Buenos días, Ignasi. Es un placer hacerte esta entrevista sobre tu nueva publicación: Porque yo sólo quise a Triste. El libro narra la historia de Pablo, un hombre de mediana edad que, a pesar de su vida acomodada, convive con un agitado mundo interior. ¿Podrías contarnos desde hace cuánto tiempo te sientes atraído por la literatura? ¿En qué momento decidiste lanzarte a escribir tus propios textos y qué satisfacciones te reporta?
De toda la vida. Ya de bien niño mis padres me obligaban a que apagara la luz por la noche porque no había forma de que dejara de leer. Y también ya de niño escribía cuentos ilustrados por mí mismo. Con los años fui cambiando tanto el género de lo leído como de lo escrito.
La satisfacción de escribir supongo que es la misma que tiene cualquiera que crea algo y que le resulta, ni que sea, mínimamente digno para que la gente de su entorno le pueda atraer.
Porque yo solo quise a Triste goza de una narración psicológica asombrosa. Pablo nos cuenta su historia en primera persona y acaba desgranando ante el lector no solo su personalidad, sino una serie de fatalidades que le marcaron para siempre. ¿Te resultó difícil llegar a darle una voz tan verosímil a tu personaje? ¿Cómo llevas a cabo el proceso de elaboración de una historia y sus “participantes”?
Parto de una historia base que se puede resumir en poco más o menos que cinco líneas. De una idea. A partir de ahí fragmento, añado, creo los personajes. Elaboro un esquema, como si se tratara de un proyecto profesional de cualquier otro ámbito, y dibujo las conexiones, la evolución de la trama. Aunque, por qué negarlo, siempre hay algún pequeño espacio para la improvisación en el mismo momento de escribir.
Para los personajes intento generar un ejercicio de empatía y meterme en los zapatos de cada uno de ellos, siempre con el esfuerzo que supone que puedan ser contradictorios unos con otros, conmigo mismo e incluso consigo mismos. La contradicción humana siempre me ha fascinado a la hora de crear personajes porque, al final, todos somos contradictorios.
Sin embargo, en mitad de esa tempestad en la que vive Pablo hay un bote salvavidas: su hija Carlota. Reconocemos los milagros del amor filial, pero queremos ponerte un poquito más a prueba y que nos digas qué crees que podría haber hecho Carlota para defraudar por completo a su padre. ¿Podría haber sido siempre perfecta a ojos de su progenitor?
Pablo teme defraudar él a su hija. De hecho, está muy lejos de ser un padre perfecto, pero en ningún momento su hija podrá defraudarlo a él. Como bien dices, es su tabla de salvación, lo único de lo que está verdaderamente orgulloso de haber creado.
Pablo revisita una y otra vez aquellos episodios que marcaron su infancia y que, según él, le abocaron a ser una persona temerosa de amar. Sin embargo, ¿hasta qué punto le crees responsable de su propio mito? ¿Podría ser una víctima de la profecía autocumplida?
Es complicado dar respuesta a esta pregunta sin dar demasiada información al lector sobre cómo transcurre la acción. Si bien queda claro desde bien pronto el peso que la figura poderosa de su padre tiene sobre él y cómo lo utiliza como pretexto de su propia inmadurez y de sus actos.
Tu libro es una historia de pulsiones vivaces: pasión, amor, odio, desesperanza, abandono. Dentro de este desenfrenado vaivén de sentimientos, quizás la batalla de egos entre padre e hijo y todo lo que de ello deriva es el más importante. ¿Crees que la desintegración de la familia hubiera podido remediarse de alguna manera? ¿Qué flaquezas y virtudes destacarías de cada uno de ellos (padre, madre e hijo) y qué beneficios crees que pudo reportarles de cara a ese inevitable final?
La madre aparece como la figura más débil y como la víctima más clara de un padre que ha “abandonado” a la familia por sus negocios y por otra vida. Pablo quiere aparecer como víctima, pero es más víctima de sí mismo que de su padre. Su deseo por superar a su padre le hace vivir en una contradicción constante.
