Buenos días, Juan Vicente y Rafael. Encantada de poder saludaros. El año pasado sacasteis a la luz La tierra de las Españas, un interesante libro que recupera un cierto modo de reflexionar sobre España como nación: el propio de la geopolítica. Creo que podríamos empezar por esta palabra ¿Qué entendéis por geopolítica? ¿En qué consiste este punto de vista?
Nos gusta decir que, principalmente, es una vacuna contra la megalomanía política. Situándonos en ese terreno, se entiende muy bien qué es la geopolítica, cuál es su núcleo. Pensemos, por ejemplo, en los casos de Napoleón y Hitler. Cuando invadieron Rusia confiaron demasiado en la potencia militar y tecnológica y menospreciaron los condicionantes geográficos (el clima, las distancias…) que desaconsejaban la decisión que habían tomado. Ignoraron la geopolítica y eso les llevó a la derrota y al desastre. Más recientemente, hemos visto que Estados Unidos ha tropezado en la misma piedra en Irak y Afganistán.
Pero hay otra variante de esa megalomanía: los nacionalismos que entronizan el «hecho diferencial» y el sentimiento de pertenencia a una determinada cultura y, desde ahí, buscan la secesión, olvidando que esos territorios llevan siglos compartiendo una geografía y una historia con el resto y que ello les ha reportado grandes beneficios. En España conocemos bien el fenómeno, pero afecta también a otros países europeos.
Como decíamos, la geopolítica nos vacuna contra estas formas de megalomanía. Podríamos decir que es el conocimiento y la toma en consideración de las realidades geográficas que influyen en la política y, según los casos, le ponen límites o le abren posibilidades. Desde un punto de vista práctico, es una parte esencial de la política como arte de lo posible y así lo muestra el hecho de que los dirigentes más lúcidos siempre han sido conscientes de que, por mucha tecnología que se disponga y por mucha que sea la potencia militar, la geografía no puede ser ignorada.
Pero la geopolítica es también una tradición cultural y científica que está a nuestra disposición. Desde hace siglos, multitud de pensadores vienen reflexionando e investigando sobre la influencia de la geografía en la historia y en la política. Tener en cuenta esa tradición, actualizarla y llevarla al futuro es hoy más necesario que nunca, pues vivimos una época en la que la ignorancia de esta materia está causando estragos, tanto en la esfera internacional como dentro de los países.
Vuestro libro recupera una larga tradición de pensamiento geopolítico sobre España y la Península Ibérica. ¿Por qué consideráis relevantes a estos autores para el momento actual que estamos viviendo? ¿Cuánto tiempo os ha llevado recopilar toda esta información?
En 2012 se publicó en Estados Unidos un libro titulado La venganza de la geografía, escrito por el historiador y periodista Robert Kaplan. En él hace un repaso de la geopolítica mundial, insistiendo en los límites y condicionantes geográficos que afectan a la hegemonía norteamericana. Es una especie de aviso al público y los dirigentes de su país: si Estados Unidos quiere conservar su papel en el mundo, no puede seguir actuando como si la geografía no contara, tal como ocurrió en los años posteriores a la caída del muro de Berlín.
Nuestro libro pretende también avisar al público y la clase política, avisar en el sentido de hacer notar, poner de manifiesto lo que pasa desapercibido. En nuestro caso el mensaje es el siguiente: en España cualquier intento de secesión o de disgregación se va a encontrar con un obstáculo de gran envergadura: una serie de realidades y condicionantes geográficos e históricos. No todo es posible, porque se interpone el peso de una geografía y una larga historia comunes, cuyas claves sintetizamos en el libro.
Escribir un ensayo era un camino posible, pero el material que íbamos descubriendo era tan interesante que nos decidimos por una antología de textos, acompañada de una introducción y un epílogo. El libro es el resultado de muchas horas de investigación, ha sido como una labor detectivesca bastante ardua. Afortunadamente, ya conocíamos algunos textos significativos, no empezábamos de cero. Digamos que teníamos algunas piezas del puzle y se trataba de encontrar el resto.
