¡Bienvenido, Roberto! Es un honor poder hablar contigo sobre El privilegio de aprender a nadar.
En este nuevo poemario abres la puerta a la introspección a través de versos que tratan sobre el ser humano: el amor, las relaciones complejas, la nostalgia, la autoestima…
Cuéntanos, ¿qué te llevó a escribir El privilegio de aprender a nadar? ¿Cómo encontraste la inspiración para esta obra?
Este libro lleva dentro de mí mucho tiempo, desde mucho antes de escribirlo. Sentía la necesidad de narrar en verso y de manera simple lo complejo que es flotar, nadar y no hundirse en esta sociedad, a veces dormida y siempre frenética, que no se cansa de imponernos cosas: estar siempre felices, aunque sea mentira; no fracasar en nada, aunque sea imposible; aparentar y aparentar, albergando un pánico horrible a la pausa, a quedarnos a solas con nosotros mismos. La inspiración vino sola, como siempre, con la luz de los amaneceres de Zahara.
Tu libro aborda temas profundos como la libertad, la soledad o la salud mental, entre otros. ¿Qué esperas que los lectores obtengan o reflexionen al sumergirse en tus versos?
Me encantaría que estos versos pellizquen a los lectores. Que incluso les genere dolor, un dolor sanador. Que en algunos tramos sientan ahogo y que al final luzcan una marca. Por supuesto, para que en esa amable cicatriz observen la belleza, lo maravilloso y auténtico que siempre espera al otro lado de la tristeza o la incertidumbre.
En la obra también se explora la búsqueda del yo. En el mundo digital en el que vivimos, ¿cómo crees que la poesía puede ser un refugio o una herramienta para enfrentar estas realidades modernas?
En la era del individualismo actual necesitamos puentes, más diálogo y pensamiento colectivo. Y el arte ha sido y siempre será el canal perfecto para unirnos, para darle sentido a las debilidades de todos y atrapar la esencia y la alegría que nos rescata. ¿Qué haríamos sin libros, cuadros, canciones o películas? Vivir, sí, pero como cavernícolas analfabetos, cada vez más aislados y cada vez más vacíos.
La poesía es un género muy íntimo. ¿Cómo influyen tus experiencias y vivencias personales en tu proceso creativo? ¿Qué poema dirías que es el más allegado a ti?
Lo que me sucede influye en mi literatura, como influye el día a día del mundo en el que vivo. Nada me es ajeno, y me esfuerzo para ello. Me preocuparía que de repente no me angustiara saber que miles de personas mueren por la decisión de un político desgraciado. O que un nuevo tratamiento contra el cáncer no me despertara un entusiasmo brutal. Todo lo que ocurre alrededor, me ocurre a mí. ¿Y el poema más allegado del libro? Sin ninguna duda el que le dedico a mi hija.
Renee Mooi, cantante mexicana, escribió el prólogo de tu libro. ¿Cómo surgió esta colaboración? ¿Qué impacto crees que tiene su perspectiva en tu obra?
Pues es una colaboración muy bonita que se me propuso y me pareció estupenda. Una artista con una proyección internacional como la suya y que tiene como sentir musical la fusión, la evolución de sonidos… me parece ideal. Un honor que aceptara subirse a este barco.
Hablando de México, sabemos que colaboras en revistas literarias de este país, así como en Chile y Argentina. ¿Ha repercutido esta práctica en tu interacción con los lectores y otras comunidades literarias en América Latina y España?
Sí, por supuesto. Para un chico como yo de Fuenlabrada, al sur de Madrid, donde la primera puerta que me abrió al mundo fue la de Atocha, el que tras años de trabajo, esfuerzo y suerte pueda tener amigos y un contacto directo con personas de otros países es un regalo. Saber y conocer sus inquietudes me acerca a una escritura más universal. Gracias a ella he aprendido que al final no importa dónde nazcamos, la felicidad se esconde por igual en la simpleza del amor. Y esto es lo que buscan mis versos.
