Buenos días, Antonio. Gracias por recibirnos para hablar de tu último libro publicado, La foresta lunar, un ecléctico libro de relatos de temática variada. ¿Cómo describirías esta obra?
Gracias a vosotros. La describiría diciendo que posee: oscuridad, pero también esperanza y cariño; fantasía y realismo; drama y surrealismo, y por supuesto misterio.
Te quería preguntar por el título del libro, La foresta lunar. ¿Por qué lo elegiste?
Deseaba trasmitir y sugerir una atmósfera mágica, de ensueño, donde todo es posible. Creo que hay pocos parajes tan ancestrales y enigmáticos como los bosques, con su flora y fauna, proyectando sombras alumbradas por la clara luz de la luna. En lo profundo de las forestas, viven todo tipo de depredadores; cada uno acecha y ataca de formas distintas.
Algo que nos ha llamado la atención es que incluyes un relato que escribiste con nueve o diez años. Es el relato que abre el libro, Toanoni. Muchas veces, cuando los escritores encontráis textos escritos hace años, os aproximáis a ellos con cierto reparo o vergüenza incluso. ¿Cómo ha sido en tu caso el reencuentro con un relato que escribiste en la infancia?
La verdad es que fue un cúmulo de sensaciones. Cuando lo encontré, lo primero fue asombrarme; no me creía que hubiese guardado un papel unos 25 años. Después, sonreí bastante porque al relato lo acompaña un dibujo hecho a ordenador; supongo que lo haría con el ratón en el paint. Cuando terminé de leer el relato, tuve a partes iguales vergüenza y orgullo. La vergüenza venía de mi horrible caligrafía y de las faltas ortográficas descomunales propias de un niño; y el orgullo —que obviando que era una historia muy básica—, de la forma directa de relatarlo y la riqueza de algunas de las palabras empleadas, que me sorprendió.
Como comentábamos antes, los relatos que conforman La foresta lunar tienen una temática variada y también tocan distintos géneros. Así, encontramos relatos de terror, ciencia ficción, misterio o algunos de carácter más social. ¿Hay algún género con el que te sientas más cómodo o que te interese más?
Una de las cosas que me ocurre al intentar etiquetar o catalogar mis escritos es que tocan varios géneros al mismo tiempo. Quizás me etiquetaría como autor ecléctico; pero dentro de esa variedad, es cierto que el misterio sería el tono predominante, lo que me remueve y arrastra.
En los relatos El pasajero y Savia vieja, abordas el tema de la homosexualidad, más concretamente, son relatos en los que se denuncia la homofobia y la violencia que se deriva de ella. Aunque en los últimos años ha habido muchos avances en materia de derechos y se ha visibilizado mucho la realidad del colectivo, vemos ataques homófobos prácticamente a diario, ¿dónde crees que ha fracasado la sociedad?
No creo que hayamos fracasado, no del todo. La sociedad, por muy pesimista que sea la persona que la vea o la describa, avanza y de forma mayoritariamente positiva. Es cierto que las redes sociales con los algoritmos de agruparte con gente similar están causando personalidades muy polarizadas, pero la comunicación, la tolerancia y el respeto, en general, van en aumento. Siempre hay gente sin educación y violenta que solo saben dar palizas a aquellos que desprecian por algo que no entienden, y son los que suelen ocupar los informativos porque, desgraciadamente, es lo que vende. El problema de esas personas es que no tienen empatía ninguna, todo lo generalizan y argumentan disparates. Se escudan en que o piensas o eres como yo o no puedes ser. A nadie le debería importar a quién ame otra persona. No importa la raza, ni el sexo, ni la cultura: importa el respeto, y educar en él.
Una cosa que nos ha gustado mucho de tu libro es el estilo narrativo, que es bastante original y que transporta al lector a otros mundos de una manera muy realista. ¿Qué otros elementos destacarías como originales en tus relatos?
