La originalidad y la confianza en uno mismo como forma de asegurarse lo que se desee. Podríamos decir que esa es la idea detrás de Cuando las ventanas se convierten en puertas, de Ricardo Vergara Montoya, una novela que se ha ganado nuestra simpatía por la viveza de sus personajes y el atrevimiento de lo que narra.
Porque ¿quién no se ha visto sobrepasado por sus complejos alguna vez? ¿No han sido estos los causantes de un malestar que no había forma de quitarse de encima, salvo cuando te olvidabas de ellos? Y es que cada uno es como es, y el cascarón resulta ser lo último que importa cuando la nobleza del corazón habla por sí misma.
Y si no que se lo digan a Amadeo, el protagonista de esta novela, y a aquella muletilla con la que siempre se refieren a él: «bajito y feo». Armado de una honradez y valentía desmesuradas, se trata de uno de los personajes más enternecedores que hayáis podido encontrar alguna vez en un libro, y seguro que al que más envidia tendréis por lo original y atrevido de su personalidad.
Pero la novela de Ricardo Vergara tiene su origen en una historia real: «Surgió de una historia que me contó mi padre sobre un sevillano feo y cojo que quería casarse con la mujer más guapa de Sevilla. Con su gracia natural y su verborrea, triunfó». Así que no hay excusas para que os dejéis llevar por esta más que real historia sobre la superación y el amor propio.
Todo comienza con el ya mencionado Amadeo, que cae rendido ante los encantos de la guapísima Claudia en una exposición donde ambos coinciden. Pero esta pertenece a un mundo muy distinto al suyo: al que se sucede dentro de una burbuja paralela a la realidad de la gran mayoría de personas, donde los billetes de quinientos euros son calderilla. Parecerá entonces que hay una barrera entre los dos, algo infranqueable que pone la humildad de uno a un lado y la prepotencia y superficialidad de la chica al otro.
Pero nada más lejos de la realidad. Ricardo Vergara consigue desnudar hasta lo más profundo a sus personajes para hacernos saber que, al final, no hay nadie a quien se debiera juzgar por sus apariencias. La forma en que ha construido y desarrollado la personalidad de cada uno de ellos es magnífica, y realmente todos (salvo algún que otro guaperas descerebrado) albergan en su interior una humanidad que nos encanta. Es especial la forma en que el autor describe cómo ellos mismos van conociendo poco a poco su interior.
Así, lo que encontraréis en Cuando las ventanas se convierten en puertas es un excelente escenario donde personas de las más diversas índoles encuentran su lugar haciendo solamente caso a su corazón y a su buena fe. Porque hasta la visceral, osada, deslenguada y bestial Eli, la mejor amiga de Amadeo y vínculo esencial con Claudia (así la describe el propio autor) os robará la risa más loca que os hayáis podido imaginar. Porque esto es así: al final, esta historia se nutre también de la lealtad verdadera; trata igualmente de la amistad.
¿Pero qué hace que sintamos a estos personajes tan cercanos a nosotros? Quizás la naturalidad con la que, a lo largo de la narración, expresan sus miedos, enfrentan sus limitaciones y se arrojan a lo desconocido en un intento por cambiar aquello de sus vidas que no les gusta. En el caso de Amadeo, quien se sabe a sí mismo «bajito y feo», se propone conquistar a Claudia siendo, únicamente, él mismo: honesto, valiente, divertido. Ni qué hablar del repaso que le da a la concepción del amor romántico; es reconfortante leer libros donde las relaciones de pareja se sustentan en el respeto mutuo y en la falta total de dependencia.
En lo referente al origen de los principales problemas del protagonista, el autor hace hincapié en un problema educacional que, muchas veces, llegar a afectar de forma intensa a algunas personas. «La timidez propiciada por una educación retrógrada y limitada en todo lo referente al sexo es un problemón cuando pasas de la adolescencia», dice él. «Tenía ganas de escribir una historia que reflejara este problema, pero quería hacerlo sin caer en los clichés o tópicos que abundan en todas las comedias románticas. Si era capaz de definir la personalidad de los protagonistas contando una historia que los implicara, el lector empatizaría con ellos».
Así, tal y como los protagonistas de Cuando las ventanas se convierten en puertas y como el propio Ricardo Vergara comenta, es posible cambiar nuestra vida; solo es necesario querer hacerlo. El estilo absolutamente cercano y divertido del libro convierte a los personajes en nuestros iguales y nos hace querer saltar a las páginas para ser también partícipes de todas las noches de fiesta (el libro tiene una atmósfera ochentera maravillosa) que tanto Amadeo como sus amigos se corren. Personajes como Tonino o Eli os robarán el corazón, y Claudia derrochará una fuerza y determinación que os hará gritar vítores.
Disponible en: Amazon, Agapea y Casa del Libro
Compartir esta información
Tregolam
Empresa de Servicios Editoriales. Agregador de #Concursos Literarios y Becas, #ServiciosEditoriales, #Noticias, #Entrevistas, #Literatura