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Una de las cosas que más preguntas genera en cursos de escritura creativa y talleres literarios es sobre los tipos de diálogos. Sin duda, se trata de uno de los elementos más importantes cuando construimos una historia con vista a editar un libro.
A través de los diálogos, conocemos a los personajes, nuevos datos y nos deslizamos con mayor facilidad por el relato.
Los diálogos son uno de los elementos fundamentales para hacer avanzar la trama y entender la historia sin perderse. Es importante asegurarse de que parte de la tensión dramática recaiga en ellos, que sean dinámicos y sumen al conjunto. Para ello, debemos evitar las divagaciones, los rodeos y el parloteo porque sí.
También descartamos las conversaciones repetitivas o banales que no provocan nada en el lector más allá de un bostezo. Responder con preguntas, emplear reacciones físicas en vez de verbales o aprender a valorar los silencios romperán con los usuales diálogos de pregunta-respuesta.
Toda historia se construye sobre una base creíble, verosímil. Las características del diálogo es cuando creas las reglas de tu universo, cada pieza del puzle tiene que trabajar en base a ello. De esta forma, aunque la literatura nos dé cierta licencia para usar tanto espacio como queramos, debemos pensar en cómo sería ese diálogo en la realidad, no sobre el papel.
Es decir, en la vida diaria, lo habitual es hablar con frases breves, interrumpir, ir al grano, omitir verbos…
Las conversaciones fluyen. Incluir intervenciones largas y complejas está bien, pero siempre y cuando no se convierta en un hábito.
Un buen truco para comprobar que nuestro diálogo no carece de verosimilitud es realizarlos en voz alta, o bien frente a un espejo o bien con algún amigo que, guión en mano, nos ayude a repasar la conversación.
Personalidad
Al diseñar un personaje, la importancia del diálogo es crucial. Puesto que no solo se define el color de sus ojos, de su pelo o su forma de vestir, también se le asigna una psicología y una personalidad. Esto debe plasmarse tanto en su forma de actuar y pensar como en su manera de hablar e interactuar.
Revela a través de los diálogos sus estados de ánimo, sus opiniones y sentimientos. Asigna a cada personaje un registro y expresiones acordes a su naturaleza, su edad y su carácter. Incluso atendiendo a su relevancia en la historia. Distingue unos personajes de otros.
Observa la realidad, estudia cómo habla la gente y toma notas. Eso sí, como te aconsejamos antes, huye de la información trivial; los «hola» y similares casi nunca son necesarios. Una buena idea sería, de ser posible, asignarle alguna «muletilla» o característica que lo haga único.
Dialectos e incorrecciones sí, pero sin abusar
En relación con el punto anterior, algunas veces debemos usar jergas, dialectos o incluso vulgarismos e incorrecciones según qué personaje intervenga o la situación que se esté desarrollando. Fuera miedos: todo está permitido siempre y cuando hagas un uso equilibrado de este tipo de palabras.
Por ejemplo, si constantemente el lector debe enfrentarse a diálogos cargados de dialectos u obscenidades, la historia acabará pasando desapercibida y el lector se centrará más en esas palabras. Por ello, si quieres incluir algún rasgo característico de este tipo, insertalo alguna que otra vez, no todo el rato, y hazlo siempre que esté justificado.
Leer entre líneas
Aunque el primer impulso sea contarlo todo a través de las palabras, las acciones y los gestos empleados en el momento oportuno pueden tener un valor enorme. La omisión de información, lo implícito, aquello que se deja caer entre líneas nos da la posibilidad de hacer nuestro relato más interesante.
Especialmente, cuando queremos colocar al lector en una situación de suspense haciendo que sepa menos que los personajes. Dosifica la información, deja que el relato respire.
Cuándo intervenir
En ocasiones, los «dijo» son elementos que pueden quitarse, porque se sobreentiende quién es el locutor. Lee y relee la conversación para comprobar si queda claro quién habla y economiza las intervenciones del narrador, sobre todo cuando los que mantienen una conversación son solo dos personajes.
Puedes establecer diálogos orales con otras personas, como en una obra de teatro, en voz alta para comprobar si funcionan o no.
