Buenos días, Francisco Ignacio. Gracias por atendernos para hablar la publicación de tu novela histórica Rasgado el velo… ¡la deslumbrante oscuridad! (Punto Rojo Libros), finalista Premio «Hispania» 2019, en donde nos cuentas la otra cara de la Historia durante el reinado de Carlos V en la corte española y de los Países Bajos durante el siglo XVI.
Nieto de los Reyes Católicos e hijo de Felipe El Hermoso y Juana La Loca, Carlos V de Alemania y I de España se erigió como un rey extranjero criado en Flandes que regresó a España y le otorgó una grandeza y esplendor que había perdido. ¿Qué otras características destacarías de la etapa de Carlos I?
En realidad, la novela no se centra en las grandes gestas del monarca sino más bien, como reza su título, en los vacíos y las oscuridades que existen durante su reinado, así como en el de su hijo Felipe II. Nuestro Miguel de Unamuno creó una palabra, «intrahistoria», que es a la que nos estamos más bien refiriendo; se diría que es toda historia minúscula o ignorada que no forma parte de los titulares que los biógrafos o historiadores han escrito o nos han contado. Cuando uno va leyendo esa Historia con mayúscula que, con documentos fehacientes y fidedignos ha sido escrita, una historia que consideramos indiscutible y no queremos poner en duda, nos surgen sin embargo incógnitas que hoy la historiografía moderna nos relata sin palabras, en las que pone de manifiesto aquello que quedó a la sombra, ocultaciones llevadas a cabo por sus protagonistas y que son difíciles de asimilar. Ese es el tema fundamental de la novela. Por ejemplo: ¿es posible que tras varios meses separados Carlos y la Emperatriz, él en Monzón en las Cortes de Aragón y ella enferma en Barcelona, y conociendo la fuerte y enorme llamada del sexo que a él le dominaba, su talón de Aquiles o gran inclinación por el placer sexual que padecía y que ha sido notablemente reconocida, ̶ ̶es creíble, nos preguntamos ̶ que a uno de sus colaboradores secundarios, Gonzalo Pérez, un clérigo cortesano que para él trabaja en un segundo nivel, le nazca un hijo en lugar alejado al que cría oculto en una aldea, y desde ese momento este individuo, Gonzalo, vaya alcanzando a un ritmo increíble títulos eclesiásticos, nombramientos, prebendas, sinecuras, llegando incluso a ser nombrado su capellán real, secretario del Príncipe Felipe y Secretario del Consejo de Estado, alto cargo o puesto que siempre ha estado en manos de un noble? El último, precisamente, fue el que era su mentor, el poderosísimo Francisco Pérez de los Cobos y Molina, hasta entonces la mano derecha del Emperador ¿Es ello tan sencillo de creer? Pues he aquí tan solo un ejemplo de lo que se nos narra en la novela.
Con respecto a su madre, ¿qué nos puedes contar de la relación que tuvieron el monarca y Juana La Loca? ¿Por qué al ocupar el trono siguió dejando a su madre en Tordesillas?
Para esta pregunta no tengo respuestas. Sé que se preocupaba de ella, pero pasó la mitad de su vida ̶ debido a sus cometidos ̶ fuera de la península. Tal como él mismo llegará a enumerar realizó nueve viajes por Alemania, seis por España, siete por Italia y diez por los Países Bajos; marchó cuatro veces a Francia, dos a Inglaterra y dos al norte de África, eso además de haber realizado ocho travesías en barco por el Mediterráneo y otras cuatro entre los Países Bajos y España por el Atlántico. Guerrear contra franceses, turcos e incluso luteranos fue lo suyo.
¿Qué te decidió a escribir un relato tan concreto de nuestra historia? ¿Cuántos años de dedicación y estudio hay detrás de esta interesante novela?
Esa es una magnífica pregunta. Entre mis lecturas preferidas estuvo siempre la historia del siglo XVI y, especialmente lo que entonces sucedió en España era lo que más me interesaba. De manera paulatina pero incesante me fui documentando acerca y en el fondo de todo lo entonces sucedido. Llegó un momento en el que me dije que todo aquello debía ser conocido. Durante más de cinco años, dedicándole muchísimas horas de ellos, me entregué por completo a conocer e investigar toda la intrahistoria posible que de una manera palmaria y evidente se dejaba ver bajo los grandes titulares de esa época.
En el resumen de tu novela podemos leer una frase muy reflexiva de Ortega y Gasset: «La realidad histórica ¿no es más que lo que nos cuentan los historiadores?». ¿Qué es entonces la Historia?
Creo que ello ha quedado en parte respondido. Los historiadores nos han contado los hechos grandiosos y los desastres terribles acerca de los cuales se han ido encontrando pruebas y documentos fidedignos. De la historia minúscula, aquella que no apareció nunca en «las redes sociales» de entonces puesto que no existían, no podían decir nada; como mucho suponer e imaginar; y eso no era historiar. No es únicamente la «realidad histórica» lo que por tanto ellos nos han legado.
Siguiendo con el cuestionamiento del concepto de «Historia», ¿por qué esta sigue relegada a un segundo plano entre los lectores más jóvenes? ¿Qué crees que haría falta para atraer la atención de este género entre ellos?
