Buenos días, Eduardo. Muchas gracias por concedernos esta entrevista para hablar de tu libro La huerta de La Paloma (Editorial Tregolam), una novela histórica centrada en la Guerra Civil Española.
¿Por qué decidiste escribir sobre este episodio de la Historia de España?
Bueno, en mi periodo de postgrado tuve ocasión de preparar algunos ensayos relacionados con la Segunda República y, por supuesto, también con la guerra civil española. Es una etapa que hoy en día todavía emociona, me emociona, aunque hayan transcurrido 81 años de su final.
A lo largo del libro se intercalan también fotografías de la época, muchas de origen personal, que ayudan al lector a adentrarse todavía más en la historia. ¿Cómo fue rescatar estos testimonios visuales para tu novela?
Al tratarse de una novela histórica, los personajes que intervienen en ella tienen especial protagonismo. A este respecto, quiero señalar que tanto los de alto valor histórico y mayormente conocidos, como los de carácter personal, todos ellos, tienen una relación directa con los hechos allí descritos. Por eso consideré que su aportación fotográfica reforzaría el carácter de los protagonistas.
En La huerta de La Paloma nos cuentas la vida de Eleuterio Valencia, alias Eduardo, quien tiene que abandonar su lugar de nacimiento, Viso del Marqués, y su trabajo de campesino en la huerta de La Paloma, para prestar servicio militar en Barcelona. De hecho, la novela se fundamenta en la historia de tu padre. ¿Qué ha supuesto para ti como escritor ahondar en el pasado de tu familia?
La costumbre en aquellos tiempos entre la clase humilde era ser bautizado por la Iglesia con el nombre elegido por los padres y adoptar, a veces, el nombre del día en que te inscribían en el Registro Civil, de ahí la distorsión de los nombres. Con respecto a la otra cuestión, creo que nuestra generación actual se está caracterizando cada vez más por el interés exclusivo en la búsqueda de un futuro mejor y más sostenible sin tener en cuenta que somos herederos de nuestro pasado y de nuestros ancestros. En efecto, a través de esta novela intento reivindicar parte de lo que soy y de donde vengo. Mi familia, los que estamos, tanto como los que se han ido, siguen siendo muy importantes para mí.
¿Crees que en España todavía seguimos heredando el odio generado durante la Guerra Civil? ¿A qué crees que se debe? Y, ¿qué crees que tenía que haber ocurrido para sanar las heridas sociales que dejó la contienda?
Son preguntas que para muchos todavía no hay respuesta. Hemos de tener en cuenta que tras una guerra civil fratricida siguieron casi cuarenta años de una dictadura que marcó a buena parte de la sociedad española, recordando asiduamente quién fue el vencedor y quiénes los vencidos. Quienes fraguaron lo que hoy conocemos como La Transición Española, solo consiguieron con buena voluntad en su mayoría, romper en parte la ligazón que nos devolvía a los demonios del pasado. Sin embargo, los agravios de sangre y desafectos que siguen todavía dentro de las familias que padecieron ese sufrimiento; eso, no ha sido superado tras casi ochenta años de silencio. Incluso en mi propio pueblo, donde no hubo abusos, violaciones ni ejecuciones normales en aquella contienda, el silencio sobre los protagonistas locales de aquella etapa histórica impera por doquier. El esfuerzo del Estado por restablecer el orgullo y la dignidad a las víctimas de ambos bandos a través de la Ley de Memoria Histórica es un intento que puede tener éxito siempre y cuando no se manipule ni se politice una cuestión que solo corresponde a los historiadores analizar. Como reflexión ,y rompiendo aquel maleficio de que no hay mal que cien años dure, creo que nos podría ir mejor si cumpliéramos con aquella propuesta orteguiana de no conformarse con estar juntos como sociedad, la famosa conllevancia, sino hacer algo juntos para satisfacer a las dos partes enfrentadas.
Ahora que sabemos que eres doctor en Historia Contemporánea, entendemos por qué esta novela nos parece que está a medio camino entre la realidad y la ficción. ¿Cómo fue la labor de investigación para escribirla? ¿Qué hay de real entre las páginas de La huerta de La Paloma?
Creo que la experiencia adquirida en la preparación de mi tesis me ha servido para buscar tanto documentación generalista sobre el tema como otras fuentes de información más específicas, como documentación en el Archivo Militar de Ávila, incluso hasta el uso de entrevistas personales con familiares o conocidos del entorno de mi padre. El resultado de todo esto ha conformado un relato que prácticamente en su totalidad está basado en hechos reales, aunque alguno de ellos confieso que me he dejado llevar por la imaginación. Todos los personajes de alto rango popular o militar, oficiales, generales, políticos, escritores, familiares, algunos soldados del entorno del protagonista, etc., son reales y tuvieron alguna relación con los hechos narrados. Sin embargo, los diálogos entre ellos no dejan de ser ficción. Por algo es una novela.