También resulta relevante esa falta y deseo constante del amor que guía los pasos de Pablo. Triste ocupa un lugar muy importante en el corazón del protagonista por varios motivos; Laura (su exmujer) está constantemente presente por sus innumerables cualidades y virtudes. Sin embargo, él suele sentirse desconectado de ese sentimiento universal. En tu opinión, ¿cómo crees que funciona lo que denominamos “amor”? ¿Te resulta un sentimiento caprichoso o por el contrario es algo que podemos someter a la lógica?
Cualquiera que lea el libro se enamoraría de Laura. Yo mismo estoy enamorado de ella. Pero volvemos a caer en lo que ya he repetido varias veces: la contradicción. La inevitabilidad de los comportamientos humanos, la sinrazón de los mismos. Hay quienes racionalizarán más este sentimiento, entre los que seguramente me encuentro, y quienes lo que denominamos “amor” significará la excusa perfecta que justifique cualquier comportamiento irracional.
Al más puro estilo joyceano, al final de tu historia Pablo sufre una especie de epifanía. ¿Tú crees que verdaderamente consigue encajar alguna de las piezas de su pasado o se trata, simplemente, de la constatación de su desgracia?
Me parece exagerado lo de joyceano, aunque agradezco las palabras. Porque realmente Pablo lo que está buscando durante toda su vida es reconstruir y resarcir el pasado. Cómo lo consigue o cómo no lo hace lo dejo para que el lector lo descubra.
Dices que tus principales influencias son aquellos autores anglosajones de principios del siglo XX. ¿A cuál de todos destacarías por encima de los demás y por qué? ¿De qué manera se reflejan estas lecturas en tu libro (temática, estilo, etcétera)?
Fitzgerald, Hemingway, Dos Passos, Faulkner, y posteriores como Nabokov, Salinger, Capote. De todos destaco sus historias tan reales y la facilidad (que es seguramente lo que, desde muy lejos, busco también yo) en narrar la perfección con un lenguaje tan directo y aparentemente sencillo. De una perfección matemática en que cada párrafo está tan bien construido que uno queda embelesado sin la necesidad de prosa o lenguaje artificioso. Narrativa pura, sin que le sobre ni le falte ni una sola coma.
La fragmentación temporal con la que presentas tu historia también tiene claras reminiscencias modernistas. ¿Qué efecto crees que tiene este tipo de construcción en el lector? ¿Por qué consideraste que era una buena forma de presentar la historia de Pablo de esta forma?
Creo que tiene incluso algo de cinematográfico. La historia, contada de forma cronológica, habría resultado mucho menos expectante para el lector. Creo que esta estructura ayuda a ir formándote la voz de cada uno de los personajes, a ir entendiendo muchos de sus comportamientos o de su progresión.
Te dedicas al mundo del marketing desde hace muchos años. ¿De qué forma crees que se influyen (si es que lo hacen) tu profesión y tu vocación por la literatura, respectivamente?
De entrada diría que poco, pero supongo que los dos tienen una base muy fuerte en la necesidad de crear, de sorprender. Aunque entiendo mucho más el marketing y la literatura como ciencias más exactas de lo que la gente pueda creer. Todo se basa en estructura mental, en fragmentar, en cuidar los detalles, en repetir y repetir… La creatividad, así “a lo loco”, o no existe o está solo en manos de grandes genios.
Nos gustaría que nos dijeras si estás inmerso o tienes intención de comenzar con otro proyecto literario. Si es así, ¿tienes idea de qué va a tratar tu nueva historia? ¿Será también una novela o hay algún otro género por el que te sientas atraído?
Sí, tengo otra novela casi terminada. Aunque esto no significa que esté casi lista. Hay que dejarla hibernar, repasar, reescribir… También es ficción, de potentes personajes y sin nada que ver con esta, aunque con alguna sorpresa para el lector.
Nos estamos acercando al final de la entrevista, Ignasi. ¿Hay algo que no te hayamos preguntado pero que quieras comentarle a tus lectores?
Para mis lectores solo tengo agradecimiento. Tengo algún lector que incluso me ha invitado a cenar para comentar el libro, de lo que le ha gustado. Hechos como este le llenan a uno. Escribir es un ejercicio durísimo, onanista, que puede tener únicamente la satisfacción que experimenta uno mismo por estar haciéndolo. Pero nada parecido al placer de ser leído y que lo que has hecho tenga reconocimiento.
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