Hola Edgar, buenos días. 20 poemas de amor para Alejandra y una daga en diagonal que te atraviesa el alma es una obra intensa y completa. ¿Cómo se llega a escribir una obra de estas características?
Un saludo y gracias por sus palabras. La obra sí, quizás es intensa; pero completa, no tanto; toda vez que en cualquier género siempre queda algo por decir. Ahora bien, respondiendo a la cuestión, los 20 poemas de amor para Alejandra, se comienzan a escribir a pedazos de letra, a pedazos de sueño. No es accidental, pero sí es la resultante de muchas coincidencias. Primero recojo fragmentos de cuentos breves e inconclusos que venía construyendo desde hace cinco años y luego, a paso lento pero seguro, voy armando una estructura que responda a un texto circunscrito dentro de una atmósfera de ciudad. La médula que mueve el instinto creador es el amor. El amor, con todas esas barreras y reveses que siempre le ha caracterizado desde las épocas más remotas del romanticismo clásico.
Eres una persona con basta experiencia en la escritura, la docencia, la dramaturgia y hasta el cine. Parecería que la poesía es el último refugio del intelectual, ¿lo sientes así?
Primero, debo decir que no es poesía, en su sentido más auténtico, eso que muestro con los 20 poemas de amor para Alejandra y esa daga en diagonal que te atraviesa el alma. Aquí debo presentar mis excusas ante los verdaderos poetas (he cometido un crimen literario y espero me exoneren de toda culpa). Sucede que el arte de la poesía es una tentación que me palpita en la sangre, me respira en la nuca y tenía que dejarlo fluir. Que sea o no el último rincón y refugio de los intelectuales es apenas accidental. Nada hay más difícil que la poesía, pero quizás nada más tentador. La lees, la sufres, la gozas, o la intentas escribir, aunque después de eso te coloquen una camisa de fuerza y te internen en el sanatorio.
¿Cuáles son tus principales influencias? ¿Qué autores nunca faltan en tu biblioteca personal?
Gracias a Dios, tuve la fortuna de cruzar por el teatro con directores y actores que miraron en la poesía una rica fuente de inspiración. La poética de Miguel Hernández, los versos de él cantados por Serrat. La poesía de Benedetti. Los poemas del maestro Neruda, los versos de José Asunción Silva, de Gabriela Mistral.
Apasionado por los cuentos de Borges y la literatura de Cortázar, me inspira la ficción y gracia de Cervantes, pero no puedo abstraerme de la magia latente en los clásicos de la tragedia y la comedia griega (Sófocles, Esquilo, Aristófanes).
En mi biblioteca no pueden faltar textos de filosofía (Platón, Gadamer, Hegel, Aristóteles, Mao Tse-tung, Peter Zsondi, Fernando Savater, entre otros).
Pese a ser colombiano, tienes una conexión directa con España, donde además de poseer títulos por la UNED y dar clases, has publicado. ¿Hay una conexión en tu literatura entre las influencias de América Latina y España?
Una de las mejores cosas que me han pasado en la vida es haber tenido la oportunidad de adelantar y culminar estudios de doctorado en la UNED de Madrid, España.
La experiencia, el contacto con la Madre Patria, con el campus universitario y sobre todo con la comunidad europea, me dejaron una lección invaluable. El respeto que allí se tiene por los Derechos Humanos, por el ser humano, por la palabra y el pensamiento (sea cual fuere) es sencillamente admirable.
Presenté un proyecto en la UNED, donde se crea para Colombia y toda América Latina el primer máster internacional en Justicia Transicional, Desplazamiento Forzado, Paz, Desarrollo y Cooperación. Hoy (2018), gracias a la UNED y al Instituto de Altos Estudios Europeos, el máster transita por la 3era. cohorte.
Por supuesto que la literatura en América Latina ha sido permeada por la literatura española y vale decir que no solo por la lengua, sino por el estilo (forma y contenido). Muchas escuelas de Latinoamérica, especialmente en Colombia, conocemos el Quijote de la Mancha antes de conocer la María de Jorge Isaac, y muchos de los que nos dedicamos al teatro nos divertimos junto a piezas de Alejandro Casona y Lope de Vega, antes de abordar nuestra propia realidad dramática.
Eres un escritor experimentado, no obstante, me gustaría saber qué dificultades has encontrado al escribir el libro y darlo por terminado.
En Colombia muchas editoriales me cerraron el camino para cristalizar este sueño de publicación. Fue Tregolam, editorial española, que en el primer contacto y de manera inmediata y solidaria tomó cartas en el asunto. Yo les agradezco infinito su apoyo y confianza.
En mi país (debo reconocer) existe una especie de «prevención», una rara enfermedad clasista, excluyente, discriminatoria, una «tara moral» en la que los autores que provenimos de las capas sociales «inferiores» no tenemos opción de publicar. Pero de otra parte (lo denuncio en uno de los poemas del libro) si el «escritor» tiene en su prontuario algunos asesinatos, algunos delitos de lesa humanidad y ha estado preso o extraditado, o tiene deudas con la ley, resulta un «escritor apetecido por las grandes editoriales».
¿Cómo se escribe poesía? O dicho de otro modo: ¿hay una forma de escribir poesía que sea distinta a otros géneros…?
La fórmula para escribir poesía es no usar fórmulas. (Repito, aquí me tomo un atrevimiento inmenso ruego de nuevo a los poetas me excusen).
