Buenos días, Vicente. Encantada de poder entrevistarte. Acabas de publicar el libro La cama de ciprés, una interesante novela policíaca que cuenta con una enrevesada y a la vez muy humana trama. ¿En qué momento se te ocurrió la idea? ¿Dónde encuentras la inspiración para escribir?
Es imposible situar el origen de La cama de ciprés en el calendario, pero sí saber los «culpables» de su gestación: mi pasión por la lectura y una vocación real por plasmar todo negro sobre blanco. Son innumerables los esbozos de relato que he empezado, pero únicamente La cama de ciprés me empujó a darle continuidad, a construir su trama y a dar vida a una novela que, espero, los lectores disfruten y sufran casi a partes iguales.
Son muchas las respuestas a la hora de hablar de la inspiración, pero en mi caso tan solo una: la realidad; además del tesón y el compromiso con la literatura, escribir y poder construir historias para regalárselas a quienes las leen es la mejor inspiración.
En tu novela hay un asesino sin escrúpulos del que nadie a su alrededor sospecha. ¿Cómo te figuraste la mente de un asesino? ¿Hay muchos más ahí fuera de lo que creemos?
El mejor trabajo de documentación posible es el hecho de forma natural a través de la lectura. Sí que es cierto que para avanzar en la historia, en diferentes puntos, buceé en diversos manuales policiales, en informes y noticias e investigaciones, pero al final lo que busqué fue construir un perfil creíble, truculento y, a la vez, muy humano.
Espero que no los haya, más que nada porque si existieran muchos y fuesen parecidos al antagonista de La cama de ciprés tendríamos un verdadero problema. Somos una sociedad, la española, que en ocasiones disfruta de consumir morbo y sucesos en exceso, pero esa cuota de pantalla que tienen no se corresponde con la realidad… por suerte.
Gran parte del ritmo de la novela viene marcada por el dolor de los protagonistas; no en vano seguimos la vida de Claudio, el escritor, y ese pasado que poco a poco se nos va desvelando. ¿Es acaso eso lo que le motiva a escribir? ¿Qué puede aportar la escritura a una persona? Háblanos un poco más del personaje y de cómo “llegaste” a él.
En el caso del protagonista de la novela, en un paralelismo conmigo, la escritura siempre ha formado parte de su vida a través de la lectura. Sin embargo, ahí acaban las coincidencias ya que el dolor y la tragedia en el caso de Claudio han estado más presentes en su realidad que en la ficción que escribe. Ese tormento ha marcado sus tiempos literarios a la hora de imaginar historias pero también a la hora de dejarle sin ideas ni fuerzas para escribir en su vieja Olivetti.
La escritura para alguien que necesita palpar el papel y sentir la tinta es el mejor regalo que se puede hacer. Sin mayor pretensión que la de construir nuevas realidades, vidas paralelas e historias que van más allá de lo real para crear en sí mismas un nuevo universo.
Escribir aporta sosiego, pasión, ilusión; pero, de algún modo, también te aporta una especie de incertidumbre sana por saber qué camino tomará tu relato y una excesiva dependencia hacia el texto al que estás dando vida.
Asimismo, tanto Claudio como su mujer, María, consiguen poco a poco recuperarse de un trauma que los ha alejado por completo. ¿Dónde reside su fuerza de voluntad para superar los obstáculos? ¿Hasta qué punto necesitamos el afecto de los demás?
La angustia, el pesar, los sinsabores… todo ello forma parte de cualquier vida y, por desgracia para ellos, es parte principal de su vida. Sin embargo, ese dolor en ocasiones también es ese necesario pegamento que une a las personas, que les lleva a ver más allá de lo banal y les empuja a ambicionar un entorno con más luz. Ese es el caso de este matrimonio protagonista de La cama de ciprés, que pese a los innumerables escollos vitales que se han encontrado al final parecen vislumbrar en el horizonte un haz de esperanza… que se desvanece de nuevo cuando la muerte les asalta.
Por eso, en gran parte del relato solo se tendrán el uno al otro. Y viceversa. En ocasiones mucho, y más que suficiente para avanzar con paso firme, pero en otros momentos demasiado poco por culpa de ese abismo que se imponen entre ellos y que les lleva a cubrirse con el dolor y negarse cualquier oportunidad de ser felices.
