Buenos días, Victoria. Estamos encantados de poder hablar contigo sobre tu recién publicado libro Relatos indisciplinados (Editorial Tregolam). El cual es una aleación muy lograda de autoficción y de la creatividad propia de un escritor, que anda a caballo entre dos ciudades muy importantes para ti: Madrid y Londres.
¿Qué se siente al haber realizado tu primera incursión en el mundo literario? ¿Desde hace cuánto tiempo guardabas este libro solo para ti?
Pues mira; comencé a escribir hace mucho tiempo. De hecho, siempre había escrito poemas sin rima, cartas, sentimientos… después ya un poco más en «serio» desde que me fui a vivir a Londres e intenté plasmar experiencias y volcar mis deseos de liberar emociones como terapia en el papel. Muchos relatos llevan escritos cinco años y otros son más recientes; pero la compilación de estos treinta y tres lleva guardada en una carpeta de mi ordenador un par de años.
Como decíamos, existen dos ciudades que te han marcado especialmente y que también te han servido de inspiración contextual a lo largo de tu libro. ¿Qué te aporta la ciudad de Madrid? ¿Y Londres?
La ciudad de Madrid es mi ciudad, es mi casa y la adoro. Me gusta decir que soy gata y una madrileña de pro. Me encanta pasear sus calles y lugares y enseñarla siempre que puedo. Londres es como ese deseo especial que siempre tuve de visitar y conocer esa ciudad que te entra en las venas cuando aprendes inglés y que cuando me fui allí a vivir y a trabajar lo tomé como un gran regalo que me ofrecía la vida. Así fue sin duda. La convertí también en mi casa rápidamente y me dediqué con pasión a recorrerla y a conocerla lo mejor posible. Ambas me aportan belleza, personalidad y muchas experiencias de aprendizaje y me hacen disfrutar de lo mejor de cada una siempre que puedo.
Existe un debate entre distintos autores sobre los cursos de escritura. El autor inglés Hanif Kureishi considera que es una pérdida de tiempo. Sin embargo, escritoras de renombre, como Rosa Montero, opinan todo lo contrario. ¿Crees que un escritor nace o se hace?
Pues creo que de partida hay que tener la necesidad y las ganas de contar, de decir, la soltura del lenguaje, las ideas, la imaginación…pero también es muy importante aprender las técnicas, las “normas” de ese medio que quieras utilizar para contarlo. Los talleres o cursos de escritura son muy importantes para adquirir las herramientas necesarias y saber expresar con soltura tus ideas, sentimientos, tu imaginación… y servirte de ellas.
Suponemos que escribir Relatos indisciplinados ha supuesto, quizá, una terapia. Desnudarte del modo en que lo haces para que el lector vea tu lado más íntimo no debe de ser fácil. ¿Alguna vez pensaste en desechar alguno de los relatos? ¿Por qué diste este gran paso y publicar?
Muy buena pregunta. Esa ha sido una de las causas por las que estos relatos estaban guardados. Me daba pudor desnudarme así y hacerme vulnerable para todo el mundo, pero por otro lado, era como una necesidad de compartirlos con la gente y de sentir sus reacciones y verles cómo asienten mientras los van leyendo. Cuando leía alguno a amigos en petit comité y se emocionaban o reían con algunas historias, supe que lo tenía que hacer llegar a más gente. Tenía que compartirlo. Cuando una amiga que estaba escuchando un relato mío en una reunión rompió a llorar, entendí que lo tenía que sacar de un modo casi terapéutico.
En el relato «Mi colección de momentos» podemos leer esta frase: «Voy a volver a escribir mi vida si no queda otro remedio, la puedo reinventar con retazos de la realidad y colores de la fantasía». ¿Es tu libro un deseo de querer permanecer, de narrar los momentos que te han marcado para que no se olviden?
Eso es. Creo que eso lo heredé de mi padre. No sabía escribir y creo que esa era la razón por la cual repetía las historias de su infancia y de su pueblo una y otra vez. No quería olvidarlas. Es de nuevo una necesidad de terapia de grupo: repetirlo otra vez ante el círculo de compañeros de la terapia.
Al hilo de la anterior pregunta, creemos que la cubierta del libro refleja muy bien ese «querer permanecer» y, al mismo tiempo, la introspección, el fluir, el movimiento. ¿Cuando escribes te observas a ti misma, como narradora, desde fuera? ¿Eres capaz de visualizarte como la mujer de la cubierta cuando te encuentras a solas contigo misma y el folio en blanco?
En primer lugar decirte que la cubierta ha sido un éxito y que todo el mundo coincide en lo especial y sencilla que es, aunque a la vez llena de simbolismo. Me visualizo como esa chica de la cubierta y utilizando tus palabras, flotando en el movimiento, fluyendo en la introspección. Aun así, paso por épocas en las que el folio en blanco me da terror y otras, en las que tengo tantas ideas que no quiero dejar de escribir. Es como la chica de la portada, sí. Dejar que fluya.