Al pensar en tus influencias, ¿hay algún poeta o escritor que sientas que haya dejado una huella indeleble en tu estilo o enfoque hacia la escritura?
No soy nada mitómano. Quizá el poeta actual que tenga un mensaje con el cual me siento más identificado sea Benjamín Prado. También la tinta punzante de Javier Menéndez Flores. Por lo demás, quien al escribir me suele calar por dentro es Woddy Allen con su ingenio, Rosa María Calaf con su periodismo rupturista, Sabina con su magia del 99… Esas huellas no se me borran con el tiempo.
En 2017 fusionaste la poesía con el rock en Viral, un disco muy especial. ¿Cómo crees que estos dos medios se complementan y enriquecen mutuamente? ¿Te gustaría volver a hacerlo en el futuro?
Mi puesta en escena, aunque con protagonismo de las letras más puras, siempre va unida a la música. Ambos géneros están tan interrelacionados que me costaría reconocer dónde acaba uno y empieza otro. Se necesitan, y potencian el significado de la obra sobre el público. En Viral, la vida me regaló disfrutar, trabajar y aprender junto al gran Vikxie. Y el año pasado dejé una gira pendiente junto al cantautor Fito Mansilla. ¿En el futuro habrá más colaboraciones? No lo sé, pero me gustaría, sí, claro que me gustaría.
Además de El privilegio de aprender a andar, en tu repertorio también cuentas con los poemarios Manual de maletas y sueños (2014) y Vía Jamás (2018) y con novelas como El jardinero de estrellas (2016) y Cierra los ojos y mira (2020). ¿Con qué género te sientes más cómodo? ¿Cómo sientes que has evolucionado como escritor y poeta?
Me gusta sentirme extranjero de mí mismo y colarme en fiestas donde no me llaman. Empecé mi andadura artística con la poesía, que digamos que es mi núcleo, el lugar donde me exprimo y profundizo más. Pero, tras esa primera publicación, di un giro a la narrativa. En estos más de diez años he ido haciendo lo que me ha ido naciendo, sin importar el género.
No es fácil adentrarse en este mundo literario. Con tu experiencia, ¿qué consejo le darías a los escritores noveles que están considerando escribir o publicar un libro?
Mi consejo sería que no se preocuparan tanto por publicar y sí más por leer, por documentarse, que es muy divertido meterse en la piel de otros personajes, de otras épocas, o incluso de uno mismo. Si el recorrido de la escritura se realiza desde ese punto de vista y no desde la búsqueda del reconocimiento y la fama, es un viaje bonito, muy bonito.
Después de haber leído este libro, ¡necesitamos más! ¿Qué podemos esperar de Roberto Gallego en el futuro? ¿Hay nuevos proyectos o géneros que te gustaría explorar?
Siempre hay nuevos proyectos. Tengo unos primeros papeles ya dando vueltas por el despacho que me tienen muy feliz. Pero de momento no es su turno, ahora toca esperar y nadar. Tengo el privilegio de empezar gira poética.
Para concluir, nos gustaría ofrecerte este espacio para compartir cualquier pensamiento, mensaje o invitación que desees dirigir a tus lectores.
Para los apasionados de la poesía y los que no, para los que asistís a eventos artísticos y los que no, os invito a los que tendré próximamente, convencido de que vais a comprobar y sentir que estáis presenciando algo único e irrepetible. Si coincide que estáis en alguna de estas ciudades, os espero:
Mas información en @rgallego_oficial.
Muchas gracias y buena suerte.
¡Muchas gracias por atendernos, Roberto! Te deseamos muchísimo éxito con tu nuevo y fantástico poemario.
El privilegio de aprender a nadar está disponible en la página web de la editorial, Aliar Ediciones, así como en cualquier librería física y online de España y en todas las librerías bajo pedido de Latinoamérica.
Y ahora navega por sus páginas sin ancla, sin dioses, desconéctate de lo demás. Nada más importa. Tú nada.
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