La segunda novela publicada de Abraham Stern, tras En cuestión de segundos, es un puzle perfectamente montado que ejerce en el lector una inenarrable lista de sensaciones, un vaivén de emociones que ni siquiera se disipan al terminar el libro.
En No temeré mal alguno (Círculo Rojo) el escritor y abogado costarricense narra una trama de suspense perfectamente desarrollada en donde el foco principal es la aparición de dos cadáveres en plena Nueva Orleans. Los cuerpos pertenecen a Ray Harvey y Alyssa Jones y se sospecha que el motivo de los asesinatos es una cuestión racial.
«Alyssa tragó en seco, sintió con rapidez como le subían los latidos de su corazón y trató de refugiarse detrás del mostrador principal. Su cuerpo se estremecía y sus manos temblaban de terror».
A partir de esta acción surgen diferentes personajes, cada uno con una voz muy distinta, que irán aportando información sobre lo ocurrido desde diferentes focos. Para empezar, la protagonista Madeline Thomas, reportera del programa Se buscan; vivos o muertos, se traslada a Nueva Orleans (su ciudad natal) para cubrir estos asesinatos y, a su vez, tendrá que enfrentarse a los trágicos recuerdos que tuvieron lugar durante su adolescencia. El reencuentro con su padre, con quien no se habla desde hace veinticinco años, la violencia, el racismo, el desprecio y el repudio germinan en ella mientras ayuda en la investigación para atrapar al asesino.
Lo singular de la presentación de este personaje es la voz en tercera persona gracias a Stella, la nana de Madeline Thomas, que nos cuenta toda la vida de la protagonista.
«¿Sabías que dos personas pueden estar viendo lo mismo y percibir esas imágenes en forma distinta? Eso fue lo que sucedió ese día. Mientras que a mí me pareció maravilloso ver aquella lluvia de pequeñas manchas blancas rodeando nuestras existencias, a Madeleine le retorció la vida».
A su vez, la trama incluye otros personajes como Dwight Turner, el inspector de homicidios; Daniel Cohen, el abogado defensor del sospechoso de asesinato; Christopher Thomas, padre de Madeline que oculta un gran secreto sobre su hija; Natalie, la hija de Stella y Charles Thomas, hermano de Madeline que ofrecen un abanico de claroscuros en la historia en la que todos funcionan como piezas perfectas de un mecanismo diseñado para mantener en constante tensión al lector.
Un elenco de narradores entre los que se disipa las categorías de «buenos» o «malos» para buscar la certeza tanto en su fuero interno como en la propia historia. Personajes en decadencia motivados por las flaquezas humanas como el odio, la venganza, el orgullo, el ego, principalmente, para componer las diferentes piezas del rompecabezas que supone No temeré mal alguno.
«Con los nervios de punta y un paso que se me dificultaba, me acerqué al señor Thomas que con su mirada perdida se mecía en su vieja silla. Le di un suave beso en la frente y me despedí con el presentimiento de que algo horrible iba a suceder».
La intolerancia, la discriminación y la segregación, la crueldad y el pasado se contraponen con reencuentros familiares, hallazgos inesperados en un escenario lleno de plantas de algodón, lagos y casas flotantes que son testigos, también, de este entramado thriller en el cada uno de los personajes se mueve por instintos para encontrar la verdad: ¿Quién asesinó a Ray Harvey y Alyssa Jones? ¿Qué se esconde tras el pasado de Madeline Thomas? ¿Qué oscuro secreto guarda el padre de Madeline?
Abraham Stern ha construido una novela sin tapujos llena de franqueza para mostrarle al lector que la novela negra no es solo atrapar al malo y resolver el misterio, sino la presentación de una historia que sobrepasa las típicas pautas para erigir una atmósfera violenta, misteriosa y llena de verdad.
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