Buenos días, Juanjo. Nos ha encantado tu libro Diario del coronavirus (Editorial Adarve). Una novela que acaba de ser publicada y muy actual en donde al protagonista, Juanjo, le sucede de todo, mientras se encuentra recluido en su apartamento durante la cuarentena.
¿Qué nos puedes adelantar de tu novela? ¿Habrá espacio para una continuación?
Se trata de una comedia de confinamiento en la que, como contrapunto a la tragedia de la pandemia, narro con tono lúdico las aventuras del protagonista. La obra está llena de toques de poesía, misterio y género negro. He mezclado tonos de modo que resulte tan divertida de leer como lo fue de escribir, eso sí, acariciando el estilo, la clave de la escritura. Respecto a segundas partes, como es normal, deseo con toda mi alma que no haya un segundo confinamiento. Y no me gustan secuelas, sagas y demás. Prefiero que cada novela sea un mundo aparte, que la cuente un narrador distinto con su voz propia.
Eres un escritor nacido en Granada. Relacionado con esto, al principio de la novela se lee: «No volveré a criticar a los granadinos. Antes lo he hecho por granadino, no hay nada más granadino que criticar a los granadinos». ¿Crees que el sentimiento de pertenencia es relativo?
Es lógico que la gente se identifique con el lugar donde nació. Pero al mismo tiempo resulta ridículo creer que tu país es el mejor del mundo solo porque hayas nacido en él. Al respecto, me interesan los escritores que, como Joyce o Bernhard, se volvieron contra sus lugares de nacimiento. Me fascina la rebelión contra el entorno –la patria, la familia- y sus valores como medio de lograr la expresión propia. Hubo algunos que incluso escribieron en un idioma que no era el materno, como Conrad o Beckett.
Esta es tu primera novela publicada hasta la fecha, aunque ya habías colaborado en la revista Marie Claire realizando artículos sobre literatura, cine y música. Entendemos, en este caso, que siempre has sido un amante de estas disciplinas. ¿Qué sientes ahora que Diario del coronavirus ha visto la luz?
Sí, el cine y la música están muy presentes en la novela. Siempre me he definido como un espectador nato. Especialmente, lector. Creo que leer un buen libro es más creativo que escribir otro mediocre. Leer te hace sentir vivo, libre, sales de ti mismo y te conviertes en otros, pero al mismo tiempo viajas al centro de ti. En cuanto a escribir un libro, supone un medio de canalizar la intensidad y la emoción que me desbordan con ciertas lecturas. A veces, después de leer algo bueno, quedo conmocionado. Siento un exceso de energía que necesito emplear en algo, y escribo.
Tu novela tiene un tono sarcástico, socarrón, ¿el humor es siempre una cura a pesar de las adversidades o hay momentos en los que el humor está fuera de lugar?
El humor nunca puede faltar. Es necesario, en la peor adversidad. En la novela he intentado aliviar el drama general con la historia particular del protagonista, teñida de humor. Tenía que compensar. Si llego a contar una tragedia dentro de otra tragedia, habría sido excesivo. Aquellos días quería salvarme escribiendo, si llego a intensificar lo que pasaba afuera con otro drama, me hundo. El humor es un mecanismo de defensa imprescindible, especialmente la ironía, la gran enemiga de los dogmas, pero hay que empezar a aplicarla sobre uno mismo. Desconfío de quienes son incapaces de reírse de sí mismos.
Juanjo es un ser que se muestra al principio como un anacoreta, sin embargo, no deja de preocuparse por sus seres queridos y sus vecinos, a los cuales les facilita libros y películas. ¿Crees que la cultura ha sido esencial durante la cuarentena? ¿Crees que la gente la tiene en la misma consideración ahora que hemos vuelto a la «nueva normalidad»?
Soy escéptico sobre eso. Durante la reclusión la cultura ha sido fundamental, supongo, pero para quienes la amaran antes. El confinamiento no hizo más que exagerar nuestros vicios o virtudes. Quien leyera antes, habrá leído más. Aunque no sé si leer mucho es una virtud o un vicio. Pero también es posible que hayan nacido vocaciones literarias o nuevos lectores en aquellos días. Quienes hayan empezado a leer en la cuarentena se habrán enganchado para siempre, eso seguro, a no ser que hayan leído autoayuda o esa literatura tan ligera que uno no sabe cómo se sostiene en los escaparates.
