¡Bienvenido, Jaime! ¿Cómo estás? Nos hace mucha ilusión tenerte aquí en Tregolam. Recientemente has publicado tu nueva novela Camino sin señalizar (Editorial Nazarí). En ella, Marta, una agente de policía, se embarcará en la investigación de la desaparición de Irene, su mejor amiga desde la infancia. Esta ha acudido a una sesión sadomasoquista con un extraño al que conoce por Twitter. A partir de ahí la búsqueda se torna en una espiral de mentiras, secretos, traiciones y asesinatos.
Comenzaste a escribir desde muy joven, con tan solo diecisiete años. ¿De dónde vino este gusto por la literatura? ¿Te imaginaste alguna vez que ibas a publicar un libro?
El gusto por la literatura se lo debo a mi padre. He tenido el privilegio de crecer en una casa llena de libros y, además, de tener un padre que siempre fue un gran lector. Me fue guiando por su extensísima biblioteca para darme a conocer auténticas joyas que me aficionaron a la lectura desde muy joven.
Tus primeros escritos fueron en su mayoría relatos cortos. ¿Cómo fue dar el salto a la novela? Si tuvieras que elegir entre estas dos opciones, ¿con cuál te quedarías?
Es normal que el relato venga antes que la novela. Escribir un cuento exige un esfuerzo temporal mucho menor que escribir una novela. Y digo esto por la extensión, porque escribir un cuento bueno es tan difícil como escribir una buena novela.
El salto del cuento a la novela es algo natural cuando uno queda atrapado en las letras, por dos razones: la primera, porque un escritor tiende a concebir ideas que cada vez son más complejas y requieren un desarrollo más pausado que un relato, y segunda, por el propio reto que uno se marca como escritor. Cuando se han escrito un cierto número de relatos, parece natural que uno quiera superarse escribiendo algo más extenso, más desarrollado y que permita poner en el papel muchas más cosas de las que caben en un relato. Si tuviera que elegir, creo que me quedaría con el cuento, porque aunque consume menos tiempo, puede resultar mucho más intenso que la novela y requiere mantener al lector enganchado desde el comienzo.
Además de más de cuarenta cuentos, has escrito varias novelas. Entre ellas destacan El fantasma de John Wayne (2008), El pianista acompañante (2009), Una casa respetable (2009), Lejos del cielo (2011), La Fundación 2.1 (2014), Días para morir en el paraíso (2016) y, la más reciente, Camino sin señalizar (2022). Has explorado diversos géneros. ¿Con cuál te sientes más cómodo escribiendo? ¿Hay alguna obra que te haya supuesto un auténtico reto?
Posiblemente con el género que me he sentido más cómodo es con el género negro. Siempre he sido un gran consumidor de cine negro, y las tramas policiales y de suspense siempre me han gustado mucho. Del cine a la literatura hay un paso muy sencillo de dar. Lógicamente, esa afición cinematográfica me llevó a la lectura de mucha novela policiaca y negra. Idear una trama debería resultar algo gratificante y divertido para un escritor. Y quizá sean las tramas de novela negra aquellas con las que más me he divertido, de forma que el mismo proceso de escritura, la invención de personajes, tramas, giros, etc., se me hace especialmente llevadero con este tipo de historias. En cuanto a la obra que he escrito que ha supuesto un reto mayor para mí diría que es Una casa respetable, pues se trata de una novela histórica en la que tuve que documentarme mucho. Además, tanto el lenguaje utilizado como por la estructura narrativa hacen que sea la más compleja de mis novelas.
Camino sin señalizar es un cóctel de todo lo que se espera de una buena novela policíaca. ¿Cómo se te ocurrió la idea para escribir esta historia?
La idea surgió en una conversación con un amigo. Este me contó que una conocida suya comenzó a meterse en el mundo del BDSM, adoptando el rol de sumisa. Como la chica y mi amigo tenían mucha confianza, ella le relataba sus experiencias y cómo se iba adentrando, poco a poco, en él.
