerte a leer algo que pueda ayudarte a escribir mejor, ser receptivo con todo aquello que puede formar parte del universo de tu libro.
Además, por supuesto, en caso de que tengas la documentación necesaria y la trama más o menos planteada, la disciplina consiste en escribir aunque sea algo cada día. No hay un mínimo de líneas ni una cantidad de páginas obligatoria (en definitiva, cada escritor tiene su método). Se trata, más bien, de que cada día te conectes con lo que has escrito el día anterior.
A veces, escribir un libro consiste en corregir o completar aquello que ya has escrito, redondear ideas, definir mejor un personaje o completar cierta documentación. La disciplina no es otra cosa que ser constante y crítico con el trabajo que estamos desarrollando. Al respecto, te damos algunos consejos de actitudes que suelen romper la disciplina a la hora de escribir:
Independientemente de si domines o no las técnicas de a escritura creativa, muchas veces, en medio de un proceso creativo como lo es escribir un libro, es bueno realizar un taller de escritura para contar con opiniones externas que te vayan guiando a tráves del proceso.
La ventaja de estos talleres es que, en la mayoría, los participantes leen sus manuscritos en las clases. De esta manera, puedes enfocar dichas clases a leer en público los capítulos que vayas escribiendo, a modo de un libro por entregas. Esta técnica tiene tres ventajas:
Naturalmente, además de esto, contararás con un profesional que podrás utilizar como fuente de documentación, puesto que los docentes (si son buenos) te asesorarán en qué tipo de lectura realizar en cada momento. Por ejemplo, si estás trabajando en la psique de un personaje perturbado y solitario, leer El Tunel, de Ernesto Sábato, puede ser un ayuda formidable, pero resulta que hay muchas más obras que uno no conoce y un profesional de las letras sí.
La escritura de un libro, en infinidad de ocasiones, funciona como la búsqueda de oro: encuentras una veta donde menos te lo esperas. Por eso, independientemente de la planificación, es muy posible que en medio del proceso de escritura, de forma voluntaria o no, halles una veta que «te pida» seguir. Hazle caso, confiar en el instinto de uno mismo también forma parte de escribir un libro.
Es muy posible que esta veta te lleve a más oro (volumen de la historia) o a un pozo de niquel sin valor, pero lo importante es avanzar. Luego habrá tiempo, en susecivas reescrituras y correcciones, de ponerse a pensar si el hallazgo carece o no de valor.
Este tipo de proceso se puede dar de varias formas:
Sea cual sea la forma de esa veta, si realmente es fuerte y sientes que necesitas seguir por ahí (aunque se aleje de la historia principal), avanza todo lo que puedas. Ya habrá tiempo de analizar qué hacer con ello.
Como si de un bizcocho se tratara, una vez que tienes el libro «terminado» (es decir, cuando ya has acabado la historia y la has corregido), guárdalo y no lo leas en, por lo menos, tres meses. Este paso es fundamental y obligatorio, ya que toda buena fabricación necesita reposo. El reposo nos permite volver a la vida real. Quítate el libro de la cabeza, como si nunca hubieras escrito un libro. Debes desintoxicarte, llevas mucho tiempo casado con ella y es muy fácil perder la perspectiva y perder el ángulo crítico.
Pasados, como mínimo, esos tres meses, imprímela íntegra y ponte a leer tranquilamente, nada de pasar páginas rápido con ansiedad. Debes leer y disfrutar, como si fueras un lector anónimo. Te resultará muy raro todo porque comprenderás que habías perdido de vista ciertas escenas, capítulos y pasajes. Pero ese «olvido» es la mejor herramienta para saber si lo escrito vale realmente la pena o hay que devolverlo al horno.
No solo encontrarás errores nuevos que se te pasaron en su momento, sino que, con la cabeza fresca, serás tu mejor crítico. Esta es una etapa fundamental en todo proceso de escribir un libro, puesto que, de esta lectura y del tiempo de descanso, saldrá la conclusión final sobre cómo avanzar.
Continuando con la etapa anterior, otra de las características de la etapa de descanso es cortar de cuajo la hipercorrección. Incluyo en este punto la noción de corrección de un libro, con la cual hay que tener muchísimo cuidado. Decía Bioy Casares que «publicamos libros para no seguir corrigiendo». La frase habla de la noción de histeria en la que suele convertirse la corrección de una novela y hasta qué punto podemos llegar.
Esta hipercorrección no siempre es buena y, en muchos casos, se eterniza el libro y no produce nada bueno. Todo libro debe ser corregido tantas veces como sea necesario, pero, si este proceso se extiende demasiado (digamos, meses y años), es posible que sea un indicador de que el libro no funciona.
