Reseña de «Cosmódromo», de Rubén Azorín Antón
La incertidumbre del futuro, esa es quizás una de las mayores preocupaciones a las que nos tenemos que enfrentar día a día cada uno de nosotros. Sin embargo, muchas veces trasciende los límites meramente individuales, y se transforma así en un sino cegador que deslumbra e inquieta a la humanidad.
Durante muchos siglos lleva el ser humano mirando a las estrellas, como si fuera en ellas en las que encontrar la respuesta a tantas preguntas. Sin embargo, lejos de mostrar un camino certero por el que avanzar, a veces no hacen sino perpetuar esa concatenación de incógnitas que incluso, en ocasiones, se instalan en lo más profundo de nuestro ser.
En Cosmódromo, un impactante libro autoeditado de Rubén Azorín que ha sido relanzado en un solo volumen de cara a la promoción de su continuación, Cosmódromo – Elster, se perfila justamente este cuadro ambicioso del cielo estelar, el que guarda con recelo en sí mismo y en la lejanía de los astros las claves de nuestra propia existencia. Porque el autor alicantino ha dibujado con certeza la línea que divide lo que somos y lo que creemos ser.
Todo comienza en el lejano e increíble cosmódromo Votochni, una monumental instalación de lanzamiento espacial rusa que para el año 2027, fecha en la que se sitúa la novela, estará aparentemente en completo desuso. El monstruoso edificio servirá como sustento para algunos y se revelará como un extraviado hogar para los tres cosmonautas que protagonizan el libro.
Yuri Kokarev, Aleksei Popov y Ruslana Melkova, enviados al espacio en tres misiones espaciales distintas y no oficiales, despertarán de su criosueño sin haber alcanzado el objetivo para el que les prepararon. Sumidos en una profunda confusión y asaltados por la paranoia, introducirán así al lector a la angustia de la soledad de la nave, si bien luego la narración se verá dominada por el elster Sergey y la última de estos visitantes del espacio, Ruslana.
Porque además del vacío y la oscuridad de nuestro sistema solar, Rubén Azorín ha querido que la dimensión más desconocida del ser humano cobre también protagonismo. Lo hace a través de la historia del elster y la cosmonauta, dos seres vinculados gracias a un tercero cuyas intenciones no se desvelarán con facilidad, y que construyen ese prisma de la fatalidad y verdad humanas que Cosmódromo abandera.
Rubén Azorín se ha servido de la vastedad el territorio siberiano y del mito soviético para adornar su libro, lugares comunes del misterio que encierran en sí mismos miles de preguntas. A este respecto, confiesa que siempre se ha sentido fascinando por el programa espacial soviético, y que a pesar de toda la propaganda americana fueron ellos quienes resultaron estar siempre a la cabeza de la carrera espacial: «Ellos fueron los primeros en poner un satélite en órbita, los primeros en poner un hombre en órbita, los primeros en conseguir que uno de sus cosmonautas diera el primer paseo espacial al salir de la nave… y muchas veces la historia no les reconoce estos méritos», comenta.
Sin embargo, Cosmódromo está impregnado de otros tintes eslavos, y estos van mucho más allá del concepto situacional de la novela. Si Dostoievski fue el gran conocedor del alma humana, debe ser que el espíritu del autodescubrimiento reside en esos vientos fríos que atraviesan uno y otro lado de los Urales. Rubén Azorín ha sabido visualizarlos, y quizás también por la influencia de grandes autores de la ciencia ficción como Isaac Asimov ha podido ponerle un ritmo embriagador a la historia. Y es que el desarrollo intelectual y emocional de los personajes en este libro construye el núcleo de una saga, Cosmódromo, que puede vincularse con los grandes del género y que ofrece un viaje psicológico brutal hacia lo desconocido y la soledad.
Este libro nos hace dudar, nos enreda en la complejidad de los polos opuestos cuando se tocan por sus extremos, y es que según comenta el propio Azorín: «Cosmódromo explora lo que podría ser un primer contacto. Pero lo que me parece más interesante es que al investigar lo que hay más allá de nuestro sistema solar, los personajes acaban descubriéndose a sí mismos y descubriendo la misma esencia de la especie humana». Una historia de contrastes, pues, donde la contradicción y el acercamiento entre imposibles desemboca en una épica interespacial con ligeros ecos de otra gran obra de la ciencia ficción como lo es Solaris, de Stanisław Lem.
En definitiva, Cosmódromo es una novela impactante que narratológicamente se encuentra en los primeros podios del género. Rubén Azorín ha sabido dibujar una historia directa y penetrante que provoca la pulsión del lector entre el pánico de verse proyectado en ese vacío de su ser y del universo y la necesidad de ocultarse ante la verdad revelada. Una novela que ahora se ofrece en un solo tomo para que, en caso de que os quedéis con ganas de más, podáis continuar rápidamente con Cosmódromo – Elster.
- Nombre: Rubén Azorín Antón
- Género: novela de ciencia ficción
- Bio: Rubén Azorín Antón nació en Alicante a mediados de los setenta, en las postrimerías de la carrera espacial. Obtuvo la Licenciatura en Ciencias Económicas y la Diplomatura en Ingeniería Técnica Informática por la Universidad de Alicante al tiempo que la estación espacial MIR acababa sus días, a finales del siglo XX.Trabaja desde 2002 en NEXUS A&C, compañía líder en e-commerce y marketing online, de la que es socio fundador, y empresa madre de NEXUS Game Studios, dedicada a la producción y desarrollo de videojuegos.Apasionado del cine y la lectura desde niño, dedica a estos intereses sus horas de sol y vigilia, sintiéndose en su escritorio como en la biblioteca de la abadía. La ciencia ficción ha sido la piedra de toque que le ha lanzado a la aventura literaria con LUNA APOGEO, su primera obra que pronto se convirtió en un éxito de críticas y ventas. Con una ciencia ficción creíble, cercana y que, sin duda, será del gusto de muchos lectores.
- Libro: Cosmódromo
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