Escribe el renombrado autor español Rafael Santandreu, en Ser feliz en Alaska, que «el principio activo de la felicidad está en nuestro interior, no en la realidad externa» y que «no darse cuenta de ello (una y otra vez) es el germen de la debilidad emocional».
Es casi una obligación pensar en ese mensaje mientras se lee el primer libro que ha publicado Guillermo Hermida con la editorial Tregolam, Reflexiones en el espejo. La obra de un autor gallego que lleva escribiendo desde hace años. De hecho, esta dedicación literaria le llevó a ganar en 2015 el premio Tiflos de novela con Siete Rosas para Mario.
En 2019, con Reflexiones en el espejo, Guillermo Hermida ha construido un entramado narrativo que pretende encontrar al lector en el camino de la lectura, pues su objetivo principal es invitar a la reflexión íntima y dar luz al desarrollo personal, siempre acompañados de una mano amiga. No se trata, entonces, de un libro de autoayuda ni tampoco un ensayo que pretenda divulgar una verdad absoluta.
Como el propio título infiere, la obra es una concatenación de reflexiones que cualquiera de nosotros podría hacerse delante de un espejo. En una primera alusión, un acto sin mayor trasfondo, pero que puede volverse tan profundo como el alma humana. ¿Quién no se ha mirado alguna vez a sí mismo y se ha preguntado por quién era? ¿Quién no se ha castigado frente al espejo alguna vez por algo que había hecho en el pasado y por lo que se arrepentía?
El pasado es una de las claves para entender la obra de Guillermo Hermida. Quien tiene pasado tiene toda una riqueza tras de sí, pero también puede tener un gran lastre en su mochila. Reflexiones en el espejo nos enseña a saber llevar nuestras cargas, esas que son tan invisibles como reales; las que nos recuerdan que vivir no es gratis. El autor nos hace ver que continuar con tanto peso en el alma no es posible.
«Hay quienes viven constantemente en el pasado, reviviendo momentos, pensando que debieron actuar de otro modo, o especulando con lo que habría sucedido si hubieran actuado de una manera distinta. Son maneras de huir de la realidad».
Con un lenguaje fresco, dinámico y muy personal, Guillermo Hermida nos acerca a vivencias que conoce de primera mano. Cada capítulo puede ser un acercamiento a un lector o a muchos lectores al mismo tiempo, pues cada mensaje, cada idea, en tanto que somos humanos es de validez universal.
Además, esto se nutre de un narrador que se dirige directamente a un tú. Que le habla directamente para poner en relieve todo lo que no puede verse pero sí sentirse. Es un narrador íntimo, introspectivo, empático y lleno de humildad que se dirige a ese posible lector como si fuera su mejor amigo.
«Sales de la ducha y te sientes mejor. Tus músculos se han relajado, estás fresco y limpio. Lo primero que tienes que hacer es valorarte a ti mismo por encima de todo lo demás, encontrar la paz, saber mirar las cosas con tranquilidad cuando todo se precipita a tu alrededor».
Las palabras de esta obra están acompasadas de ejemplos cotidianos, de personas reales que coincidieron en algún momento con el narrador, y que sirven para acercarse un poco más al corazón de los lectores: una pareja que vive en Sevilla, el hijo de Miguel, el publicista Manuel, Marío, etc. De todos ellos se vale el narrador para transmitir un poco de su verdad.
Además, la estructura del mensaje que quiere trasmitir el autor está perfectamente configurada. Tú, nosotros, lectores, comenzamos un camino que parte desde que somos pequeños y que poco a poco se va trazando bajo nuestros zapatos formando lo que todos conocemos como la vida en toda sus esencia.
Ahora que se acerca el final de año y todos nos hacemos preguntas sobre quiénes somos y qué estamos haciendo con nuestra vida. Ahora que nos planteamos cambios futuros para lograr ser más felices de lo que somos. Ahora, precisamente, que hacemos el balance, que buscamos la paz interior y que nos rodeamos de la gente que nos quiere.
Ahora es cuando Reflexiones en el espejo se hace obligatoria. Gracias a su lectura, nos hemos sentido un poco menos solos y un poco más acompañados por nosotros mismos.
«Y yo te pregunto ahora: «¿Has pensado a fondo en lo que haces en tu vida?».
Y algo más: «¿Por qué lo haces?».
Y lo más importante: «¿Es lo que deseas hacer?»».
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Tregolam
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