Muy buenas, Javier. ¿Cómo estás? Acabas de publicar tu libro Doce relatos, un compendio de interesantes escritos que llaman a la reflexión y que tratan diversos asuntos. ¿Cuándo y cómo encontraste la inspiración para elaborarlos?
Creo que la inspiración aparece de manera inopinada siempre; creas un personaje o varios personajes relacionados entre sí a raíz de algo que presencias, que recuerdas, que se te ocurre, o quizá como un medio para expresar algo que quieres comunicar y resulta más fácil hacerlo a través de la ficción.
¿Con cuál de ellos disfrutaste más escribiendo?
Disfruté especialmente con «El interior», imaginando los verdaderos pensamientos de un inadaptado; con «La guerra de Gabriel» por rescatar a un personaje que había creado en mi segundo libro; con «La curiosidad» al poner de manifiesto lo que puede generar el conocimiento en un hombre que no dispone de él; con «Gemelos» por razones muy personales; y con «El futuro de Alicia» porque me divertía poner de manifiesto que determinadas personas, por su anormalidad, no deben llevar una vida normal.
¿El haber publicado estos relatos conjuntamente responde al azar o había algún motivo detrás, cuando los unificaste?
Son los únicos relatos cortos que tengo, escritos todos en el transcurso de unos meses. Tenía unas ficciones en la cabeza, en concreto cuatro o cinco y, a partir de ellas, fui completando el libro hasta reunir catorce o quince relatos, que quedaron al final, escritos, en doce, porque hubo dos o tres que, al intentar concretar y pulir la trama, no me gustaron y dejé de pensar en cómo desarrollarlos.
En el tercer relato, «Un supuesto escritor», tenemos a un hombre economista cuya biografía se asemeja un poco a la tuya. ¿Hay algo de ti en él? ¿Y en los demás relatos?
Sí, hay algo de mí en él pero, al igual que en personajes de otros relatos, no todas las características que muestra el personaje están presentes en mí, y a la inversa. Fue, en cierta medida, una manera de exponer algunos (no todos) de mis puntos de vista sobre lo que significa la literatura y escribir para mí.
En tu libro podemos encontrar muchos personajes profundos y reflexivos, desencantados con la vida, que han sufrido muchas desilusiones. ¿Por qué ese toque «pesimista»?
A medida que vamos cumpliendo años, vamos todos (cierto es que este hecho no se reconoce con frecuencia) cayendo en cierta insatisfacción, en cierta decepción, al contemplar cómo nuestras ambiciones no se cumplen o, si lo hacen, no nos generan la satisfacción y felicidad que esperábamos. De manera que, al menos por lo que he observado y conocido, creo que todos, aunque sea con diferente intensidad, tenemos que arrostrar con el desencanto.
Encontramos referencias a «La metamorfosis», de Kafka, en un par de relatos. ¿Por qué insistir en la misma obra? ¿Ha tenido algún especial impacto en ti?
En el primer caso la referencia a este libro es para contrastar el tiempo que llevó escribirlo (tan solo unos veinte días) con los siete años que dedicó Joyce a escribir Ulises, con la intención de poner de manifiesto que la literatura, si bien se puede ver influenciada positivamente (sobre todo en el aspecto técnico) por la práctica, depende, sobre todo, del talento del autor. Y, en el segundo caso, lo utilizo porque me permite poner de relieve el abismo que hay entre el protagonista y su mujer, algo que quizá solo él, en su entorno, es capaz de apreciar.
Sí, en su momento, siendo adolescente, me impactó, me pareció extraordinario, inquietante; muchos años después, al releerlo, me volvió a parecer inquietante, pero por razones muy diferentes. Se trata de una alegoría que puede ser muy triste y elocuente.
Además, este no es tu primer libro, pues tienes otras publicaciones como Evasión y filosofía y La siempre admirable condición humana. Tu interés por la filosofía está claro, pero ¿de qué otras lecturas sueles nutrirte? ¿Tienes algún género preferido?
La filosofía me interesa pero, por extraño que le pueda parecer a algunos, a lo largo de mi vida, donde más filosofía he encontrado ha sido en la novela, así que mis lecturas preferidas son las novelas, ya más relectura que lectura. Prefiero ir a un libro que ya conozco y que sé que me va a seguir ofreciendo lo que busco en la lectura que aventurarme a leer algo desconocido.
Los diálogos tienen un enorme peso en tu libro. De hecho, conforman casi la totalidad del escrito en algunos relatos. ¿Es este algún tipo de práctica de la mayéutica?
No, nada tiene que ver con inclinaciones socráticas, es algo más sencillo. A la hora de poder conocer a alguien, en la vida cotidiana, creo que la mejor manera de conseguirlo es a través del diálogo; por mucho que una persona se empeñe en parecer lo que no es, acaba mostrándose como realmente es, quizá por la simple razón de que nadie puede evitar todo aquello que, en el contexto de una conversación, nos permite conocer su verdadera naturaleza. Los diálogos, a lo largo de mi vida, han resultado muy reveladores.
Nos estamos acercando al final de la entrevista. ¿Hay algo más que quieras decirle a tus lectores?
Que el libro, además de la pretensión de entretener, tiene la aspiración de mostrar facetas de la naturaleza humana que conviene tener presentes, aunque su descubrimiento, al principio, incomode.
Disponible en: Amazon, Casa del libro y Libros CC.
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