Esta es otra gran pregunta, aunque al tiempo para mí con una respuesta penosa. Yo también me pregunto ese porqué y me siento decepcionado. Pero no me atrevo a culpar a nadie. La técnica es de ellos, de los jóvenes; son los que crean diseñan y enseñan a manejar los «teléfonos móviles» por usar un término generalista; por otro lado, la fantasía siempre ha sido un atractivo para la juventud. Juntemos ambas cosas: técnica y fantasía, y tendremos lo que gusta a la juventud y da dinero a los que lo venden. Es más fácil hoy crear monstruos deformes, violencia sangrienta y seres irreales que conocer de nuestro pasado.
Nos encanta la portada de tu libro. Es un cuadro apenas conocido, pero que representa muy bien el semblante de Carlos V. ¿Puedes hablarnos un poco más de él? ¿Por qué te decantaste por esta portada?
Esta pregunta ha llegado a tocar el fondo de mi alma. Efectivamente es un Carlos casi desconocido; su hermano Fernando I desde Viena le ordenó al pintor de moda allí en aquellos primeros años del XVI, Jacob Seisenegger, que se desplazase a Bolonia donde el Pontífice había entronizado a Carlos como Príncipe de la Cristiandad, para que lo retratara de cuerpo entero, algo que no era común hasta entonces. Carlos tiene entonces treinta y dos años y es muy poco después cuando comienza nuestra novela. El cuadro fue después copiado por Tiziano ̶ no están claras las razones ̶ y es el que conservamos hoy en el Prado. A mí ese Carlos de la portada siempre me ha subyugado; no sé si será por su luz, por su elegancia o porque, efectivamente, su semblante es espléndido.
Háblanos un poco de ti como escritor. ¿Es esta tu primera novela? ¿Has escrito desde siempre? ¿Tienes pensado volver a publicar? ¿Cómo ves el oficio de escritor en la actualidad? ¿Crees que se puede llegar a vivir de ello?
De mi persona prefiero no hablar. Tan solo diré que como cualquier adolescente de entonces comencé a versificar vertiginosamente cuando llegué a entrar en la clase de literatura por primera vez en mi vida; ello hasta el punto de que mis compañeros de clase me hacían recitar mis poemas ante el profesor. Nunca dejé de leer y escribir, pero mis padres me señalaron lo que tenía que estudiar. Estudié, trabajé y no olvidé jamás mi gran pasión dedicándole a ella el poco tiempo del que disponía publicando artículos tanto literarios como técnicos (que de las dos clases recibí primeros premios) en publicaciones profesionales. Ya retirado llegó mi salvación; quizá la mejor época de mi vida. Entonces di rienda suelta a mis vivencias, lecturas e imaginación, y todo lo conservo encuadernado en un cofre o baúl bien cerrado con cuatro llaves como el de Fernando Pessoa. No obstante, al finalizar esta novela tuve el atrevimiento de enviarla a un certamen: al Premio Hispania de Novela Histórica. El que se me comunicara entonces que había sido finalista me decidió a publicarla puesto que la gente tenía que saber.
El papel que tuvo Antonio Pérez del Hierro como consejero de Felipe II es fundamental en su reinado. No deja de sobrevolar a lo largo de tu novela la famosa frase de Lord Acton: «El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente». ¿Es este siempre el leitmotiv de las intrigas palaciegas o en la corte de los dos reyes sucedían otros aspectos de interés? ¿Qué destacarías de cada uno de los reinados Carlos I y Felipe II?
Es una pregunta larga. La frase es desde luego cierta, pero entre padre e hijo existían grandes diferencias las cuales trato de poner de relieve en mi novela. ¡Eran tan distintos y tomaron decisiones tan dispares! Desde luego Lord Acton no se equivocó lo más mínimo si nos ceñimos a Antonio Pérez, y habría que citarlo siempre que se hablase sobre la corrupción. Sin embargo, este asunto de poder y corrupción, entiendo yo que no es aplicable a Felipe II, más bien habría que hablar de poder y fanatismo; y en cuanto a su padre…, ni eso: tan sólo quizás de poder, españolismo y… una buena mesa y lo demás. Para conocer de los reinados de Carlos V y de Felipe II, sobre todo en su intrahistoria, habría que leer la novela aunque fuese en la Biblioteca Municipal, que es donde yo suelo leer ahora de vez en cuando, después de tantas horas pasadas en la Biblioteca Nacional con las protestas de mi mujer que tanta paciencia tuvo entonces.
A pesar de que la máquina del tiempo no se ha inventado todavía, nos encantaría saber con cuál de todos los personajes históricos de tu novela querrías mantener una conversación. ¿Por qué?
No tengo respuesta. Yo diría posiblemente que con todos ellos, pero especialmente en determinadas situaciones.
¿Tienes pensado seguir publicando? ¡Cuéntanos tus proyectos! Tras haber publicado, ¿qué cosas harías igual y qué otras cosas cambiarías con respecto al proceso editorial?
No; definitivamente todo tiene un final, y, entre Ortega, Marañón, Azaña y otros muchos más a los que ahora releo (estos al igual que Montaigne, Seneca e incluso Freud que también forman parte de los fondos de mi biblioteca) paso mis días espléndidamente, y todavía mejor junto con alguna nueva biografía.
Para finalizar la entrevista, nos gustaría dejarte un espacio para que le comentes lo que quieras a los lectores y que no hayamos tratado en la entrevista.
Creo que todas las preguntas han sido muy oportunas y acertadas, pero el público está deseoso de escuchar a gente más joven, más preparada y más al día que a los que formamos parte de mi generación.
Muchas gracias por atendernos, Francisco Ignacio. Gracias por hacernos viajar al pasado con tu fantástico libro.
Disponibles en: Amazon, La Casa del Libro y Libros C.C.
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