Buenos días, Keka. Draconangelus I: Igoli da nombre a tu primera novela de fantasía paranormal. La historia gira en torno a Angie, una joven que, a raíz de la muerte de sus padres, descubre el secreto que su familia ha estado ocultándole toda su vida. Desde ese momento, tendrá que luchar contra las fuerzas oscuras que acechan a su hermano y futuro arcángel Michael. ¿Qué podremos encontrar en esta primera parte? ¿Qué elementos de la novela destacarías?
En este primer libro, nos adentraremos en la vida laboral, familiar y amorosa de Angie que, con ayuda de los dos protagonistas masculinos de la saga, irá descubriendo el secreto que le ocultaba su familia: ser la hija mortal de un ángel Elohim, casado con una humana y padre de un arcángel. Eso trastocará su vida en cuestión de semanas, sumergiéndola en dos realidades nuevas de las que ya no podrá escapar: el mundo secreto de los ángeles y el ancestral de los dragones.
Destacaría el papel de su hermano Michael, un semihumano que en menos de un año se ha de transformar en arcángel y que vive rodeado de ángeles custodios que, además de tener que protegerle, le entrenan y le forman para llevar a cabo su función divina. Debido a esa doble vida en la que vive inmerso y por el afán protector que siente hacia su hermana, se inmiscuirá demasiado en la vida de esta y de Raffaele, su custodio jefe y mejor amigo, provocando que ella desvíe su atención hacia William y relegando así la relación entre ambos a un mero tema platónico que condicionará la vida de los tres a partir de entonces.
Como se intuye, Draconangelus I: Igoli tiene multitud de referencias religiosas, en especial, a los ángeles custodios y la orden draconiana. ¿Cómo surgió la idea? ¿Te apasionan las leyendas e historias acerca de seres sobrenaturales?
Siempre me han gustado las historias que te sumergen en una época real donde seres sobrenaturales, mágicos o legendarios pueden estar camuflados entre nosotros. Desde pequeña, me fascinó Drácula, sobre todo la versión cinematográfica de Coppola, donde se veía el lado sentimental del monstruo. Adoro la saga de Harry Potter, así como la humanización de animales y objetos diversos que se ven en películas de Disney y Pixar. Y, por supuesto, la saga Crepúsculo me influyó a la hora de desear tener una idea propia para una historia actual, con unos personajes que deseases poder cruzarte por la calle.
Y esa idea llegó un día sentada en el trasportín (asiento de las azafatas en un avión) en el que estaba haciendo la guardia nocturna de un vuelo desde Johannesburgo a Madrid. Tenía a la protagonista, en quien reflejaría mi profesión para darla a conocer al mundo, ya que casi todos saben lo que es un auxiliar de vuelo, pero pocos conocen lo difícil y cansada que es nuestra vida. Quise enmarcar a Angie dentro de un triangulo amoroso en el que apareciesen personajes de ficción y los ángeles fueron mi primera opción.
Investigando un poco antes de publicar un libro sobre angelología, pude perfilar a la mayoría de los personajes alados que salen en la saga, centrándome en la mención bíblica que existe sobre ángeles enamorados de humanas que llegaron a cohabitar con ellas e incluso a tener hijos, los llamados Nephilim. De ahí surgieron el padre de la protagonista, Uriel, y el enamorado ángel custodio, Raffaele. Después, como contrapunto a los ángeles, estuve dándole vueltas a algún otro ser sobrenatural al que poder humanizar y que aún no hubiera sido tratado de ese modo en literatura. Se me ocurrió investigar sobre las leyendas de dragones y la cantidad de fuentes que hay en relación con el poder benéfico que en muchas culturas orientales tienen, en concreto, los dragones metálicos. Luego, fue cuestión de convertir a uno de los principales protagonistas masculinos en un dragón polimorfizado en hombre mulato, William. Aproveché la riqueza étnica de la tierra africana de la que había surgido la idea madre y que, por otro lado, da título a la primera parte de la saga, Igoli, que significa Johannesburgo en zulú.
