Junto a Papá Noel, el Ratoncito Pérez es uno de los personajes más famosos y conocidos por los niños de todo el mundo. Este simpático roedor fue creado por el jerezano Luis Coloma a petición de la reina María Cristina cuando a su hijo de ocho años, el rey Alfonso XIII, se le cayó un diente. Sin embargo, Luis Coloma hizo algo más que escribir una sencilla historia, pues dio vida a toda una leyenda que, en la actualidad, sigue siendo la inspiración de muchos otros cuentos. Un ejemplo: Ratolescencia, de Áurea Poncelet.
Adaptada a las inquietudes y los problemas de los niños del siglo XXI, Ratolescencia es una fresca reinterpretación del cuento de Coloma. El tiempo no pasa únicamente para los seres humanos, sino para todos, incluida la familia Pérez. ¿Qué ha sido de ellos? El matrimonio Pérez de nuestra época ha tenido un hijo llamado Álex, un valiente y aventurero ratón que, al entrar en la adolescencia, se hace rebelde. Sabe que un día deberá encargarse del negocio familiar, pero no está interesado. Él anhela convertirse en el protector de las ratas cual tortuga ninja. Quiere labrarse su propio futuro y, a pesar de que siempre ha estado muy unido a su padre, siente que este lo ha abandonado por hacer su trabajo de recoger los dientes de los niños.
Aquí Áurea Poncelet nos plantea el primer conflicto: las obligaciones frente a los sueños. Con Álex resulta fácil identificarse, es carismático y tiene las aspiraciones de cualquier joven, especialmente, en estos tiempos donde los deseos se sacrifican por el deber y unas obligaciones que no han sido escogidas. Surge así la impotencia de un joven que tiene que conformarse y renunciar a lo que quiere hacer (o lo que cree que quiere). Pero la libertad de uno termina donde empieza la de los demás y, en ese punto intermedio, está la madurez. En Álex, también encontramos el miedo a fracasar y a decepcionar a unos padres que han trabajado siempre tanto y que lo han dado todo por su familia. Lograr que los progenitores se sientan orgullosos es otro de los sueños de cualquier persona, aún más importante y valioso que el profesional.
A través de los ojos de Álex, además, vemos el papel y la personalidad de los padres. Como en la mayoría de los casos reales, su madre es la más comprensiva, mientras que su padre trata de imponerse, como una pared que no se puede traspasar. Exponer cualquier punto de vista a la figura paterna conduce de forma inevitable al prejuicio y la discusión. El tipo de vida según generación es lo que forja ese carácter: de nuevo, la obligación frente a los sueños, el aceptar la realidad y buscar la felicidad en ella, o emprender un camino hacia esta por las vías de la autorrealización.
En Ratolescencia, Áurea Poncelet otorga características humanas a los ratones, incluidos los antagonistas, conocidos como los Malos Malísimos. Dado el público al que está dirigida la novela, la autora se centra en los arquetipos: amiga inteligente, amigo guapo, amigo torpe, el malote… Así, se abre un camino claro para transmitir el mensaje. De igual forma, el lenguaje es sencillo y claro, y está adaptado a una supuesta lengua de ratones (ratosterona y expresiones en las que dientes sustituye al habitual jolines).
No obstante, lo más significativo es la evolución de Álex hacia la madurez, una madurez adelantada que se ve reflejada en los propios giros argumentales de la historia. Primero, esta se centra en los acontecimientos banales del día a día, en las riñas con los Malos Malísimos y la importancia que Álex da a todo eso. Al ser joven, es egocéntrico; cree que las cosas solo le pasan a él y que lo hacen de una manera exagerada. Pero cuando empieza a tomar responsabilidades y a mirar el mundo más allá de él mismo, se da cuenta de que existen asuntos importantes de verdad y de que no debe perder el tiempo en enfados, cabezonerías y problemas pequeños. Hay que coger la vida con decisión, agarrarla fuerte y vivirla en todos sus matices. Y este aspecto también se refleja en el tema del bullying: al principio, Álex parece que hasta tiene aceptado que se burlen de él, no le queda otra que aguantar los insultos y burlas. Cuando comprende que esas ratas malísimas no están en un nivel superior y que el miedo reside en cada ser vivo, decide enfrentarlos.
Como se puede comprobar, los temas que Áurea Poncelet expone son diversos y ninguno pasa de soslayo. Es un libro magnífico para todos aquellos que estén sufriendo la ratolescencia y para aquellos padres que se sientan perdidos, que no sepan a veces cómo manejar esa complicada situación. Ayuda a enfrentar los temores, a identificarlos, y también habla del respeto. Todo ello desde el punto de vista de una familia humilde como la de los Pérez y con una destreza narrativa innegable. Álex es el ejemplo de que se puede madurar sin renunciar ni dejar de experimentar miles de aventuras.
Libro: Ratolescencia
Disponible en:
Booktrailer Ratolescencia
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