Un día le dijo que había conocido a un amo a través de Twitter y que concertó una cita con él para pasar un fin de semana completo. Lo que no le gustó nada a mi amigo fue enterarse de que la cita iba a ser en una casa de campo completamente aislada. Eso le hizo preocuparse, así que le pidió la ubicación a la chica y le rogó que lo llamara cuando saliera de aquella casa. El fin de semana pasó y su amiga le llamó, lo que lo dejó bastante tranquilo.
Esa historia hizo que le planteara una pregunta: ¿qué hubiera hecho si ella no le hubiera llamado? Plantearme esa posibilidad fue justamente lo que me abrió la inquietud por escribir una historia que tuviera un arranque similar. Y como no era la primera vez que escribía una novela negra, me pareció un planteamiento más que atractivo para desarrollar una con el sadomasoquismo como tema de fondo.
El sadomasoquismo es un elemento crucial en tu obra. Autoras como E. L. James fueron en su día muy criticadas por comunidades BDSM. Decían que las prácticas que ella describía no eran como tal. ¿Cómo te has informado sobre el tema?
Siempre procuro documentarme para escribir mis novelas y esta no ha sido una excepción. Además de haber leído algunas obras afines a este tema y de bucear por páginas de Internet, conseguí hablar con dos personas que han tenido este tipo de prácticas. Una de ellas era una mujer madura que llevaba años como sumisa de distintos amos. Aunque en la época en la que me entrevisté con ella, parece que mantenía una relación más o menos estable con uno solo.
Y también me entrevisté con un tipo que tenía un perfil curioso, algo que en el mundo del BDSM se conoce como «switch» o «versátil». Consiste en una persona que puede adoptar, según el momento, el rol dominante o el rol sumiso. Este hombre «jugaba» a las dos cosas, aunque sus preferencias parecían decantarse más del lado dominante. Tanto con la una como con el otro, aprendí bastante de todo este mundo.
En la novela también se expone el peligro que pueden suponer las redes sociales. Aunque el caso de Irene es un poco distinto. ¿Crees que es importante reflejar esta realidad en la ficción?
El hecho de que las redes sociales pueden convertirse en una herramienta peligrosa es algo que está a la orden del día. Y no solo me refiero a redes sociales usadas dentro de contextos sexuales, como el caso de esta novela. De hecho, hay otros usos que resultan extremadamente más peligrosos. Y para decir esto no es preciso reflejarlo en la ficción, pues ya tenemos la realidad, que siempre la supera.
Está bien que las obras de ficción expongan su parte de crítica en este u otros temas. Las novelas negras siempre contienen algún tipo de crítica social o política, es algo característico. Pero creo que es más importante que este tipo de peligros se expongan en los ámbitos familiar y educativo, esto es, en la casa y en la escuela. Estos son los lugares donde más se puede influir a los más jóvenes, que suelen ser los más vulnerables.
En la obra hay una clara y natural representación LGTB. Es algo que afortunadamente cada vez aparece más en la literatura. ¿Qué opinas sobre la mayor presencia de personajes de este colectivo en los libros?
Una novela, por definición, admite cualquier tipo de temática y no creo que deba existir un tema que pueda considerarse tabú. La cuestión, desde mi punto de vista, no es tanto la necesidad de que una novela incluya una temática que pueda considerarse marginal o de una minoría por el solo hecho de ser marginal o minoritaria, sino que, si se hace, creo que la obligación del escritor es escribir sobre ello sin prejuicios y, sobre todo, escribirlo bien.
Marta e Irene son mujeres completamente diferentes. Una es resolutiva, brusca y emotiva; la otra, tímida y dócil. ¿Fue difícil construir estos perfiles?
Surgieron de una forma muy natural. Cuando defino un personaje siempre trato de encontrar en él una serie de características que distingan de una forma muy clara su carácter. Pero, al mismo tiempo, trato de incluir en su personalidad una fisura que de alguna forma altere la forma de ser y de comportarse que podría considerarse «natural». Por ejemplo, Irene es tímida, sí, pero al mismo tiempo es una persona muy determinada que tiene que hacer ciertas cosas que normalmente no haría alguien tímido. Marta tiene un carácter brusco y agresivo, pero al mismo tiempo está dotada de cierta sensibilidad que, en algunas partes de la novela, le va a complicar la vida. Contraponer los caracteres de estos dos personajes fue algo natural dentro del proceso narrativo, así que no me resultó especialmente complicado hacerlo.