Angie se ve sumergida de pronto entre dos mundos que no pensaba que existiesen. Al igual que ella, nosotros tendremos que ir desenredando una compleja madeja en la que, además, se cruza una trama entre dos amores. Háblanos del diseño y de la construcción de este personaje.
En la novela, vemos la evolución de Angie junto con los secretos que va destapando. A pesar de su juventud, es una mujer de mundo, resuelta, independiente y madura que desde el momento en el que se entera del fallecimiento de sus padres tiene que tomar las riendas para poder trasladar sus cuerpos desde Kenia hasta Canadá. Ese viaje será determinante para que ella descubra que hay mundos paralelos al suyo. A partir de que ella ve transformado en dragón al hombre del que se ha enamorado, se esfuerza por descubrir el secreto que ha envuelto su vida desde que nació para colocar en su sitio todas las piezas del puzle y así poder ayudar a su hermano contra las fuerzas diabólicas que le acechan en su transformación como arcángel. Angie se convertirá en el nexo entre dragones y ángeles. Esa evolución del personaje se verá acrecentada en la segunda parte de la saga, llevándonos a descubrir en la tercera que su presencia dentro de esos mundos paralelos no es tan fortuita como se creía en un principio.
Partiendo de la premisa de ser hija de quien es y aprovechando esas alusiones que se hacen en el Antiguo Testamento sobre ángeles enamorados de humanas, he conseguido que Angie pasara de ser el punto de mira en el que estaban puestas todas las atenciones, como mortal indefensa que es, a convertirse en protectora de todos aquellos que están a su alrededor.
Si algo caracteriza Draconangelus I: Igoli es que nos hallamos en un constante misterio. ¿Fue esto lo que más te costó? ¿Con qué piedras tropezaste mientras escribías?
De Angie se enamoran por igual dos seres inmortales cuyas vidas y secretos hay que proteger frente al resto de los humanos. Las ocultaciones, intimidades y medias verdades que dotan a la historia de ese halo misterioso son necesarias para mantener la atención del lector y conseguir sacar el mayor provecho de los protagonistas. Al ayudarte de personajes secundarios con suficiente peso, mantienes la intriga y resuelves o provocas situaciones según la necesidad del momento.
Sin embargo, para darle consistencia y realismo a la historia, el principal escollo con el que me he encontrado ha sido luchar contra el tiempo y tratarlo con pulcritud, de manera que fuera creíble la vida de una mujer de diecinueve años de la que se enamoran un dragón milenario y un ángel con eones a su espalda. Angie está limitada por ese tiempo lineal en el que todos los humanos estamos inmersos. Por otra parte, los seres sobrenaturales de los que se rodea se mueven en una dimensión espacio-temporal que les da una amplitud de movilidad, de pensamiento y de consciencia distinta, y de la que solo en contadas ocasiones ella podrá participar. Me aproveché de que fuera una azafata de vuelo, por la rapidez con la que se puede mover por todo el mundo, pero, aun así, siempre hay que estar pendiente de ver en qué realidad se encuentra ella con respecto al resto de los personajes que la rodean.
La saga Draconangelus se enmarca en la fantasía, pero anteriormente has autopublicado dos novelas eróticas. ¿Qué es lo que más te gusta de cada género? ¿Cuál te resulta más complicado de elaborar y por qué?
En casi todas mis novelas y relatos cortos, toco temas tan universales como la muerte, el amor y el sexo. En mayor o menor medida, pero es algo que, por circunstancias de la idea madre de la que parto, evoluciona hasta llegar ahí. De la novela erótica, me gusta la frescura y la picardía de muchos diálogos que me llevan a elaborar escenas que consiguen que algunos lectores hayan tenido que dejar de leer, durante un rato, para poder retomarlo después de haber “apaciguado sus pensamientos”. De la novela fantástica, me apasiona el poder concederles una vida, entendible y lógica desde el punto de vista de los humanos adultos, a seres sobrenaturales con los que soñábamos de niños. ¿A quién no le gustaría tener de guardaespaldas a Iron Man? El género de fantasía juvenil nos apasiona a muchos adultos, pero echamos en falta cierto grado de pasión consumada para darle credibilidad; así que, aprovechando la acepción de “jóvenes adultos” (18-45+…), yo le meto erotismo a casi todo lo que escribo porque es lo que me gusta y lo que esperan muchos lectores.
