Asomarse a la narrativa de la joven escritora Emma R. V es una garantía de tiempo bien invertido, pues significa sobre todo entrar en un vórtice que reclama la atención del lector de manera incesante. Y eso lo ha logrado con la obra que hoy reseñamos en Tregolam, Dark Clouds; primer libro con el que se sumerge en el mercado literario.
Por lo que sabemos, esta autora ha estado durante años escribiendo una historia que ha conseguido envolvernos en una atmósfera distópica y replantearnos muchas preguntas acerca de lo que somos y de lo que estamos haciendo en el mundo. Sus apenas doscientas páginas recrean espacios sumidos en el caos; un caos que nace producto de la aparición de extraños fenómenos climatológicos.
«Apenas se habían estabilizado en la atmósfera cuando los viajeros se percataron de espesas gotas de lluvia que en cuestión de segundos comenzaron a empapar la nave, trayendo consigo una imponente tormenta que los pilló a todos por sorpresa».
Todo comienza un lunes cualquiera del mes de marzo del año 2021, cuando el cielo de todo el planeta empieza a oscurecerse. En seguida, la humanidad se ve amenazada por un ambiente desconocido: oscuridad y nubes sulfurosas; pero sobre todo por la presencia de extrañas masas de energía que parecen venir del espacio.
Este planteamiento principal sienta las bases de una narración inquietante en la que nadie está a salvo. No solo por el nuevo peligro que pone en riesgo al planeta, sino también por el egoísmo y la crueldad humana que afloran en los momentos de desesperación. Un planteamiento que la autora lanza al lector a lo largo de la novela es que «el hombre es un lobo para el hombre». Es decir, dentro de un contexto caótico, el propio ser humano atenta contra sus congéneres provocando escenas encarnizadas llenas de horror. Algo que Emma R. V. ha sabido plasmar de manera contundente gracias a las descripciones de los hechos a través del buen uso de los diálogos y de las frases directas.
La dicotomía de la moralidad humana es el leit motiv de Dark clouds. El contexto y las circunstancias determinan el recorrido de la trama, puesto que aboca a los personajes a verse obligados a elegir entre sus convicciones personales más arraigadas, su vida individual, y su instinto de supervivencia.
«En aquellas circunstancias, Sofía dudaba de la gente. Gente, para ella, era incertidumbre, peligro. Duda. Aunque la A-4 no la entusiasmara, prefería desde luego poder estar sola».
Al hilo de lo anterior, una de las cuestiones que nos hace plantearnos Emma R. V. es la que tiene que ver con nuestros propios límites, individuales y como colectivo. Y eso es lo que hace también con sus personajes. ¿Qué se puede hacer ante una situación desconocida que amenaza a la humanidad? ¿Es mejor renunciar a tus principios en pro de la supervivencia comunitaria?
La estructura narrativa se compone de protagonistas muy dispares que son el espejo de la sociedad en su aspecto más primitivo y que se encuentran en un contexto hasta ese momento irreal e inesperado, pero que parece no tener fin.
«Andrea se volteó y vio cómo muchos trataban de huir desesperadamente sin rumbo. Los pasajeros comenzaron a chocar y toparse unos con otros, provocando tropiezos, caídas y empujones. Algunos adrede, otros no. La mayoría se decidió a cruzar las vías a pesar de los carteles que lo prohibían. Los trenes, inmóviles y fuera de servicio, permanecían desubicados de los raíles».
Es decir, Jake, Sofía, Nathifa, Andrea y Jayden son personajes profundos, cargados de valor filosófico, que representan la pluralidad de lo que somos. ¿Hasta dónde pueden ser fieles a los principios que creen definirlos? Incertidumbre, conflictos interiores, el afloramiento de la valentía o la esperanza más recóndita son algunos de los subtemas que pasean por las páginas de esta obra.
Así que, en Dark Clouds no solo el clima supone un riesgo para los personajes principales, sino también ser conscientes de sus límites, de su integridad y de su nivel emocional. El análisis psicológico de cada uno de ellos, tarea que nos parece que la autora asume de manera extraordinaria, es el epicentro del desarrollo de una trama a medio camino entre Madrid y Australia.
Algunos de los lugares más emblemáticos de la capital de España y el aeropuerto de Merbourne tienen un gran peso en esta historia. Precisamente, uno de los puntos fuertes de esta novela es el tratamiento de los espacios que, junto al de los diálogos, consigue un entramado narrativo muy bien articulado.
«Sobrevivir a un accidente de avión es algo tan improbable como la situación que se estaba dando en el resto del mundo, pero ¿quién diría eso ahora?».
Su obra nos ha recordado que, en casos humanitarios tan terribles, los peligros y los monstruos no filtran por clases, culturas o valores éticos. Y que la única vía de escape es la unión.
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