Buenos días, Javier. ¿Cómo va todo? Hablamos contigo con motivo de tu libro El diario de Gabriel, una interesante novela de corte intimista y filosófica que abarca, con un toque de ironía, los más diversos temas. Para ti, ¿es más una novela o un tratado filosófico?
Es, sin duda, una novela, pero al tratarse de un protagonista que está experimentando cambios sustanciales en su vida, surgen cuestiones filosóficas.
¿Por qué un protagonista analítico y socarrón como Gabriel? ¿Propicia su personalidad el tratar alguna cuestión en particular?
Yo quería centrarme en un determinado proceso de cambio, con unas consecuencias muy precisas y, para ello, necesitaba crear a un personaje como Gabriel. Tenía que ser alguien que pasara de la ilusión a la decepción y, tras un proceso de asimilación, fuera capaz de adaptarse.
Gabriel parece ser un hombre autosuficiente y estar bastante alejado del mundo. ¿Crees que su relación con Julián es prescindible? ¿Qué papel juega ese personaje en el libro?
Julián quizá representa a esa figura experimentada que nos guía; alguien capaz de inquietarnos para que reflexionemos sobre la realidad y que, cuando la vamos descubriendo, nos sirve de apoyo.
Y con respecto a Paulina, ¿crees que la relación que entablan resulta ser un punto de inflexión en la vida de Gabriel?
Sin duda. Gabriel es una persona que, aunque se va ajustando a las convenciones, tiene capacidad para cuestionarlas, aunque no lo hace. Y quizá este tipo de personas, para pasar a hacerse preguntas incómodas y llegar a escapar de la corriente dominante, necesitan pasar por un trance desagradable, que en el caso de Gabriel son sus problemas con Paulina.
En un momento de la novela, Gabriel se queja amargamente de que la gente no aprecia la cultura. ¿Crees que esta se cultiva poco en la sociedad actual? ¿Qué cosas crees que han podido sustituirla?
Yo creo que esta apreciación es probable que haya estado siempre presente entre las personas cercanas a la cultura, aunque, a veces, uno tiene la impresión de que ahora la falta de cultura se exhibe como no se había hecho antes. ¿Sustituida?, quizá por las posibilidades de ocio, muy superiores a las que ha habido nunca.
Vemos que, en cierto punto de la trama, Gabriel escribe el relato «El moribundo», que narra la historia de un hombre cuyos hijos han perdido todo interés por la cultura, a pesar de sus intentos por propiciar todo lo contrario. ¿Es esta una crítica a las nuevas generaciones?
Mi intención era poner de relieve la incomodidad del protagonista, que ha tenido que sufrir primero la incomunicación con sus padres y, después, en contra de lo que esperaba, con sus hijos.
Al igual que en otras de tus publicaciones, en El diario de Gabriel podemos observar que el protagonista ha adoptado una actitud de desánimo ante la vida, una resignación que afronta con cierta ironía. ¿Qué crees que le reporta esto? ¿Es un escudo ante el dolor?
La ironía es más bien una manifestación de la superación, aunque sea parcial, del dolor. Y esta superación quizá no dependa de la voluntad, que siempre está decidida a acabar con el sufrimiento, sino de circunstancias que escapan a nuestro control.
¿Por qué decidiste que el libro fuera una especie de diario? ¿Qué objetivos perseguías dándole ese énfasis intimista?
Mi primera intención fue escribir un diario durante dos o tres meses, pero, al pensar bien en esta posibilidad, tuve que desecharla. Tenía que ser sincero y no me veía capaz de serlo; al hablar de mí mismo, por debilidad, y al hacerlo de las personas cercanas a mí, por educación. Así que, manteniendo la estructura de diario y la idea de escribir en primera persona, me olvidé de mí mismo, opté por la ficción y cree un personaje que vive unas circunstancias durante el transcurso de cuatro años.
Y como estamos terminando la entrevista, ¿hay algo más que quieras añadir y que no hayamos tratado?
Quería señalar que, dentro del pesimismo (consecuencia del realismo), el libro es, aunque parezca contradictorio y en cierta medida, optimista, porque el protagonista, Gabriel, tras un periodo complejo, encuentra «su lugar».
Disponible en: Casa del libro, Agapea y Amazon
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