El resultado es una antología de 28 textos que van desde la época romana hasta finales del siglo XX, aunque dominan los escritos en el XIX y el XX. El tema más relevante, aunque no el único, son las razones geográficas e históricas que explican por qué España, a pesar de crisis y guerras civiles, ha permanecido como nación y por qué es muy probable que eso siga siendo así. No se trata de un libro académico, sino que está dirigido a un público amplio. Hemos sido muy cuidadosos en la selección de los textos, de forma que combinen profundidad y amenidad y atrapen al lector. Es el don que tuvieron, entre otros, Francisco de Quevedo, Salvador de Madariaga, Claudio Sánchez-Albornoz, Pierre Vilar o Julián Marías.
Vuestro libro puede considerarse una herramienta para entender, desde otro punto de vista, un asunto tan actual como es el independentismo. Aunque ya lo mencionáis en el cuerpo del libro, nos gustaría que nos explicarais más detalladamente cómo creéis que el análisis geopolítico de España puede arrojar luz sobre cuestiones tan controvertidas como esta.
El libro aporta, como bien dices, una nueva perspectiva sobre los conflictos actuales derivados del independentismo. Normalmente, cuando se usa la palabra «nación», se hace referencia a una etnia o comunidad cultural que se ha dotado de un Estado. De ello, muchos sacan fácilmente dos consecuencias: que las comunidades culturales sin Estado, sean reales o imaginadas, tendrían derecho a uno y que la «construcción nacional» es la épica lucha por la conquista de ese derecho.
La tradición geopolítica aporta un concepto de nación más modesto y menos épico, pero más ajustado a la realidad: son partes de la superficie terrestre que tienden a integrarse y a formar un Estado debido a que han aprovechado de forma sostenida ciertas posibilidades geográficas: recursos naturales, situación estratégica, etcétera. Esto no significa que no haya diversidad geográfica y cultural, tensiones entre los territorios e incluso tendencias separatistas, pero lo que prevalece a lo largo de la historia es la integración política y cultural.
Egipto es un buen ejemplo: en su historia hay períodos de independencia y otros de integración en imperios que lo han conquistado. Pero siempre termina imponiéndose la tendencia a construir un Estado propio, y eso tiene su raíz en la fuerte personalidad geográfica del país: el Nilo atravesando el desierto y las condiciones que eso crea.
¿Es España una nación en ese sentido? El libro muestra que es otro ejemplo típico, de manual, como suele decirse. A pesar de su diversidad y complejidad, la Península Ibérica y su entorno insular han tendido, desde tiempos del Imperio romano, a la integración más que a la disgregación. Utilizando términos de la física: la fuerza centrípeta (a veces ejercida desde fuera, como en época romana) ha dominado y se ha impuesto a la fuerza centrífuga. Pero esta nunca ha desaparecido del todo, siempre ha estado ahí, provocando problemas políticos de gran calado.
¿Qué ha ocurrido con el transcurrir de los siglos? Que la condición peninsular ha favorecido la formulación y el afianzamiento de aquellos proyectos geopolíticos que han buscado integrar los diferentes territorios, y que esos proyectos, sostenidos en el tiempo, han prevalecido sobre otros. Pero como la geografía condiciona pero no determina, la integración completa, si bien llegó a alcanzarse, no se ha mantenido en el tiempo, pues Portugal está separada del resto de la Península desde 1640 (aunque, si miramos con atención, comprobamos que eso la condujo a una situación de país tutelado y protegido por una potencia exterior, en este caso Gran Bretaña). No es algo anómalo, es lo que suele ocurrir con los pequeños Estados desgajados de su tronco geográfico natural, por así decirlo. Con Cataluña ocurriría lo mismo: la independencia sería solo nominal.
Algunos de los autores recogidos en el libro consideran que la diversidad geográfica de España favorece el desarrollo de identidades culturales muy marcadas. ¿Creéis que ello da un fundamento a la afirmación de que España es una “nación de naciones”?
Esa expresión parece jugar con los diferentes significados que se dan a la palabra nación y termina resultando confusa. Cuando se dice que España es una «nación de naciones», la primera palabra podría interpretarse como la nación geopolítica de la que acabamos de hablar, pero «naciones» parece hacer referencia a las comunidades culturales que, aunque no disponen de Estado propio, tendrían derecho a reclamarlo. Pero lo que hay es una sola nación, formada por realidades geográficas de acusada personalidad, con contrastes muy marcados entre ellas. Lo correcto sería decir «nación de países», ya que «país», en su sentido geográfico y no político, sí es una palabra que se puede usar para designar muchas de las realidades que componen España.