Así que debes ser muy crítico y serio al respecto, y aceptar cuándo la etapa de corrección se está conviertiendo en una mala hipercorrección.
Este es casi el punto final de nuestro libro. Ojo: no te apures. Pedir un informe literario o una análisis crítico sobre nuestro libro es un paso muy importante y, hasta cierto punto, peligroso si lo pides antes de tiempo.
Con esto quiero recalcar que un informe a un profesional es un paso absolutamente obligatorio. Estos informes suelen ser mucho más económicos de lo que la gente cree y, si están bien realizados, aportan un caudal de información descomunal para mejorar nuestro libro o saber que ha llegado a su fin.
Un análisis e informe literario serio debe incluir una serie de información tal como:
Hay que aclarar que, en la actualidad, en el mercado de servicios editoriales, tanto en España como América Latina, se brindan dos tipos de informe: un informe de lectura, cuya utilidad es meramente informativa y suele entregarse a las editoriales o agentes editoriales cuando se desea publicar un libro (allí simplemente se recogen aspectos superficiales); y un análisis de la obra. Este segundo es el tipo de informe que incluye los items antes mencionados y el único que te puede ayudar a mejorar.
Debes recibir el informe con tranquilidad. Muchas veces, es mejor una gran verdad que cualquier tipo de verdades a medias. El informe está elaborado para que mejores tu libro, no para perjudicarte. De modo que, si obtienes una baja calificación en un análisis profesional, ten paciencia, arremanga y ponte a cocinar una vez más. Nadie dijo que escribir un libro fuera fácil.
Lo dice la frase: «La corrección orotipográfica es obligatoria y la de estilo recomendable». Debes sacarte de la cabeza la idea de que tú puedes corregir tu libro. No, no puedes; por muy bueno y prolijo que seas, es una labor para un profesional.
Este es el punto final de nuestro libro: has mandando a un corrector tu libro porque ya lo has corregido tú y la editorial profesional te ha planteado una serie de mejores o puntos de vista que has tomado al pie de la letra. Corregir es lo último de lo último; una vez que asumes el reto, ya no debes volver a tocar (salvo extrema necesidad) tu libro.
En este punto, incluimos la necesidad de corrección de estilo, puesto que hay excelentes profesionales que mediante una corrección de estilo mejoran seriamente un libro. Adjunto un excelente artículo que explica en detalle para qué sirve una corrección de estilo.
Debes comprender que una corrección profesional es obligatoria: nada de lo que vayas a hacer de tu libro, sea intentar publicarlo o mandarlo a un concurso literario, importa realmente si el texto no está corregido. Hay una profunda y desagradable ignorancia al respecto, cierta idea de que lo que importa es el contenido y no la forma, y si mi libro está bien, ya lo corregirá una editorial o se hará al ganar un premio. Voy a decirlo de forma clara: NO, ESO NO OCURRIRÁ. Si entregas un texto a una editorial con errores groseros, dalo por perdido; del mismo modo que, si un cribador de concurso lee un texto lleno de errores, irá a parar a la basura. Así de simple es.
Quienes estamos en esto desde hace mucho tiempo sabemos perfectamente que una obra sin corregir jamás llegará a ningún lado.
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Soy de Colombia y estoy interesado en publicar un libro. Quisiera saber cuales son los costos.
Quiero presentar un libro de poco más de 5700 palabras a un concurso. Agradecería que me informaran acerca de como contactar con con quien pusiera hacerme la última orreccion.
Ups, todo eso y algo más, practico con mis libros. Lo único que verdaderamente no puedo hacer, es dárselo a leer a otros porque me cobran el favor y la corrección ortotipográfica, tampoco… dispongo de muy poco dinero. Pero lo que sí no dejo de hacer es leer y escribir, es mi maña, es mi gusto, es mi placer. Sé que llegará el día en que saque un buen premio y con él dos cosas: El principio de mi fama y dinero para así sí poder encargar a otros que me ayuden a mirar mis errores.
Acabo de escribir un libro y lo sometí a criterio de un docente de literatura. La crítica fué fuerte y hago las siguientes consideraciones:
1.- ¿Las reglas pueden lastimar e incluso impedir publicar?
2.- He publicado algunos capítulos y ha gustado mucho, incluso me han felicitado.
Estos dos aspectos me ponen en entredicho. ¿A quién oír?.
También hay profesores mediocres o aspectos emocionales que pudieran sesgar el concepto que va a emitir. No es tan en blanco y negro (a mi parecer). Si ha recibido felicitaciones por sus escritos, allí hay un ingrediente importante y es que la historia y la forma de escribirla, le llega al público. Yo acudiría a un segundo criterio literario.
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