Junto a su carrera profesional en la escudería de Fórmula 1, Diego Gutiérrez siempre ha sentido verdadera atracción por la literatura. En concreto, las historias con altas dosis de misterio e intriga han sido las encargadas de ir despertando de su letargo al escritor que lleva dentro. Con ese sentimiento inigualable de satisfacción que producen las buenas lecturas, se ha propuesto atrapar y sorprender a los lectores como sus libros y sus autores favoritos lo han maravillado tantas veces a él. Así, ha dado forma a Tesis para un crimen perfecto, su primera novela publicada.
Eduardo es un estudiante brillante en el último curso de Ciencias Físicas. Junto a su hermano y en colaboración con la universidad, ha desarrollado el que posiblemente sea el proyecto científico más importante y revolucionario de la historia de la ciencia. Tras la misteriosa desaparición de su hermano, Eduardo trata por todos medios de apoderarse del proyecto. Pero algunas personas no estás dispuestas a permitírselo. En su camino para hacerse con él, se cometerán unos crímenes y asesinatos en los que Eduardo será el principal sospechoso. Los mejores investigadores de la policía logran reunir todas las pruebas que lo incriminan, pero aun así no son capaces de acusarlo porque siempre tiene la coartada perfecta. ¿Cómo es capaz de cometerlos y salir impune de ellos?
Ya desde las primeras páginas, se despierta una gran curiosidad por saber de qué trata la historia y hacia dónde nos quiere llevar el autor. Solo le basta describirnos una carrera ilegal de motos para empezar a hacernos sentir el suspense que continuará en los diferentes capítulos, cada vez más y más intenso, jugando al escondite entre los recovecos de las tramas para que, cuando creamos haber descubierto su destino, nos coja de improviso por la espalda. Como decimos, esa carrera de motos crea la atmósfera perfecta para mantenernos en vilo: nuestro instinto y nuestra experiencia como lectores nos dicen que algo va a pasar en esa montaña, la cual llama al peligro y donde el más mínimo error será fatal para los motoristas.
En este punto, la pericia de Diego Gutiérrez para describir el paisaje resulta decisiva, pues no solo tiene que conseguir despertar el interés a partir de una escena corriente en apariencia, sino también hacer que nos creamos lo que está pasando. Es decir, debemos ver esa localización perfectamente, ubicarnos allí como si la hubiésemos visitado en alguna ocasión.
Además, es importante que nos ubiquemos de forma clara en el espacio porque la montaña tendrá su propio papel a lo largo de la historia. Comprobaremos que lo que sucede en ese lugar inicial se convertirá en mucho más que el cliffhanger del que partirá esta curiosa historia a medio camino entre la novela de misterio y de ciencia. Sí, ciencia, la cual podemos encontrar a raudales según avanzamos por la trama principal. La imaginación y la labor de documentación del autor es uno de los alicientes que nos impulsan a seguir leyendo, a sumergirnos en una trama que va dejando pedacitos de lo que ocurre de verdad con los protagonistas, pero que nunca revela sus cartas.
Así, en Tesis para un crimen perfecto, nos hallamos en una constante incertidumbre en la que, aunque tengamos más información que los protagonistas a través de las conversaciones de otros personajes, no podemos predecir el final. El factor sorpresa siempre vuela por encima de nuestras conjeturas, por lo que el desenlace resulta doblemente satisfactorio. Cada capítulo, cada escena, deja abiertas muchas posibilidades, abre nuestra mente para que pensemos más allá de lo que las páginas permiten ver. Todos los personajes son culpables e inocentes a la vez, todos tienen un papel relevante que contribuye a que nos sintamos como uno de ellos. De esta manera, los términos inocente y culpable son como el tiempo: relativos.
Diego Gutiérrez puede respirar tranquilo con este debut, puesto que Tesis para un crimen perfecto contiene todos los elementos para enganchar, para atraparnos y obtener una lectura entretenida y distinta a lo que se suele encontrar en el género. Aunque no olvidemos: ya hemos apuntado que la ciencia también tendrá su papel dentro de la historia y es uno muy jugoso, lo suficiente como para no dejar escapar este libro.
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