Por tanto, diríamos que afirmar que España es una «nación de naciones» es insostenible, pero está claro que es eficaz en la escena política, parece ser útil para construir alianzas o atraer votos en un proceso electoral.
En la sinopsis de vuestro libro indicáis que los textos que habéis recopilado «ponen de manifiesto lo falaz de las identidades ficticias construidas por las ideologías nacionalistas». Personalmente, ¿consideráis legítimos estos sentimientos de pertenencia e identidad, independientemente de los orígenes o razones que los hayan favorecido?
En principio, cualquier sentimiento de pertenencia o identidad es legítimo, otra cosa es cuando eso se convierte en una posición política que aspira a fragmentar un Estado, entonces hay que examinarla como tal, como hecho político más que como un sentimiento.
La idea de que todo grupo étnico o comunidad cultural tiene derecho a un Estado lleva, inevitablemente, a relatos históricos que tienen un gran componente de ficción. ¿Por qué? Porque no bastan los rasgos étnicos, lo realmente importante es fijar en la memoria del grupo la idea de que la comunidad cultural en cuestión ha sido desposeída de sus derechos. Hay que construir el enemigo, en definitiva, y eso es lo que lleva ocurriendo en Cataluña desde hace tiempo.
También por eso la aportación de los textos geopolíticos es importante: porque muestran la realidad de las estrechas relaciones entre los territorios que forman España. Ha habido y hay un componente de búsqueda del privilegio, eso es indudable, pero en conjunto puede decirse que España es, desde hace siglos, un ámbito cada vez más integrado, precisamente por los proyectos de unidad política que han presidido su historia. Es la otra cara de la diversidad geográfica que hemos mencionado.
Son muchos los elementos que demuestran esto: las rutas de comunicación, desde el Camino de Santiago hasta la actual red de alta velocidad; la existencia de un mercado único desde el siglo XIX; las distintas migraciones interiores; los múltiples mestizajes culturales y, por supuesto, la existencia del español como lengua común. Son solo ejemplos inconexos, para entender esto en toda su dimensión lo mejor es leer el libro.
Me gustaría salir un poco del libro para centrarnos en un tema más general: la relevancia creciente de la geopolítica. Cada vez se publican más libros sobre esta materia en España y fuera de ella, y algunos han llegado a ser best sellers ¿A qué creéis que se debe esta tendencia? ¿Es una moda pasajera o, por así decirlo, la geopolítica ha venido para quedarse?
El mundo en el que hoy vivimos es muy diferente al de los años posteriores a la caída del muro de Berlín y la implosión de la Unión Soviética. Entonces parecía que todos los países terminarían convergiendo en la democracia liberal y la economía de mercado, bajo la hegemonía norteamericana. Era una época en la que la geopolítica, tal como la entendemos, parecía un saber condenado al olvido.
30 años después, la realidad es muy distinta. Como dice Robert Kaplan, ha habido una venganza de la geografía: volvieron las guerras balcánicas, que acabaron con Yugoslavia; Rusia se ha reconstruido como gran potencia y han surgido nuevos actores relevantes en la escena internacional. El saber geopolítico es quien mejor ha dado cuenta de esta evolución, precisamente por la desconfianza que siempre ha mostrado hacia el optimismo excesivo y los planes pocos realistas. Como la realidad le ha dado la razón, esto ha llevado a que hoy esté de moda y se hayan multiplicado las publicaciones.
Es difícil saber lo que pasará en el futuro, pero creemos que la geopolítica será cada vez más tenida en cuenta, tanto en la escena internacional como en la interna de los diferentes países. Pero no por estar de moda, sino por la sencilla razón de que no hay otra salida en un mundo tan complejo y multipolar como el que nos ha tocado vivir.
Juan Vicente, como editor: ¿Por qué te decidiste a fundar una editorial dedicada a la geopolítica? ¿Cómo surgió fundar Ecúmene Ediciones? ¿Qué objetivos persigue?
