Tras quedar finalista en múltiples concursos literarios con algunos de sus microrrelatos, el escritor valenciano Jordi Moreno despega con la publicación de No te des la vuelta a cargo de la editorial Entidae. El libro es un compendio de veintiocho microrrelatos y tres cuentos, todos ellos de terror y caracterizados por una mezcla sublime de excelente narrativa y asombrosa creación de atmósferas.
En No te des la vuelta, tiene cabida todo tipo de terror: desde el más fantástico hasta el gore, pasando por historias clásicas de fantasmas y criaturas inhumanas. Los relatos nos transportan a las miniseries que emitían en la televisión los fines de semana por la noche en los años 90, cuando se podía disfrutar de grandes obras como Freddy Krueger o algunas adaptaciones de Stephen King. También nos hacen recordar la mítica serie de televisión basada en los libros de Pesadillas, tan famosos y adictivos, con sus laberintos, sus múltiples finales en algunos de ellos y esas imágenes potentes que permanecían en nuestras mentes el resto del día. Al igual que sucede con los relatos de Jordi Moreno: visuales, efectivas, inquietantes. El autor otorga una dimensión más compleja al terror pasando de una presentación aparentemente cotidiana a una escena que parece sacada del circo de los horrores. Perturba nuestra tranquilidad, nos mantiene con los ojos abiertos, casi sin pestañear, hasta que nuestro corazón cabe en un puño. Y lograr esto no es tarea fácil.
Los relatos cortos tienen una doble complicación: por un lado, la creatividad está delimitada por la extensión. El escritor debe seleccionar con extremo cuidado –más si cabe– las palabras, situaciones e imágenes que va a presentar. Por otro lado, sus esfuerzos deben dirigirse a conseguir el mayor premio de todos: hacer sentir al lector. Este segundo objetivo quizá sea lo más difícil de todo, pues construir una historia de terror es sencillo. Las películas del género, por ejemplo, casi se producen como churros; mismos arquetipos, mismas situaciones, mismos sustillos en el mismo lugar. En cambio, solo unas pocas de esas historias permanecerán en la memoria de los espectadores y les harán creer que el viento no fue quien movió la silla, que es mejor no bajar solos al sótano en una noche de tormenta y que no deberían darse la vuelta si caminan por un oscuro pasillo.
Todos hemos visto y leído historias inadecuadas para nuestra tierna edad con las que después nos ha sido prácticamente imposible conciliar el sueño. Jordi Moreno nos conecta a aquella época, nos traslada allí, de forma que nos sentimos como si fuera la primera vez que leemos un relato de terror. Esa sensación es estupenda, pues nos damos cuenta de que aún queda mucho que explorar, muchos terrenos que sembrar de vida acompañados de nuestro arrojo y nuestra imaginación.
El miedo tiene una parte interesante, algo que nos engancha y de lo que no podemos huir. Lo más que podemos hacer es taparnos los ojos con nuestras manos; eso sí, mientras separamos un poco los dedos para seguir observando desde nuestra recién creada máscara protectora. Y es que el miedo forma parte de nuestra naturaleza y, por eso, un impulso primario nos empuja a explorar, a curiosear y a descubrir relatos tan fascinantes como los de No te des la vuelta.
Al fin y al cabo, todas las historias de terror se basan en el miedo a lo que no conocemos y el miedo a lo que sabemos que podría suceder. Ahora bien, seguir los esquemas del género es una cosa; no obstante, coger esos esquemas, reinventarse y hacer temblar al mismísimo Superman es otra bien distinta. Por esta razón, la labor de escritores como Jordi Moreno o A. O. Hanksler cobra especial importancia en nuestros días. Cuando los caminos se han recorrido tantas veces que la hierba muere agonizante, seca y pálida, se hace necesario revivirla a base de tesón, de conocer el género y darse a él al igual que si se estuviera puliendo el mayor diamante de todos. Así surgen obras como No te des la vuelta, historias que despiertan pesadillas pasadas, que hacen temer al coco y que lo traen de vuelta para hacernos temblar durante el incomparable momento de la lectura.
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