El escritor valenciano Andrés SanDemetrio debutó en 2015 con El vendedor de humo, un thriller oscuro y novedoso por la presentación de sus temas en un contorno nada habitual para el género. Dos años después, publica Cuando los cerezos florezcan, una novela que enfrenta a los servicios de inteligencia con organizaciones terroristas en un relato apasionante de inesperado desenlace donde el análisis y la crítica social se convierten en el personaje central.
Cuando los cerezos florezcan es una historia de espionaje en la que, como no podía ser de otra manera, nada es lo que parece. Empezamos a conocer un pellizco del pasado de los protagonistas para dejarnos entrever su carácter, pero sin mostrarnos más de lo que necesitamos saber de momento. Así, el recorrido se hace más interesante, puesto que disfrutamos creciendo con los protagonistas y descubriendo poco a poco las razones que los han llevado hasta el punto en el que se encuentran. Las tramas amorosas quedan en un segundo plano, aunque no por ello quedan descolgadas ni son anodinas, sino que se erigen como un desencadenante de todo lo que está por venir. Durante el recorrido, permanecemos flotando en el aire, condensando la información hasta que se entremezcla de forma exquisita con las tramas desarrolladas entre los servicios de inteligencia y los terroristas.
Benjamín, un joven activista del Movimiento de Liberación Nacional; Covadonga, periodista y nexo de los demás caracteres; Alejandro, el impasible jefe del servicio de inteligencia… Cada uno de los personajes resulta creíble: sus acciones, sus diálogos y sus descripciones se ajustan al perfil que representan, por lo que resulta fácil quedarse pegado a ellos. Al fin y al cabo, los personajes son la historia misma y, si su voz es quebradiza o sorda, el engranaje del relato se hace inestable, se va desencajando un poco más hasta derrumbar la maquinaria. Esto no pasa en la novela, ya que cada capítulo, con estos personajes tan inmensos, nos transporta a un lugar donde el realismo y la imaginación del autor se unen para hacernos creer que estamos viviendo la historia de sus protagonistas. Y este trabajo requiere dedicación y esfuerzo. Al escribir, bien por falta de inspiración o por las prisas, es fácil caer en los tópicos del género y copiar todo aquello que hemos visto, por ejemplo, en una película famosa. Pero no hay nada de eso en la obra de Andrés SanDemetrio, pues ha realizado un importante proceso de documentación para generar un contenido totalmente renovado.
Sin embargo, el mayor foco de atención de Cuando los cerezos florezcan y lo que la hace más valiosa es su trasfondo actual, empapado de un análisis sociopolítico sobre los acontecimientos que han tenido lugar durante las últimas décadas: el terrorismo, la lucha de poderes y las relaciones entre dos bandos, las cuales se basan en el interés. No se lucha por la libertad o la justicia, las batallas se libran sobre el dinero y el poder. Mientras tanto, gente inocente sufre y se ve avocada hacia un trágico final, bien el de un radical o bien un ciudadano de a pie. La novela nos mantiene en una constante reflexión, como a Benjamín; gira en torno a la cuestión de si el fin justifica los medios.
Asimismo, critica el uso inadecuado de los medios, que ya no se usan en favor de la verdad y de la objetividad. Solo queda el salseo, los falsos juicios y los pensamientos de los que están arriba; los demás participantes quedan como títeres cuya función es esparcir las ideas de sus superiores, carentes de reflexión y de propuestas reales y útiles. Es la búsqueda del titular más rompedor, sin importar si detrás esconde, como suele suceder, una gran mentira. Dejar la opinión pública en las manos equivocadas, al final, resulta igual de peligroso que un arma, ya que es un instrumento capaz de desvirtuar la realidad y de conducir al odio en un abrir y cerrar de ojos.
El autor, a veces, usa un narrador omnisciente; otras, un narrador en primera persona, lo cual no solo nos permite acercarnos a la psicología del personaje, sino que también le da dinamismo a la narración. Esta estructura, además, permite una lectura alternativa, múltiple: podríamos centrarnos en los episodios de un personaje y luego en los de otro, de forma que avanzaríamos en tramas paralelas de tensión ascendente que antes o después chocarán en el imperioso desenlace.
“En esta obra, se recoge el discurrir de dos trenes que van por la misma vía y en sentido contrario, dos ferrocarriles a los que el autor coloca en el mismo raíl: el de su imaginación”, comenta Covadonga sobre Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu. Y esto mismo representa Cuando los cerezos florezcan, la historia de dos almas con maneras diferentes de entender el mundo que se encuentran en un infierno: el de la realidad que les ha tocado vivir.
Libro: Cuando los cerezos florezcan
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