Inicialmente, Ecúmene Ediciones era una editorial más generalista, estaba orientada a toda clase de temas geográficos e históricos. Esa fue una etapa de aprendizaje de la que estamos muy satisfechos y en la que además Rafael y yo éramos socios. Más adelante, me hice yo cargo del impulso y dirección del proyecto y lo enfoqué hacia la geopolítica, y en eso estamos.
Sobre los objetivos de la editorial: en los países de habla hispana, como en el resto del mundo, existe un interés creciente en la geopolítica por parte del público, hay cada vez más especialistas y tiene un peso creciente en la enseñanza universitaria. Además, algunos de los libros que se publican llegan a ser best sellers e incluso dan el salto a los medios de comunicación de masas.
Sin embargo, aún no puede decirse que haya recuperado la relevancia cultural que, por ejemplo, tenía en España antes de la guerra civil ¿Qué queremos decir con esto? Que lo que más se conoce es su faceta descriptiva y analítica: el análisis en profundidad de los avatares políticos actuales, sobre todo los de la escena internacional. Pero aún tiene poca presencia pública la otra cara, que para nosotros es la más importante: un conocimiento que nos vacuna contra la megalomanía política, desde el conocimiento profundo de la geografía y la historia de las naciones y los Estados.
Por eso, la idea rectora de Ecúmene Ediciones no es solo cubrir una determinada demanda editorial, se trata también de difundir las dos facetas de la geopolítica, de forma que ambas sean cada vez más conocidas por el público de habla hispana.
¿Hay algún consejo o algo que queráis decirle a la gente que vaya a leer vuestro libro?
La antología que hemos reunido no está formada por meras impresiones literarias, pero tampoco son áridos textos académicos. Puede decirse que son textos de tipo ensayístico que le van a mostrar al lector el por qué hemos permanecido juntos a pesar de tantos avatares. No es necesario que se lean de forma correlativa, pueden leerse de forma salteada, siguiendo el orden que se considere oportuno.
Querríamos añadir que el libro incluye elementos para saber más acerca de los textos y los autores que los han escrito: al principio, una presentación de la tradición de pensamiento geopolítico sobre España y, al final, las biografías de todos los autores: sus vidas y sus circunstancias.
Pero lo más importante del libro es la experiencia que proporciona: la de llegar a comprender España como una casa común, una geografía sin la que no se explica ni nuestra historia, ni nuestra identidad, ni los problemas políticos que nos aquejan, a veces, de forma acuciante. Así que ¡feliz lectura!
Juan Vicente Caballero Sánchez es doctor en Geografía y editor, de nacionalidad española. Ha publicado numerosos artículos académicos y libros sobre temas geográficos y geopolíticos. Es uno de los autores del Informe de Desarrollo Territorial de Andalucía, obra que recibió, en 2000, el Premio Andalucía de Economía y Hacienda Autonómica. En los años siguientes coescribió varios libros de divulgación y sensibilización relativos al patrimonio arqueológico de Andalucía, en los cuales se presta especial atención a sus conexiones con el paisaje circundante: Guía del paisaje cultural de la ensenada de Bolonia (2004), El paisaje en el conjunto arqueológico Dólmenes de Antequera (2011) y El paisaje en el conjunto arqueológico de Itálica (2013). En los últimos ha publicado el libro La descripción e interpretación del paisaje en Paul Vidal de la Blache (2014) y ha sido coautor de tres más: Catálogo de paisajes de la provincia de Granada (2015), Experiencia del paisaje, movilidad y red viaria (2016) y La tierra de las Españas (2017). En 2016 fundó Ecúmene Ediciones, primera editorial española que se especializa en geopolítica y temas afines.
Rafael Medina Borrego es licenciado en ciencias ambientales, de nacionalidad española. Ha colaborado en actividades diversas de sensibilización social relativas al paisaje de Andalucía, en el seno de diversas entidades públicas, destacando el Parque del Alamillo (Sevilla) y el Centro de Estudios Paisaje y Territorio. Es coautor de la publicación Catálogo de paisajes de la provincia de Sevilla (2015) y del Catálogo de paisajes de la provincia de Málaga (2016). Ha diseñado y mantenido páginas web de contenido paisajístico. Es experto en fotografía de paisajes y sus creaciones aparecen en numerosas publicaciones de esta temática.
Disponible en: Amazon, Iberlibro y Casa del Libro
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