Buenos días, Francisco. La maldición de Nergal es tu segundo y nuevo libro publicado. Se trata de una historia de suspense en la que un misterioso asesino aprovecha la histeria generada por Jack el Destripador para cometer sus propios delitos. Londres, ciudad en la que resides desde hace seis años, es el escenario en el que tendrán lugar los acontecimientos. ¿Cómo surgió la idea?
Buenos días. Todo comenzó con una imagen en mi cabeza: un personaje caminando por las desiertas calles oscuras del Londres victoriano. Con esta idea, empecé a escribir las primeras líneas de lo que pensaba que iba a ser un relato corto. Esa era mi intención desde el primer momento, pero poco a poco, de manera involuntaria, la trama se fue volviendo más compleja. Aparecieron nuevos personajes, fueron surgiendo nuevas ideas y me di cuenta de que estaba ante una posible novela.
James, el protagonista, sufre una magnífica evolución. Su mirada de joven periodista apunta a lo más alto, pero su propia ambición y su talento acaban siendo su mayor condena. ¿Te resultó difícil dar voz a este personaje?
En cierto modo, James tiene las virtudes y defectos de todo joven. Es ambicioso, aspira a lo más alto, al reconocimiento, pero se da de bruces con la realidad, donde no triunfan siempre los mejores, sino aquellos mejor posicionados o a los que les sonríe la suerte. Por ello, en un primer momento no es difícil identificarse con él y darle voz. Sin embargo, según la novela avanza, el personaje se vuelve más complejo, lóbrego. Su evolución sí supuso un desafío, aunque, al fin y al cabo, detrás de una fachada todos tenemos un perfil oscuro que no manifestamos en público. Lo mismo ocurre con James, pero en este caso el lector participa en primera persona de su degradación, de sus temores y de sus aspiraciones.
En La maldición de Nergal, manejas con pericia el factor sorpresa y consigues que nos quedemos con James, de forma que nunca podemos averiguar qué viene a continuación. ¿Cómo ha sido construir esta historia de suspense? ¿Cuáles han sido las partes qué más te ha constado desarrollar?
Desde que decidí que estaba ante una novela, supe a grandes rasgos cómo iba a desarrollar la trama teniendo claro algunos de los episodios clave, como el final. A partir de ese momento, con esos cimientos, fui construyendo la novela paso a paso. No hubo una fórmula secreta, sino horas dedicadas a escribir, borrar, editar y reescribir para que todo fluyera y mantener el suspense a lo largo de la novela. Lo que más me ha costado ha sido mantener el ritmo, evitar que decayese para mantener al lector alerta.
La novela no tiene aberturas, has logrado una estructura sólida. ¿Sigues algún método o rutina cuando escribes? ¿Cómo evitas el famoso bloqueo del escritor?
No tengo un método como tal a la hora de escribir. Lo más difícil es encontrar el tiempo para sentarse en la mesa con el folio en blanco y poder plasmar en el papel las ideas que he tenido a lo largo del día. La mayoría de estas las acabo descartando, pero aun así me sirven para explorar nuevos caminos, giros que no tenían previstos, nuevos personajes y escenarios. Sí es cierto que hay días, o incluso semanas, en los que resulta difícil escribir hasta una sola frase. En ese caso, lo mejor es no ofuscarse. Antes o después, a veces cuando menos lo espero, acabo dando con la solución para continuar la historia.
Uno de los factores imprescindibles que han ayudado a crear la atmósfera gótica de La maldición de Nergal es la labor de documentación que has realizado. ¿Cómo ha sido este proceso?
Vivir en Londres, donde se desarrolla la trama, me ha facilitado dicha labor sin lugar a duda. Gran parte de los escenarios que describo en la novela apenas han cambiado desde finales del siglo XIX. Calles, barrios y cementerios siguen ahí a pesar del tiempo. También existen otros factores intangibles como la niebla del Támesis, el frío húmedo o el clima, que forman parte de la historia y que uno experimenta al vivir aquí. Luego está la parte más académica para conocer el Londres victoriano. En ese caso, he tenido que leer bastantes documentos de la época. Documentos sociológicos como el Poverty Map (1889), de Charles Booth, me ayudaron a comprender el tejido socioeconómico de la ciudad, llegando hasta el detalle del nivel de renta de cada calle en la ciudad. También están los registros legales, como las listas de ejecuciones, las crónicas periodísticas del momento o información científica como los efectos de ciertas enfermedades o drogas comunes en el siglo XIX. Las descripciones de los viajeros, como Edmondo De Amicis o Simonin, me aportaron un punto de vista interesante, aquel del extranjero que visita la ciudad por primera vez. Mención aparte merece la literatura de la época, con el realismo de autores como Dickens o las memorias de escritores contemporáneos como Thomas de Quincey y sus Confesiones de un inglés comedor de opio.