En Diario del coronavirus existen tanto críticas (al gobierno, a la opresión, a la falta de libertad, a la falta de atención en las residencias,entre otras cosas) como homenajes (a los sanitarios, farmacéuticos, profesionales de la cultura, etc.). Parece que tu alter ego es una representación casi perfecta de la opinión generalizada. ¿Crees que el estado de alarma ha cambiado un poco nuestra idiosincrasia o por el contrario todo se mantiene como al principio de la pandemia?
El estado de alarma solo me inspira pesimismo, de parte de gobernantes y gobernados. Si para lograr que en una pandemia nos guardemos a nosotros y a los demás, tienen que obligarnos, algo no funciona. En una sociedad más madura no tendrían que privarnos de ningún derecho, los ciudadanos serían lo bastante responsables para quedarse en casa. Resulta insoportable que te limiten la libertad, pero no hay libertad sin responsabilidad, y es inadmisible la libertad de contagiar. Pobre palabra, libertad, tener que escucharla en boca de algunos… Desde el verano estamos comprobando que por desgracia muchos se siguen comportando como si nada hubiera sucedido, lo cual es el mejor medio de que lo peor vuelva a suceder.
Tienes un estilo literario muy cuidado con un amplio vocabulario, a veces incluso lírico. De hecho, tu personaje Juanjo no para de culturizarse a través de los libros y las películas. ¿Qué hay de ti en el otro Juanjo, tu protagonista?
Te cuento un secreto. El proyecto comenzó siendo un diario de verdad. Como a casi todos, el tiempo empezó a sobrarme y pensé dedicar un rato a describir mi día a día, como entretenimiento. Cuando llevaba ocho o nueve días me di cuenta de que, como por suerte mi vida es muy aburrida, aquello no funcionaba. Pero cuando iba a abandonar la idea, me pregunté: «¿Y si…?». Es decir, empecé a imaginar qué habría pasado de haberme sucedido tal o cual cosa, exagerando o desquiciando ciertas situaciones reales. A partir de entonces contraje la fiebre de la ficción y empecé desde el principio, inventándolo todo. Aquel rato previsto de escritura diaria se convirtió en ocho horas, a veces más. Cambié, respecto a la realidad, hasta los libros o las películas que veía, pues para darle unidad a la novela empleé muchos relacionados con epidemias y confinamientos. De modo que solo coincido con Juanjo, aparte de en el nombre, en su afición al cine, la escritura, la lectura o la música. Lo que no es poco, ahora que lo pienso.
¿Qué aspectos te sucedieron realmente durante la cuarentena y que aparezcan en el libro? ¿Estuviste solo, como tu personaje, durante el confinamiento o todo ha sido fruto de tu imaginación?
Como te digo, casi toda la novela es ficción pura y dura. Solo algún que otro detalle real pudo servirme como trampolín para fantasear. En cambio, son reales el apartamento y la calle donde vivo, no convenía cambiarla para testimoniar la realidad del confinamiento, qué aspecto tuvieron las calles aquellos días. Las ventanas fueron esenciales entonces. Pero no, no me ocurrió nada de lo que cuento en la novela, de hecho no me ocurrió nada en absoluto, porque pasaba el día escribiendo, luego en cierto modo me ocurrió todo. Escribir trescientas páginas en dos meses casi me mata, teniendo en cuenta que debía ir corrigiendo lo anterior y planificando lo siguiente, con la incertidumbre de la situación. El reto era terminar la novela —revisada a última sangre— el día sesenta de confinamiento. Como previsión me basé en la experiencia china y adecué la estructura de la novela conforme a eso. Fue un quebradero de cabeza ir ajustando y reajustando todo. Había ciertos personajes que debían aparecer más cuando la situación empeoraba, y nunca se sabía nada. En fin, si la novela ha quedado bien estructurada, me siento capaz de estructurar cualquiera en el futuro. Y sí, estuve solo durante la cuarentena, aunque escribiendo con pasión es imposible sentirse solo.