La novela comienza con la simiente de la Guerra Civil. Nuestro protagonista se encuentra en Barcelona durante la Segunda República, pero las tropas militares de la derecha se encuentran preparando un golpe de Estado. Cuando acotaste la estructura del libro, ¿en qué te apoyaste? ¿Qué te hizo situarte en este inicio y por qué la historia llega hasta dónde llega?
La idea en el fondo partió de una conversación entre mi padre y yo en el Estadio Olímpico de Montjüic viendo un partido de futbol. La proximidad del castillo-fortaleza que lleva el mismo nombre junto con la concordancia en las fechas del golpe de estado en el 1936 provocó mi decisión. Después pude comprobar a través de La Vanguardia, donde se publicaban los repartos y destinos militares de vigilancia en Barcelona, que esos días, efectivamente nuestro protagonista se encontraba destacado como guardia de refuerzo en aquel establecimiento. En cuanto a la segunda cuestión, la boda de mis padres en 1944, días antes del desembarco en Normandía, cierra un círculo de una época que llega a su fin. Quizás el periodo largo de la postguerra española podría ser motivo de otra intentona novelística.
La huerta de La Paloma es una novela histórica que narra una etapa muy importante de nuestra historia. ¿Has pensado en traducir tu obra para hacer llegar este relato a más lectores?
Pues no lo había pensado, pero no me desagradaría; de hecho, la mitad de mi familia por parte de mi mujer viven en USA y lamentan no entender el castellano para poder leerlo.
De vuelta al tema de la ficción, nos preguntábamos por qué no tomaste el camino del ensayo histórico. ¿Piensas que entre el público lector tiene mayor cabida la narrativa?
No soy experto en el tema; sin embargo, a nadie le sorprendería si dijera que las nuevas generaciones se decantan más por el género novelístico que no por el puramente histórico. Eso sí, repito, los datos históricos que en mi libro se contemplan están perfectamente corroborados por especialistas en el tema más preparados que yo.
Hay un episodio en la novela que sabemos que está despertando la curiosidad de los lectores que ya la han leído. Es aquel en el que aparece Hemingway y tiene un pequeño encuentro con alguien muy querido para ti. ¿Quieres contarnos algo al respecto?
El encuentro entre el reportero de guerra Hemingway y mi padre no está corroborado. Sabemos que, en los días previos a la batalla de Segovia, mundialmente conocida a través del libro Por quién doblan las campanas, estuvo presente el premio nobel en busca de la noticia, así como mi padre como enlace de abastecimientos a las trincheras de dicho frente. Simplemente provoqué el encuentro imaginario y el consiguiente diálogo teniendo en cuenta el conocimiento de ambos personajes, su carácter y su forma de ser.
El trabajo de corrección de esta novela ha debido ser bastante arduo, pues el contenido es bastante exhaustivo. En estos casos, algunos autores tienen la sensación de que mejor que ellos los correctores no podrán conocer el ámbito en el que se mueve un lenguaje tan técnico. ¿Volverías a corregir un libro tuyo o recomendarías hacerlo?
Mi impresión es que el trabajo de un corrector es esencial, aunque siempre es necesaria la colaboración del autor para no desvirtuar el sentido de la obra. La mejor solución es un trabajo en equipo y coordinado.
Al hilo de la anterior pregunta, ¿tendremos más libros de Eduardo Valencia en el mercado?
De hecho, ya tengo publicados dos más, aunque solo los he dedicado al autoconsumo y como experiencia en el mundo de los libros e-book. Llevan por título La Transición Española. Una visión desde Cataluña, tomos 1 y 2. Se trata de explicar esa etapa tan conocida para nosotros desde un punto de vista diferente a través de la influencia que tuvo en aquella época una organización política que llevaba por nombre La Asamblea de Cataluña, puesta de moda de nuevo y conocida en la actualidad como la ANC (Assemblea Nacional Catalana). En si es una adaptación de mi tesis doctoral que intenta explicar el origen de la problemática política actual. Por otro lado, estoy finalizando un nuevo libro que llevará por título La derecha y la Izquierda en la Segunda República.
Estamos llegando al final de la entrevista, Eduardo. Te dejamos unas líneas para que le comentes lo que quieras a tus lectores.
Simplemente dirigirme a ellos agradeciendo a todos, los que les ha gustado como los que no, el esfuerzo de compartir experiencias que, aunque me hayan afectado a mi más directamente, seguro que podrían ser compatibles con la de muchas familias españolas que directa o indirectamente tuvieron relación con la experiencia traumática de una Guerra Civil. Es un homenaje a todas ellas que, en su mayoría, seguro que todavía mantienen algún reparo en aceptar lo que en sí fue un fracaso colectivo. Muchas gracias.
Muchas gracias por tu tiempo, Eduardo. Desde Tregolam te deseamos mucha suerte con tu novela.
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