Yo utilizo las mismas palabras que empleo en mi discurso cotidiano; solo que trato de jugar, no con el sentido y sí con «los sentidos» que ellas puedan despertar en el lector. Aplicando un poco la hermenéutica de Gadamer, lo que intento es decir algo más allá de lo que aparece explícito en las líneas. Hablo aquí de lo que pueda generarse en los subtextos, en las entrelíneas, en los puntos suspensivos, en las pausas dramáticas y hasta en la respiración.
Por eso antes de terminar un poema o proyecto de poema, lo leo muchas veces, lo declamo en mi caja de resonancia interna (a veces lo grabo y lo escucho), lo reescribo, lo borro, lo elimino, le doy respiración artificial, le aplico la eutanasia o decido en última instancia dejarlo vivir.
El género poético parece haber perdido algo de espacio frente a otros géneros en el mundo actual. ¿Cómo se recupera ese espacio?
En Medellín, Colombia, ciudad en la que vivo y trabajo desde hace más de una década se adelanta el festival internacional de poesía. Incluso los locos artesanos del verso y la palabra soñamos con crear la “primera universidad de la poesía” en el mundo.
Una forma de recuperar y ganar espacio es seguir fortaleciendo y apoyando los escritores del género (Tregolam, insisto es adalid en esta justa causa). Motivar a las grandes y pequeñas editoriales (tanto en Europa, como en America Latina, el mundo anglosajón) para que realicen convocatorias, festivales, concursos, certámenes de poesía.
Motivar a los jóvenes escolares, estudiantes universitarios y profesionales que cursan sus estudios de postgrado en esta aldea global a leer y disfrutar de la poesía.
Vincular a la empresa privada (En España se hace con relativo éxito) para que desde sus departamentos directivos patrocinen eventos de escritura poética.
Antes de 20 poemas de amor para Alejandra y una daga en diagonal que te atraviesa el alma, has escrito Inventario, Violeta, Mancover, La alcancía del abuelo, Las siete plagas, Nueve minutos y medio, El doctor Zeidersky Fajardus, Siete escalones. ¿Cómo sientes esa evolución hasta hoy?
El primer contacto con la escritura creativa lo tuve gracias a un maestro español que llegó a Colombia (década del 70) y se instaló como catedrático en el colegio donde yo adelantaba los estudios de bachillerato (Inem Santiago Pérez, Bogotá). El nombre del profesor de la época Genaro Carreno Hornas. Gracias a él, escribí mi primer cuento y gracias a sus palabras el gusto por la literatura se activó en mi alma. El maestro Genaro me regaló un par de libros de Benito Pérez Galdós… (Miau y Los condenados).
De esa época a la fecha ha corrido mucha tinta en mis papeles y pienso que siempre hay algo más que leer y algo más que escribir. Claro que sí, advierto evolución que irremediablemente cruza con los textos leidos, con el capital cultural del viejo que soy ahora, con la elasticidad propia de cerebro y con el fuerte deseo de escribir algo que tenga algún sentido para el lector que me lee.
El libro publicado recientemente por editorial Tregolam tiene la característica de ser en español y francés. Manejas ambas lenguas a la perfección. ¿Cómo se escribe con distintos registros idiomáticos? ¿Sientes inclinación por tal o cual palabra a la hora de pensar la escritura?
No hablo, no escribo en francés. Aquí debo dar los créditos a mi «madrina literaria» que encontré por pura coincidencia en las redes… Se trata de Adriana Mastromatteo, una hermosa señora, quien un día leyendo mis locuras en el Facebook, me dijo que le gustaría que le enviara mis libros de poemas. Mi respuesta fue la misma que di en el punto relacionado con la pregunta de las dificultades. Ella muy solidaria me sugirió buscar editoriales europeas y a mí se me ocurrió que el poemario podría ir en dos lenguas (francés-castellano).
Adriana Mastromatteo (Nani) (Zurich, Suiza) realiza una juiciosa y delicada traducción (castellano-francés) que busca identificar los dialectos, los giros del lenguaje, los sentidos, las trampas metafóricas y sobre todo la sustancia lingüística emotiva para que los versos mantengan la intención original.
También debo agradecer a Roberto, Roberto Noventa (Zurich, Suiza) aporta su disciplina, solidaridad y experiencia para revisar cada trazo como cirujano de letras, para que el ejercicio poético tenga la contundencia adecuada.
La mayor dificultad que tuvimos en la construcción del poemario a dos lenguas fue justamente esa de darle el sentido a cada palabra original, sin que perdiera el encanto y la carga dramática. Asunto muy complejo, porque por ejemplo en castellano la palabra «sicario» existe; pero en francés, tendríamos que hablar de un «asesino a sueldo» y aquí la connotación pierde pista original.
Otra persona que hace parte vital de los 20 poemas de amor para Alejandra y una daga en diagonal que te atraviesa el alma, es Alejandra Vélez, una joven comunicadora colombiana en cuyas manos mágicas y mente creativa cobraron vida las ilustraciones del texto.
Termino esta entrevista reiterando mis agradecimientos a Tregolam, al señor Nicolás Mattera, directivo de esta editorial; a la señora Adriana Mastromatteo, a Roberto Noventa, a Alejandra Vélez y en general a todos y cada uno de mis lectores. Muchas gracias.
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