Has creado una variedad de personajes muy dispares: David, el acosador de Juanjo que lo intimida a través de una paloma mensajera; un chico anónimo vestido de negro que no deja de toser encima de la gente; la inestable Ana, la hacker llamada Rosa; Pili, su antigua vecina; su madre, quien vive al lado; y su dictatorial psiquiatra, el doctor Aguirre. ¿Algunos de ellos están basado en personas reales? ¿Con qué personaje crees que se sentirá más identificado el público lector?
Supongo que con el narrador, Juanjo. Tiene las mismas inquietudes, aprensiones y reacciones que la mayoría. Como has dicho antes, representa la opinión generalizada, la de cualquier ciudadano con cierto sentido común. Sufre la misma ansiedad al escuchar las noticias, se preocupa por su entorno, intenta cuidarse y aprovechar el tiempo, sufre insomnio… Por desgracia, lo que nos sucedió a casi todos. Sobre la otra cuestión, todos los personajes son imaginarios. Por juego conservé los nombres y el físico de mis familiares, nada más que eso.
Puesto que la covid-19 es una enfermedad infecciosa que ha afectado a nivel mundial, es muy posible que tu novela atraiga todavía más la atención a un gran número de lectores al otro lado del globo terráqueo. ¿Has pensado alguna vez en traducir tu libro a otros idiomas?
No me lo he planteado. Con la cantidad de potenciales lectores que hay en castellano, no he pensado llegar a más. Pero ahora que lo dices, claro que me gustaría que tradujeran la novela, aunque sea una quimera. En realidad, con que lean la novela quienes realmente sepan disfrutarla, me conformo. No he escrito sobre el confinamiento para vender, sino porque realmente no podía pensar en otra cosa al abrir la libreta o el ordenador. Y de algo tenía que escribir, eso estaba clarísimo.
Inferimos por tu escritura que eres un gran lector. ¿Qué escritores o escritoras te han influenciado más? Por otro lado, ¿consideras que un escritor necesita ejercitar el oficio o es algo innato que no necesita de práctica?
No creo en los escritores prodigio, no hay. La única manera de aprender medianamente a escribir es escribiendo. Y no de cualquier manera, sino acometiendo cada frase como si te fueras a morir después. Con la escritura pasa como en todo, si no se hace a fondo, es mejor dejarlo. Más que influencias tengo preferencias, supongo que de algún modo se infiltran en lo que hago. Soy fanático de la novelística del siglo pasado. Tanto hispanoamericana (García Márquez, Carpentier, Onetti, Mújica Láinez…), como angloamericana (Nabokov, Faulkner, Graham Greene…). Y muchos otros, todos de esa época.
En tu libro hay historias de amor, de desamor, de odio, algo de suspense, comedia…Existen diversos elementos que hacen de Diario del coronavirus una novela distinta a lo que conocemos. ¿Por qué otros motivos crees que tu libro enganchará al lector?
Se abordan los temas de la crisis eludiendo siempre los tópicos. Aunque en la novela palpita la actualidad de la pandemia, he evitado dar estadísticas o lo que ya todos conocimos por las noticias. No quería hacer una crónica al uso, para eso están los periódicos, sino reflejar la realidad desde una perspectiva especial. Puede que mi enfoque no guste o extrañe, pero al menos nadie se aburrirá con lo consabido.
En una entrevista realizada hace muy poco a la escritora Rosa Montero esta decía que «lo que es posible es que, dentro de cinco o diez años, de repente, empiecen a salir un montón de novelas que curiosamente traten de experiencias de soledad y aislamiento». ¿Qué opinas de su afirmación? ¿Crees que surgirá un nuevo género relacionado con los efectos de la pandemia?
No sería ninguna novedad. En literatura la soledad es uno de los grandes temas de la modernidad. Así es desde Melville o Hawthorne, y de ahí a Kafka y en adelante. En realidad, a partir del surgimiento de las ciudades tal como las conocemos, es decir, en la multitud, el sentimiento de soledad subjetiva se ha acentuado.
Muchas gracias por concedernos esta entrevista, Juanjo. ¡Te deseamos mucha suerte con tu novela Diario del coronavirus!
Disponibles en: Amazon, Editorial Adarve, Casa del Libro y El Corte Inglés
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