En cierta forma, La maldición de Nergal conduce a películas como Seven, pero ¿cuáles han sido tus principales fuentes de inspiración?
Diría que la inspiración para escribir La maldición de Nergal han sido tanto Londres como la literatura gótica. La historia de la ciudad, sus contrastes, su hostilidad y su amabilidad, su grandeza y sus miserias han contribuido a la historia. Pese a estar ambientada a finales del siglo XIX, la ciudad sigue poseyendo las mismas virtudes y defectos. Los días nublados, los cuervos y sus graznidos, los edificios victorianos, las iglesias neogóticas y los cementerios. La ciudad en sí se presta a este tipo de literatura. Luego tenemos la otra inspiración, la literatura gótica que ha jugado un papel clave en el proceso de creación de la novela. Mary Shelley, Conan Doyle, Bram Stoker, Oscar Wilde, Henry James, Robert Louis Stevenson y Poe son solo algunos de los autores que, de una manera u otra, me han influido con sus escritos. Ambientes lóbregos y tenebrosos, leyendas, maldiciones, entes sobrenaturales… La literatura gótica alude a una serie de temores ancestrales que llevamos dentro. A pesar de que vivamos en una era llena de avances tecnológicos, como lo fue el siglo XIX en su momento, seguimos poseyendo ese miedo atávico.
Me temo que no he visto Seven, pero en el apartado audiovisual sí mencionaría la serie Penny Dreadful, cuya ambientación gótica me parece fantástica.
Todos tus relatos confieren a la realidad una dimensión fantástica con altas dosis de suspense. ¿Quiénes son tus referentes?
No tengo un único referente relacionado con lo que preguntas, pero, sin lugar a duda, hablaría de los escritores que acabo de mencionar. Por ejemplo, el relato Otra vuelta de tuerca, de Henry James, me parece que aúna a la perfección ambos aspectos: el suspense y lo sobrenatural, manteniendo el desenlace oculto hasta el final. Ambrose Bierce, Wilkie Collins, Sheridan Le Fanu serían otros autores que mencionaría al respecto.
Una noche en blanco y negro, tu primer libro, es un compendio de relatos de ficción entre la fantasía y la realidad. Háblanos de él.
Durante años, estuve escribiendo relatos cortos de diferente temática y llegó un momento en que decidí publicar una selección de aquellos que consideraba mejores. Son diez cuentos, algunos de temática gótica y que posteriormente desarrollaría en La maldición de Nergal, pero en su mayoría son relatos variados. Algunos tienen tintes surrealistas, otros bordean el realismo mágico, los hay escritos en primera, segunda o tercera persona, y en diferentes estilos. Julio Cortázar, Italo Calvino, Orhan Pamuk o Mijaíl Bulgákov diría que son autores que me influyeron en cierto modo durante ese tiempo.
Para tu ópera prima, seguiste el camino de la autopublicación; en cambio, La maldición de Nergal cuenta con apoyo editorial. ¿Por qué te decidiste a enviar tu libro a una editorial? ¿Crees que, al final, tener un sello detrás sigue siendo imprescindible para cualquier autor?
Como bien dices, para Una noche en blanco y negro me decanté por la autopublicación. Se trataba de mi primer libro y, dadas las circunstancias del momento, me decanté por esa opción; también tuve en cuenta que se trataba de un libro de relatos, un género infravalorado, y no de una novela. Para La maldición de Nergal, sí decidí contar con apoyo editorial dadas las posibilidades de difusión que otorga tener un sello detrás. Salvo en muy contadas ocasiones en los que la suerte juega un papel muy importante, creo que, en la actualidad, es necesario tener el apoyo de una editorial para que el libro tenga recorrido.
Con La maldición de Nergal ya publicada, ¿qué otros proyectos te esperan? ¿Seguirás escribiendo novelas?
Tengo varios proyectos entre manos. Lo primero es la publicación de un libro de relatos góticos. Al mismo tiempo que escribía La maldición de Nergal, he continuado escribiendo una serie de cuentos que espero publicar próximamente. El género gótico es mucho más flexible y atractivo de lo que uno puede pensar en un primer momento. Además, tengo en mente una novela de una temática completamente diferente, pero todavía me queda mucho trabajo por hacer para que pueda ver la luz.
Libro: La maldición de Nergal
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