¿Qué harías si en uno de los momentos más estables de tu vida sufres un revés que cambia tus sueños y tus metas? Fernando, un reconocido abogado, nos relata desde su juventud temprana hasta la madurez cómo ha conseguido alcanzar el éxito y las lecciones que ha ido aprendiendo a lo largo del camino y que le han ayudado en su objetivo.
Con este espíritu de superación nos narra Alejandro González su primera novela, Ten fe, todo llega, publicada por Barker & Jules Books, en la que el lector aprenderá a enfrentarse a las adversidades que le depare la vida.
Alejandro González expone en cada uno de los cuatro capítulos que componen su obra las diferentes etapas que atraviesa el protagonista, desde los trece años, cuando va al instituto, hasta que se convierte en abogado y crea junto a su hermano un prestigioso bufete. Pero, para ello, Fernando debe atravesar varios reveses en los que ha aprendido y aplicado lecciones que le han ido acompañando a lo largo del trayecto a la cima, de la mano de personas como Sebas, su entrenador de fútbol; Carlos, el director de su colegio; Andrea, su novia y la que será su futura mujer, y de su familia.
Gracias a todos ellos, el protagonista puede forjar una identidad propia, y es así por lo que, cuando dos terribles sucesos impactan en su seno familiar y económico, logra sobrellevarlos con todas las enseñanzas que han dejado huella en su persona y lo han moldeado hasta convertirse en una persona fuerte, generosa, empática, leal y luchadora, que acepta y abraza sus principios y los aplica en su día a día.
«Eres lo que eres, sin importar lo que piensen los demás. En todo caso tú eres un buen chico, Juan. Eso importa más que cualquier opinión que tengan los otros sobre ti».
Las relaciones familiares y amorosas que se narran en la obra muestran un vínculo natural y fuerte que une a cada uno de los personajes de una manera especial, sobre todo el de Fernando y Andrea, quienes se conocen en la universidad y comienzan un bonito noviazgo después de que ella decida cortar lazos con Miguel, un chico que no la trababa bien, y el de Fernando con Gustavo, su hermano, con quien crea un bufete de abogados y a quien debe defender al final de la novela para sacarle de la cárcel por un delito que no ha cometido.
Alejando González describe los hechos con una confianza e ingenuidad que envuelven al lector a esa realidad detallada con pequeños tintes autobiográficos. Esto provoca que las personas que lean la novela empaticen con cada uno de los personajes, sobre todo con Fernando, pues irán creciendo con él y acompañándolo en cada uno de sus aprendizajes, que el autor recopila al final de cada uno de los capítulos y reflexiona sobre lo ocurrido, qué nos aporta y cómo podemos aprovechar estos saberes.
«—Lo que esta historia me dice, querido amigo, es que durante los primeros años de nuestra vida necesitamos formar raíces fuertes, si no cómo crees que podremos alcanzar lo más alto, ¿acaso no es lo que quieres, amigo? —le comenté muy entusiasmado a Juan. Sentía que había tenido un momento de lucidez.
—Ahora entiendo un poco mejor, y pues sí, fíjate que sí me hace sentido. Pero si somos como esos bambús, también significa que en algún momento nos van a talar, que va a venir alguien y nos va a tumbar para convertirnos en un barco, o una casa, u otra cosa.
—Puede ser, amigo. Pero eso solo significa que nos seguimos transformando, que somos útiles, que servimos para algo».
Esta importante y pedagógica historia invita a los lectores a que, como Fernando, perdonen a todos aquellos que los han herido, encuentren oportunidades en las desventuras de la vida, agradezcan tanto los buenos y malos momentos, pues estos son los que hacen que las personas crezcamos y, sobre todo, que, si tienen fe en Dios y en ellos mismos, podrán vencer todos los obstáculos que se atraviesen en su camino y, de esta manera, alcanzarán cada uno de los propósitos que se hayan fijado.
«Y ojo: no es malo pensar, claro. Pero tan importante es pensar en el futuro, como lo es estar en el presente. Ver las cosas que suceden a tu alrededor. No puedes tener tu atención solo en las cosas que podrían a pasar. Tienes que observar siempre las cosas que están sucediendo en el presente, las cosas que te rodean, es la única forma en que podemos apreciar realmente los regalos de la vida».
La pluma fresca, sensible y verosímil de Alejandro González alude al lector, siempre con un matiz optimista, para que aprenda a desarrollar una entereza que nunca consiga romperse, una fe en la que pueda refugiarse y donde pueda pedir ayuda si lo necesita y unas metas que le ayuden a proponerse cumplir ciertos objetivos en su camino a lograr alcanzarlas.
Ten fe, todo llega ya está disponible en librerías online para todos aquellos lectores que busquen una historia de superación y enseñanzas nuevas y enriquecedoras.
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