¿Qué significa la literatura para ti? ¿Cuáles son tus influencias y cómo se reflejan en este libro?
La literatura es parte indispensable de mi realidad. Desde pequeño la lectura me ha acompañado y me ha permitido vivir historias imposibles, transportarme a otros mundos y percibir innumerables sensaciones. De hecho, soy una persona que necesita todo negro sobre blanco, que requiere un mundo escrito a su alrededor; por eso creo que estudié periodismo. No en vano, el periodismo y la literatura comparten, en gran medida, un objetivo: atrapar al lector con una historia, con la salvedad de que en el primero el rigor periodístico y la veracidad deben ser incuestionables.
Mis influencias son todas, ya que pocas veces miro el nombre del escritor a la hora de embarcarme en una nueva lectura, aunque sí que es cierto que tengo algunos que podrían considerarse «de cabecera». El primero de ellos es, indudablemente, Carlos Ruiz Zafón, ya que he leído todas sus creaciones y en los últimos años he esperado cada nuevo capítulo de la tetralogía de El cementerio de los libros olvidados. Además, en mi estantería tienen un lugar preferencial escritores como John Verdon, Lorenzo Silva y algunos de «kilómetro cero», ya que soy castellonense, como Pablo Sebastiá o Julio Cesar Cano.
¿Qué dirías que diferencia a La cama de ciprés de otras historias policíacas?
Creo que la mejor respuesta a esta pregunta la deberían dar aquellos que se adentren en La cama de ciprés. Pese a todo, creo que La cama de ciprés no es una novela policíaca habitual, ya que en ella el protagonista es una persona anónima, ni un asesino ni la policía, y además el trasfondo humano y vital juegan un papel fundamental. Más allá de la trama criminal, sentimientos como el dolor, la perdida, la desazón, pero también la esperanza, el amor y la fe impregnan toda la novela haciendo que el lector la disfrute pero también la sufra y padezca.
Parece que el género policíaco está viviendo un nuevo auge, cada día hay más y más publicaciones sobre historias de detectives, policías y asesinos. ¿Qué crees que le ofrece este género a la gente? ¿Y a ti en particular?
El género policíaco es mucho más que tan solo asesinatos por resolver e investigaciones policiales. Es un género que se consume mucho porque en él el lector se encuentra con la muerte, pero también con la vida, se encuentra con situaciones que le pueden ser cercanas y otras que difícilmente vivirá.
Además, cuando empiezas a leer una novela policíaca esta te atrapa y te obliga a avanzar con ella para resolver todos sus entresijos, y no solo quién está detrás de los crímenes. Ese creo que es el éxito del género policíaco, y eso es lo que a mí me brinda, la necesidad de desenredar esa maraña de muerte y dolor que protagoniza el asesino y hallar esas otras historias que subyacen en la vida de los personajes.
Tú eres periodista y seguro que has tenido la oportunidad de cubrir infinidad de noticias. ¿Te ha ayudado tu profesión a construir la historia del libro?
Más que ayudarme, el periodismo y la literatura son consecuencia uno de la otra. Escribir, como he comentado antes, siempre ha formado parte de mi realidad y como lector empedernido creo que el querer dar vida a un relato ha sido un paso más. Son muchos los intentos de novela que he tecleado pero todos ellos los desechaba al entender que no merecían la pena ser leídos.
Sin embargo, con La cama de ciprés, casi desde la primera página, desde que la historia vino a mí, me vi obligado a ir alimentándola y darle forma hasta poner en la página 222 ese punto final tan ilusionante que suponía el principio del nacimiento de mi primera novela.
Antes de despedirnos, ¿hay algo que no te hayamos preguntado en la entrevista y que quieras decirle a los lectores?
Nada más que invitarles a hacer suya La cama de ciprés y a darle vida a la novela a través de la lectura. Espero que quien se adentre en su lectura la disfrute, la necesite, pero también que sufra con sus protagonistas y que sienta un poco el dolor que ellos sienten. Ese es el mejor regalo que me podrían hacer.
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