Cómo convertir la escritura en una herramienta terapéutica

Probablemente existan tantas razones para escribir como personas que escriben. Puedes tener una idea y querer materializarla. Puede que te hayas apuntado a eso de “planta un árbol, escribe un libro y ten un hijo” y que solo te falte el libro para completar el reto. Tal vez escribir sea tu oficio o sencillamente escribas porque te gusta hacerlo y pases del corrector ortográfico y de las criticas.

Ideas para hacer de la escritura una terapia

No cabe duda de que escribir puede ser fuente de frustraciones. Por ejemplo, la que experimentamos cuando nos enfrentamos a un periodo de bloqueo. Esa sensación de que nunca más vamos a volver a hilar tres palabras seguidas puede desesperarnos, pero sabemos que, con tiempo, esfuerzo y algunas sencillas técnicas, esa dificultad se puede sortear. Las críticas a nuestra obra también pueden ser un mal trago. Sin embargo, debemos ser capaces de separar lo personal de lo profesional y transformar los comentarios negativos en áreas de mejora para próximos trabajos.

Pero basta de negatividad. En este artículo nos vamos a centrar en la parte positiva de la escritura. Escribir es, de alguna manera, sacar lo que tenemos dentro, trasladarlo al folio en blanco. No quiere decir que eso que nos atormenta o que nos preocupa abandone nuestro ser para pasar a residir en el papel para siempre, pero desde luego ayuda. Aquí van algunas razones para escribir:

1. Nos ayuda a ordenar ideas

El lenguaje es un soporte del pensamiento. Expresar por escrito o de forma oral lo que pasa por nuestra cabeza nos ayuda a darle forma a ideas que son más abstractas en el pensamiento. ¿No te ha pasado nunca que quieres solucionar un problema pero no acabas de ver cómo hacerlo y cuando se lo cuentas a un familiar o una amistad de pronto, sin necesidad de que digan nada, encuentras la respuesta? Escribir un libro nos ayuda a ordenar los pensamientos que fluyen en nuestra cabeza como en el pensadero de Dumbledore.

2. Nos permite tomar perspectiva

Es frecuente que las cosas que nos afectan mucho impidan que pensemos con claridad. Nos metemos cada vez más en nuestro bucle de pensamientos y, por más que tratamos de separar unos de otros, estos se entremezclan. ¿Qué podemos hacer? Escribir lo que tenemos dentro, ya sea de forma esquemática o redactada, nos ayuda a detallar los diferentes puntos sobre los que tenemos que reflexionar y nos permite prestarles atención uno por uno.

3. Nos obliga a dedicarle tiempo a los problemas

Aunque esto puede parecer paradójico, no lo es. Cuando alguna cuestión nos preocupa tendemos a intentar apartarla de nuestro pensamiento… con poco éxito. Esto hace que, aunque creamos no estar dedicándole un tiempo específico, la idea atraviese nuestros pensamientos de forma continuada y nos impida concentrarnos verdaderamente en lo que nos ocupa en ese momento.

Si nos paramos, decidimos dedicarle un tiempo —media hora, por ejemplo— a escribir nuestras preocupaciones en un papel y luego volvemos a nuestra tarea, en realidad nos habremos ahorrado un tiempo.

4. Nos permite llevar un registro

Puede que seas como yo y hayas intentado mil veces empezar un diario y llevarlo al día… sin éxito. En realidad, los diarios o los tan de moda bullet journals son simplemente herramientas que están ahí para cuando las necesites. Si te acostumbras a llevar contigo un cuaderno —preferiblemente siempre el mismo— será más fácil que adquieras el hábito de escribir. Y, sobre todo, hacerlo te permitirá consultar tus experiencias pasadas y analizar la evolución de tu estado de ánimo.

Existen también apps que te animan a escribir como Question Diary (en castellano), que te hace una pregunta diferente cada día y te la vuelve a hacer un año después, para que puedas comparar las respuestas. Además de escribir, te invita a reflexionar sobre diferentes aspectos de tu vida.

La escritura como terapia

Cuando hablamos de escribir lo hacemos en sentido amplio. Puede que te apetezca escribir tus ideas y problemas de forma más prosaica, que descubras que eres un as de la poesía o que tus vivencias te inviten a crear diferentes personajes en los que plasmarlas. Lo importante es el proceso de trasladar al papel lo que tienes dentro.

Algunas grandes escritoras han hablado del valor terapéutico de la escritura. Es el caso de Isabel Allende, para quien escribir Paula fue una manera de superar el duelo tras la muerte de su hija. Por su parte, Rosa Montero afirma: “Para mí, todos los libros te enseñan algo, te curan, gracias a ellos puedes vivir”. Visto lo visto, merece la pena al menos intentarlo, ¿verdad?

Escribir nos permite acercarnos a nuestra vida interior e, incluso, descubrir cosas que no sabíamos que llevábamos dentro. Ahora bien, que este proceso sea terapéutico no quiere decir que pueda sustituir una terapia psicológica. Es, simplemente, una herramienta más para ayudarnos a estar bien, nunca la única.

Recomendaciones

Existen diferentes formas de abordar el proceso de escritura. Por ejemplo, puede ser una buena idea “vomitar” en el papel todo lo que tienes que decir sin preocuparte en exceso por la ortografía y la gramática, en un intento de no reflexionar demasiado para no interrumpir el proceso. Más tarde podrás volver sobre el texto, ordenar y corregir.

No obstante, puede que para ti sea mejor redactar de manera pausada y prestando atención a los detalles. Al final, cada persona es un mundo y el proceso de escritura es algo muy personal.

Si te animas a empezar a escribir un libro puedes hacerlo por tu cuenta. Sin embargo, quizás sea una buena idea apuntarte a algún taller de creación literaria donde te proporcionen técnicas de escritura, donde puedas conocer a otros autores y autoras y donde hagan un seguimiento de tu evolución… y, ¡quién sabe!, tal vez el día de mañana hasta te animes a publicar un libro. Sea como sea, ¡feliz escritura!

Artículos relacionados

Decálogo para escritores noveles

Consejos para escritores noveles

Cinco consejos para escritores de ciencia ficción y fantasía

Para qué sirve un Informe literario

Qué es un maquetador de ebooks

Corrección ortotipográfica: peculiaridades de una labor imprescindible