Tu obra está repleta de traiciones, secretos, sexo, asesinatos… Cuéntanos, ¿qué trama impactará más a los lectores? ¿Cómo definirías tu novela?
La definiría como una novela negra con el BDSM y la dominación como tema de fondo. Creo que lo que puede impactar más a los lectores, en especial aquellos que no conozcan mucho de este mundo, es conocer la psicología de sus personajes y las motivaciones que los mueven a realizar ciertos actos, como la búsqueda del placer, del reconocimiento o del amor a través del dolor.
El título Camino sin señalizar puede interpretarse de manera literal o metafórica. Además, recoge muy bien la esencia de la novela. ¿Tuviste claro desde el principio que la nombrarías así?
Pues en este caso, sí, porque partí de una idea bastante visual. De hecho, el título me vino de una forma bastante gráfica: Irene, una de las protagonistas de la novela, concierta una cita con un amo en una casa aislada a la que se llega a través de un camino sin señalizar. Tenía esa imagen mental muy presente. Además, el título me parecía sugerente, porque plantea algo intrigante e incluso peligroso: ¿qué hay en ese camino? ¿Adónde lleva? Y también, por último, creo que el título representa una metáfora del mundo oscuro del BDSM en el que se sumergen varios de los personajes de esta novela.
Compaginas tu trabajo en la Universidad de Granada con la literatura, colaborando en el blog literario Cicutadry. ¿Crees que este tipo de recursos son un buen método para fomentar la lectura? ¿Qué es lo que más te gusta de administrar esa página?
Creo que los blogs son un recurso excelente para fomentar la lectura. Prueba de ello es que hay cientos de ellos dedicados a este tema, y algunos con un número de seguidores nada desdeñable. Lo que más me gusta de Cicutadry fue una condición que nos impusimos los que participamos en él: no hacer nunca una reseña negativa. Es decir, si un libro no nos gusta, preferimos no hablar de él antes que transmitir una serie de comentarios negativos, pues creemos que nuestra obligación es transmitir amor por la lectura y no lo contrario. Así que cuando ponemos una reseña es siempre con el ánimo de recomendar encarecidamente la lectura de un libro. Creemos que esa forma de obrar es mucho más honesta y cumple mucho mejor el propósito de transmitir nuestro amor por las buenas historias. Otra cosa que también me gusta de Cicutadry es el elevado número de visitas que recibe, no solo en España, sino en Hispanoamérica.
Antes de terminar, ¿te gustaría compartir algo con los lectores de lo que no hablamos hablado?
Me gustaría animarlos a leer este libro, claro. Y espero que, si lo hacen, disfruten de la novela y pueda seguir ofreciéndoles en el futuro otras obras que les puedan resultar igualmente interesantes.
¡Muchas gracias por atendernos, Jaime! Invitamos a todos los lectores que lean esta impactante novela. Camino sin señalizar ya está disponible en librerías.
Comenzó a escribir a los diecisiete años, y ha cultivado sobre todo el género del relato corto, siendo autor de más de cuarenta cuentos, algunos de los cuales han resultado premiados en certámenes literarios.
En el género de la novela corta destacan su obra El fantasma de John Wayne, premiada en el Certamen de Novela Castillo-Puche en 2008, y El pianista acompañante, premiada en el Certamen Rei en Jaume de Narrativa en 2009.
Es también autor de otras cinco novelas, de las cuales Ambos lados del paraíso (Una casa respetable) ha sido premiada con el Premio de novela Juan Valera en 2009. Con su quinta novela, titulada Lejos del cielo, del género negro, obtuvo el Premio de novela Blasco Ibáñez Ciutat de Valencia en 2011. Su sexta novela, titulada La Fundación 2.1, es una novela que trata el mundo de las relaciones a través de las redes sociales. En su última novela publicada, Días para morir en el paraíso, se adentra en el terreno de la ciencia-ficción. Camino sin señalizar es su último trabajo en el que vuelve al género negro.
Disponible en: Agapea
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