Francisco Olmos debutó en la literatura en el año 2014 con la autopublicación de Una noche en blanco y negro, un compendio de diez cuentos de ficción con diferentes estilos; entre ellos, gótico, surrealismo, fantasía y realismo mágico. Ahora da el salto a la edición profesional con La maldición de Nergal, una novela cargada de suspense que nos lleva hasta la ciudad de Londres de finales del siglo XIX.
Nuestro protagonista es James, un joven periodista que, como cualquier persona de su edad, aspira a convertirse en un gran profesional. Mientras que los asesinatos de Jack el Destripador captan toda la atención del público y acaparan las portadas de los periódicos, James debe encargarse de redactar artículos menores dedicados a los sucesos de los barrios bajos. Sin embargo, estos acontecimientos pronto llaman su atención, pues parecen seguir el mismo patrón. ¿Londres está expuesta a otro asesino en serie?
Como decimos, el carácter de James queda perfectamente definido por su edad. Es ambicioso y sueña con convertirse en un periodista destacado, pero cada paso que da es un golpe contra la pared de la realidad. Por más que se esfuerce, otros se llevan la fama mientras que su carrera parece estancarse sin un camino claro que seguir. Este choque entre lo que quiere y lo que consigue irá haciendo mella en su interior, transformándole en una persona cada vez más obsesiva y paranoica. Averiguar el misterio tras los crímenes de los barrios bajos es lo único que puede ayudarle en su carrera profesional y se amarrará a ello a toda costa. Así, ese James seguro de sí mismo y valiente va perdiendo terreno frente a un perfil más oscuro nacido de sus temores. Según avanza la novela, la evolución del periodista dibuja una línea ascendente continua, ofreciendo ricos y complejos matices que ayudan a que nos quedemos con él, a que le acompañemos en su viaje por el abismo.
Una expedición a través de todos los rincones de la capital británica, con el Támesis y su niebla evocadora como punto central, y el clima frío y húmedo, perfecto para desarrollar una historia de misterio del nivel de La maldición de Nergal. La falsa moral de la alta sociedad victoriana, el taciturno East End, las enfermedades, el opio, los avances tecnológicos frente a la perdurabilidad del miedo… Cada lugar y cada elemento son piezas fundamentales en el engranaje de la novela y ayudan a situarnos en esa temática gótica que el Francisco Olmos ha recibido de autores como Mary Shelley, Poe o Bram Stoker. Londres se convierte en un personaje más gracias a la propia experiencia del escritor –residente en la ciudad desde hace más de seis años–, a su gran labor de documentación y a su sincero interés de construir un relato con dosis de fantasía, pero realista en esencia y base. De esta forma, nuestra imaginación puede llegar hasta allí sin restricciones y quedar atrapada en su excitante atmósfera.
A esta ambientación, se suma un suspense incesante y un ritmo imparable que nos mantienen dentro de la historia sin dejar ninguna puerta abierta por la que poder escapar. La sobresaliente narrativa del autor es la aguja que une los hilos de las tramas en una delicada y calculada costura que nos envuelve por completo. Al igual que James, siempre vamos un paso por detrás de los acontecimientos y querer llegar al fondo del asunto, a la cima, se convierte en un delicioso juego de resultado inesperado. Todo el tiempo estamos perdidos: en las calles grises, en la degradación, en oscuras leyendas, entre entes sobrenaturales… Averiguar la respuesta correcta será también nuestra obsesión, por lo que nos convertiremos en protagonistas sin apenas darnos cuenta.
La maldición de Nergal desborda buen gusto y creatividad, y nos deja con ganas de leer más historias firmadas por Francisco Olmos, el cual ha demostrado tener un increíble potencial con el que seguir deleitándonos en el futuro. Es una lectura perfecta para los amantes del misterio en todas sus formas y una excelente opción para acercarse al género por primera vez. Londres ha sido protagonista en múltiples ocasiones, pero no siempre sus cielos nublados han tenido un resplandor tan seductor como este.
Libro: La maldición de Nergal
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