Tu libro nos parece una obra llena de belleza, con lugares comunes en las que el lector se puede sentir muy identificado. Además, el estilo narrativo tan cuidado nos hace pensar que además eres una gran lectora. ¿Qué autores/as te han marcado como lectora? ¿Y como escritora?
Me gusta mucho leer y siempre me ha gustado. En épocas era lo único que hacía… y leo de todo, principalmente novela y relato, pero también tuve una época lírica muy aguda e intensa.
Una de mis escritoras fetiche siempre ha sido Carmen Martín Gaite. Creo que cuando la conocí y leí el primer libro, no cejé hasta completar toda su obra. Es magnífica, intimista, cercana… precisa con el lenguaje, culta… Más adelante, Rosa Montero me empezó a encantar, de Elvira Lindo me gusta su chispa y su velocidad. Me encanta, me divierte y me sorprende siempre Juan José Millás al que admiro muchísimo y también a Javier Marías. Y, por supuesto, últimamente ando leyendo y releyendo relatos de los grandes autores americanos: Cheever, Carver, Bradbury,… y enamorada de la literatura de Lucía Berlín cuyo descubrimiento que me ha parecido brutal.
Uno de los relatos está dedicado a tu padre. En otro, narras en primera persona la voz de tu madre, otro relato es una carta a una sobrina, a una nieta… ¿Cómo de importante es la familia para ti? ¿Relatos indisciplinados es también un homenaje a ellos?
La familia es muy importante en mi vida. Todo lo vivido de niña, de adolescente, de joven… ha ido marcando mi personalidad, mi carácter, mi forma de enfrentarme a la vida. Disfruto mucho pasando una tarde en una reunión familiar. Me encanta reconocerme en los mayores y reconocer en los jóvenes esos pequeños secretos del ADN y reírme de todas esas rarezas y especialidades que tenemos los Alonso Gutiérrez. Increíble combinación genética por cierto de moreno y bajito con rubia y alta con ojos azules. De ahí en adelante, todo es posible en nuestras casas.
El estilo directo, mordaz, con un toque de humor negro caracteriza prácticamente todos los relatos. En unos, este estilo conduce a un sentimiento de tristeza, de una tristeza obligatoria que exige el acto mismo de vivir. En otros, en cambio, lleva al lector a la risa y a la empatía. ¿Hasta qué punto consideras que tu propia personalidad influye en la manera de enfocar el estilo de tus relatos? ¿Hay alguno de ellos con el que sientas especial cercanía?
La influencia de mi personalidad es total a la hora de enfocar mis relatos, sobre todo porque, como he dicho antes, todas las vivencias y las malas y buenas experiencias han llenado mi mochila y esto sale en los relatos inevitablemente.
A pesar de ser tu primer libro publicado, el lector advierte una soltura narrativa muy madura en cada uno de los textos. ¿Tendremos la suerte de poder seguir leyéndote en el futuro?
Muchas gracias por esta crítica. Es como árnica para mis oídos en este momento. Me alegra mucho que me lo preguntes porque en verdad ya estoy preparando la siguiente tanda de relatos. Tardará, pero seguro que volveremos a encontrarnos. Últimamente, no sé si será el subidón de la publicación de este libro, estoy escribiendo mucho y tengo muchas ideas que bullen en mi cabecita.
La cotidianidad es el gran soporte de Relatos indisciplinados. Sobre ella se asientan recuerdos, dichas y desdichas, emociones y mucho aprendizaje. ¿Consideras que esta puede ser una de las claves para que el libro sea acogido por un público más amplio?
La cotidianidad suele ser uno de los elementos fundamentales de mis personajes que viven vidas normales en situaciones normales, pero por supuesto, como me pasa a mí también, algunos despegan de su cotidianidad y se convierten en viajeros y voladores en el tiempo y el espacio. Eso yo creo que sí puede ser una clave para que este libro llegue a un público más amplio porque estos relatos están llenos de relatos comunes que no querrías dejar pasar.
«Mi vida siempre fue un ruido; un murmullo ensordecedor, un griterío callado». En el relato que comienza con esta frase hablas de esos sonidos externos que te han acompañado a lo largo de tu vida, ¿Es tu libro una manera de hacer tu propio ruido en el mundo también?
Una manera de hacer mi propio ruido y de tocar mi propia música, sí. Componer la letra ha dado como resultado estas treinta y tres canciones.
Habiendo vivido tantos años en Londres, ¿te has planteado alguna vez traducir tu libro al inglés para que también puedan disfrutar de ti los lectores anglosajones?
Pues no me lo había planteado, pero igual cuando me jubile, puede ser una buena idea. Gracias por ella.
Estamos llegando al final de la entrevista, Victoria. Te dejamos unas líneas para que le comentes lo que quieras a tus lectores y que nosotros no te hayamos preguntado.
Principalmente darte las gracias por haber leído mis relatos con tanto detenimiento y haberme hecho unas preguntas tan profundas y elaboradas y también por tratarme y tratar a mis personajes con tanto cariño.
Muchas gracias por concedernos esta entrevista. Desde Tregolam te auguramos un gran éxito con tu libro Relatos indisciplinados.
Disponible en: Agapea, Amazon, Read On time
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