Es cierto que a todos nos ha cambiado la vida la pandemia y ha hecho que nuestra realidad se transforme para convertirse en otra muy distinta. Y puede que muchos hayamos descubierto nuevas aficiones que nos han abierto miles de puertas al pensamiento o incluso que haya destapado en nosotros una creatividad desconocida.
Esto mismo le ocurrió a Juanjo Ávila García, quien, dedicado a escribir una crónica personal durante la cuarentena, se descubrió a sí mismo narrando historias que habían salido de su imaginación, que iban brotando poco a poco, hasta llegar a convertirse en Diario del coronavirus (Editorial Adarve).
Escrita a la vez que los sucesos reales iban aconteciendo, el escritor granadino realiza una incursión literaria con una de las primeras novelas que se han escrito sobre la pandemia y, más concretamente, sobre el confinamiento.
A lo largo de esta novela experimentaremos una serie de vivencias de los más extrañas e irónicas durante los días del estado de alarma en la ciudad de Granada.
Como si de una retransmisión en directo se tratara o como si el lector estuviera observando desde un pequeño agujero la intimidad del personaje principal, acudiremos a una lectura entretenida que contrapone la monotonía real que se impuso en todas las casas durante el encierro.
Quizá también como un escape precisamente de la rutina o porque a pesar de los límites de las cuatro paredes todo es posible si la imaginación amuebla la casa, Diario del coronavirus es un relato que mezcla humor, el género negro y la intriga en un entorno lleno de lugares comunes para el lector.
El protagonista de esta tragicomedia es Juanjo, quizá el alter ego del propio escritor, un ser solitario y anacoreta que dedica la mayor parte de su tiempo a leer, a ver los grandes clásicos del séptimo arte y a escribir en un blog su diario.
«Retomo el diario, algo descentrado. Se me hará raro no recurrir a los artificios de la ficción, no tendré que inventar nada; los hechos ya parecen basados en la distopía de una ciencia ficción. Para mí no supone un cambio encerrarme bajo siete llaves, prisionero de mí mismo, para escribir. Pero no podré renovar mis lecturas en la biblioteca, habrá que desempolvar viejos clásicos. Por otra parte, dispongo de innumerables películas para poblar con sus tramas el tapiz de sombras. Me guardaré en casa, pues, sin apuro».
Este podría ser leitmotiv de su cuarentena si no fuera porque un día recibe un mensaje alarmante de una paloma mensajera: «“Mi padre está enfermo. Ten piedad de él, Juanjo, no te lo lleves. Dame tu teléfono o correo. Necesito contactar a diario contigo”».
Intrigado decide investigar y acaba descubriendo que se trata de un antiguo compañero de clase que lo acosaba de niño.
Pero además, no solo este incidente le hace cuestionarse su pasado, sino que la aparición de Pili una amiga del colegio que huye de su marido también hará tambalear la poca estabilidad del personaje.
Además, el surgimiento de la extraña figura de un joven vestido de negro que se dedica a toser y a estornudar encima de los transeúntes, influye en la atmósfera emocionante de la novela y en el propio estado de Juanjo quien arrastrará diversas cuestiones a lo largo de la historia.
«Hasta que el joven no ha desaparecido calle arriba, a sus robóticos pasos, no he vuelto a la mesa. Ese chico me ha parecido la personificación del silencio. También el mail que he recibido contenía silencio. Ojalá pronto podamos llenarlo de palabras, de risas, de música».
Por si esto fuera poco para nuestro protagonista, su psiquiatra el doctor Aguirre, un obsesivo de la cura mental, prohíbe escribir a Juanjo pues está seguro de que eso le provoca delirios.
«“He sabido por el farmacéutico que no has ido a retirar el nuevo tratamiento”, me acusó. Había dejado escapar un tiempo valiosísimo, era preciso atajar la enfermedad cuanto antes. Con el confinamiento, los síntomas se agravarían. “¿O acaso no has seguido recibiendo correos y viendo al individuo que te acechaba?”. Tuve que admitirlo. Pero eran reales, no se trataba de alucinaciones».
¿Cómo escapar de la intimidatoria paloma que le envía mensajes amenazadores y de la represión del doctor mientras el mundo ahí afuera también parece desvanecerse? ¿Por qué aquel joven vestido de negro sigue deambulando por las calles y vulnerando la salud de los demás que se cruzan por su lado?
Todas estos sucesos inquietantes podrían ser los únicos, sin embargo, van apareciendo diferentes personajes en esta novela coral del encierro donde Juanjo no consigue un momento de calma.
Por un lado, alguien parece enviarle mensajes a través de señales sutiles en el ordenador y, por otro, su antigua compañera de clase, Ana, ha reaparecido a pesar de que Juanjo está enamorado de Rosa, una mujer a la que conoció hace poco y que está casada.
En un contexto aparentemente normal, todo se torna misterioso, amenazador y truculento cuyo centro de la diana es el narrador de la historia.
¿Cuál será el desenlace para Juanjo? ¿Podrá hallar la paz y desentrañar todas incógnitas que se le han presentado?
Una novela llena de alegorías y de reflexiones que coincidirán en más de una ocasión con la opinión del lector: desde críticas al gobierno y a los gobernados, hasta homenajes a todo el personal sanitario y a otros profesionales del campo de la cultura y el periodismo.
Entre estas idas y venidas que se desarrollan bajo un mismo techo, experimentar todas las anécdotas que vive Juanjo, entre lo dramático y lo cómico, es corroborar que se puede viajar a través de un cuarto y mucho más, a través de un libro como Diario del coronavirus.
Una narración que cabalga entre la risa y la adversidad y que nos habla también de la represión de las libertades individuales y colectivas, del propio acto de escribir como liberación, del amor en contraposición con la tristeza de la soledad, de la enfermedad y la muerte inevitables, de la solidaridad, de la importancia de la cultura como principal fuente de enriquecimiento personal y del humor como vía de escape para debilitar la realidad de una pandemia mortal.
«Ayer, durante todo el día, resonó un silencio de campanas y pájaros, un silencio enlutado, y, como un enamorado en la distancia, quedé nostálgico del ruido, de la respiración de la ciudad, yo, que tanto me quejaba de la batahola de las calles».
Diario del coronavirus de Juanjo Ávila García es una novela que seguro os entretendrá y os hará ver una cara distinta de la experiencia del confinamiento desde una perspectiva intrigante e irónica.
Estamos convencidos de que en cuanto tengáis el libro en vuestras manos no podréis dejar de leer.
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