Los tipos de diálogos deben ser oportunos y estar justificados
Una de las claves para usar bien los distintos tipos de diálogos, consiste en seleccionar correctamente los tramos de la historia que necesitan ser escenificados a través de él. Así trabajarán a favor de la historia y no serán mera paja con la que rellenar las páginas. Usa los tipos de diálogos con una finalidad, por una razón, para hacer progresar el relato y contar cosas interesantes mientras tienen lugar.
De la misma forma, debes pensar si tu diálogo aporta algo. Si consigues sustituirlo por una acción o un pensamiento, omitirse sin que eso afecte al desarrollo de tu historia, bórralo.
Al escribir una novela, los diálogos tienen que hacer el relato más fluido, no cansar al lector, así que procura que sean pertinentes. Y, si alguno de tus personajes tiene un discurso de mayor longitud, divídelo en partes y añade aportaciones de otros personajes, por ejemplo.
Puedes pensar en una sencilla regla general ➡️ «todo lo que puede decirse mediante un diálogo conviértelo en diálogo». La razón es sencilla: intentar limitar la intervención del narrador, algo que la escuela norteamericana ha explotado y desarrollado con maestría, para que la historia se cuente a través de sus protagonistas.
Siempre manteniendo el equilibro, aquello que puede ser explicado por un personaje, en lugar del narrador, aportará naturalidad y agilidad a nuestra obra.
Ejemplos de diálogos y formas de escribirlos
La correcta forma de escribir un diálogo y sus aspectos tipográficos, podrás encontrarlos en la RAE. Aquí copiamos un ejemplo perfecto de utilización de tipos de diálogos que contienen todos los elementos comentados arriba:
—Diga —dijo, manteniendo extendidos los dedos de la mano izquierda lejos de la bata de seda blanca, que era lo único que llevaba puesto, junto con las chinelas: los anillos estaban en el cuarto de baño.
—Su llamada a Nueva York, señora Glass —dijo la operadora.
—Gracias —contestó la chica, e hizo sitio en la mesita de noche para el cenicero.
A través del auricular llegó una voz de mujer:
—¿Muriel? ¿Eres tú?
La chica alejó un poco el auricular del oído.
—Sí, mamá. ¿Cómo estás? —dijo.
—He estado preocupadisima por ti. ¿Por qué no has llamado? ¿Estás bien?
—Traté de telefonear anoche y anteanoche. Los teléfonos aquí han…
—¿Estás bien, Muriel?
La chica separó un poco más el auricular de su oreja.
—Estoy perfectamente. Hace mucho calor. Este es el día más caluroso que ha habido en Florida desde…
—¿Por qué no has llamado antes? He estado tan preocupada…
—Mamá, querida, no me grites. Te oigo perfectamente —dijo la chica—. Anoche te llamé dos veces. Una vez justo después…
—Le dije a tu padre que seguramente llamarías anoche. Pero no, él tenía que… ¿estás bien, Muriel? Dime la verdad.
—Estoy perfectamente. Por favor, no me preguntes siempre lo mismo.
—¿Cuándo llegaron?
—No sé… el miércoles, de madrugada.
—¿Quién condujo?
Fragmento: Un día perfecto para el pez plátano
D. Salinger
Fuente: Ciudad Selva
Conclusiones sobre los tipos de diálogos para tu obra
Aquí hemos ofrecido las claves para usar los distintos tipos de diálogos de forma correcta, pero no olvides nunca leer a los grandes. Toma nota de los autores que más admires y arriésgate a leer a otros novelistas para alimentar al escritor que llevas dentro.
Estudia sus diálogos y después aplica lo aprendido a las conversaciones de tus personajes y léelas en voz alta para saber si son naturales y realistas. Construir buenos diálogos está en tu mano.
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Excelente aporte. Me ha fascinado. 🙂
Excelente, como todo lo que constantemente nos aportan
Gracias!
Conocí a través de sus comentarios muchas formas de recurrir al diálogo de nuestros personajes. Es para agradecerles la atención que han tenido, gracias.
Debo agradecerles pues han tenido a bien darnos una buena clase.
Gracias por las recomendaciones. Hay que intentarlo.
Para un novato como yo….esto es de gran aprecio.
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