La novela fantástica es la que me resulta más complicada de elaborar, por el alto grado de inventiva que tienes que llevar a cabo y que hace que te estrujes el cerebro de manera continuada. Por otro lado, es muy entretenida y, una vez que estás metido a fondo en el trabajo de elaboración o corrección, vives tu cotidianidad como si estuvieras inmerso en ese mundo que has creado lleno de personajes fabulosos, nombres e idiomas novedosos, capacidades extraordinarias de algunos, etc.
En los últimos cinco años, has participado en varios concursos literarios. ¿Cómo ha sido la experiencia? ¿Qué ha significado ese reconocimiento?
Los concursos suponen un ejercicio de creatividad que yo aconsejo a todos los escritores que hagan a menudo. Hay concursos de todo tipo y con temáticas diversas, y en los momentos en los que nos encontramos perfilando nuevas ideas, con proyectos literarios ya terminados o de bajón creativo, nos ayudan a agilizar la mente y a perfilar escritos acotados por unas bases concretas que estimulan la imaginación.
En mi caso, supuso un subidón de energía el ver la mención honorífica que me hicieron en Miami en 2012 por un relato corto que presenté. Con eso comencé a elaborar mi currículum de autora, tan necesario en la actualidad para darte a conocer, y me animé a trabajar en cierto tipo de construcciones narrativas que desconocía. Los concursos te permiten trabajar con otros géneros, mantener activa la creatividad y ganar reconocimiento como escritora.
Además de novela, has escrito microrrelatos, los cuales pueden leerse en tu web (www.kdilano.com). ¿Cuáles son los principales temas que tratan? ¿En qué están inspirados?
Son relatos cortos que han sido publicados en dos de las revistas culturales de la sierra norte de Madrid en las que he colaborado. En una, escribía inspirándome en cuadros (Edward Hopper, Flandrin, Magritte…). Y en la otra, lo hacía seguida por las ideas que me llegaban al observar ciertas fotos en las que veía desde miedos hasta infidelidades, pasando por abandonos, duelos, prostitución… Cada foto me cuenta cosas distintas y es un recurso creativo que promueven algunos concursos literarios al tener que inspirarte en imágenes preseleccionadas por ellos.
¿Qué autores u obras del género fantástico has leído? ¿Cuál recomendarías y por qué?
Clásicos como Lewis Carroll, Poe, Michael Ende, Julio Verne, actuales como Cornelia Funke, Stephen King, Maite Carranza… Y, como me apasionan las sagas y cuanto más extensas mejor, recomendaría Harry Potter, de J. K. Rowling, por la mezcla de realidad y ficción que tiene. También porque, si paseas por cualquiera de los parques temáticos ambientados con sus historias y que están repartidos por todo el planeta, podrás sentir que formas parte del fantástico mundo creado por su autora.
A parte de los dos tomos que completarán Draconangelus, ¿qué otros proyectos tienes en mente?
Debido a la reedición de estos dos primeros libros de la saga y la que será la primera publicación de la última parte de la trilogía, tuve que dejar aparcadas las ochenta primeras páginas que ya tengo escritas de mi siguiente libro, que sigue un poco la línea de El secreto de Boommarang, el cual autopubliqué en Amazon en 2014. En esta nueva novela, los protagonistas y amantes también son dos chicos, por lo que habrá un alto grado de erotismo, solo que, en vez de rozar el género de la novela negra como en Boommarang, tenderá a irse hacia un lado más paranormal de la cuenta y… hasta aquí puedo leer.
Os mando un fuerte abrazo a todos y os deseo felices fiestas.
Libro: Draconangelus I: Igoli
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