Creo que soy una persona pragmática. Mi educación narrativa ha sido mayoritariamente las películas, los videojuegos y la literatura —cómics y manga incluidos— que he devorado. Creo que, si lo mezclamos todo, conseguimos lo que pretendo con mis escritos: un ritmo fluido, con descripciones sugerentes y directas pero que no empapen, que el lector pueda imaginar parte de la imagen o personalidad del personaje o la escena que insinúo.
Otro de tus puntos fuertes a la hora de escribir es la construcción de los diálogos. Están llenos de naturalidad y de verdad. Por ejemplo, destacaría los diálogos del relato La ventana de Mauro, que nos han parecido muy tiernos y divertidos. ¿En qué te inspiras para construir estos diálogos?
Es cierto que es la parte que más disfruto de mis escritos. Para poder crearlos necesito un detonante: puede ser una frase, una palabra o simplemente una anécdota. Después, empiezo a barajar variables de personajes con sus personalidades, su propio tono de voz y todo; y cuando voy a darme cuenta, me estoy montando la película en mi mente. Si veo que fluye, apunto los puntos importantes, y así sucesivamente voy puliendo y dirigiendo el diálogo hacia lo que necesito; aunque —y esto es cierto, pero hay gente que no se lo cree— no siempre tus personajes hacen o dicen lo que tienes en mente para ellos. Es como si de ellos tirasen hilos que te desvían del camino, y la mayoría de las veces para mejor.
Nos ha llamado la atención que en la antología has incluido un relato de otro autor de Orihuela, J. R. Cascales. Se trata del relato Zoo. ¿Por qué decidiste incluir su texto y cómo se establece el diálogo con tus relatos?
Conocí a J. R. Cascales en la presentación, precisamente, de su antología de relatos Café & Cigarro. Tras leer el libro, vi que teníamos puntos literarios en común. Comenzamos a charlar y vimos que podíamos colaborar. En este mundo tan interconectado, pienso que es importante hacer que los caminos se crucen para compartir esta solitaria tarea que es escribir, y dar a conocer el trabajo de otros. Le propuse añadir en mi antología un relato suyo y gustosamente aceptó. Este verano sacará la segunda edición de Café & Cigarro y participaré con unos de mis relatos.
Volviendo sobre tus relatos, en El león de ébano hablas sobre el tema de la violencia hacia las mujeres desde el punto de vista masculino. ¿Qué querías contar con este relato?
La premisa era que la adolescencia es el periodo de nuestras vidas más impresionable, y lamentablemente adoctrinable. Unas pocas palabras o un gesto de la persona indicada puede desencadenar en una forma de vida errónea o violenta.
Esta es tu segunda obra publicada, la primera es la novela Cenizas de la empatía, un wéstern postapocalíptico y de ciencia ficción y en el que también hay un trasfondo moral. En La foresta lunar se repiten algunas de estas características. ¿Podemos decir que hay un cierto continuo entre ambas obras?
Sin duda. Actualmente, mis escritos tocan y llaman a la reflexión. No sé si siempre enfocaré mi pluma en esa dirección, pero por ahora es uno de los pilares más gruesos en los que se sustenta mi literatura.
Y tras haber trabajado en ambos géneros narrativos, novela y relato, ¿en cuál te sientes más cómodo? ¿Tienes preferencia por alguno de los dos?
Me quedo sin dudarlo con la novela; sobre todo por la forma en que abordo mis escritos. Aunque el relato sea breve o de pocas páginas, solo muestro, y consigues leer la punta del iceberg, pero todo lo demás existe para darle credibilidad a la narración. Me he sentido quizás un poco frustrado al no poder mostrar todo lo que una historia podía dar de sí; pero si lo hacía, dejaba de ser un relato y me hubiese embarcado en varias mininovelas, y ese no era el plan. Por eso, a día de hoy, elijo la novela.
Antonio, con dos obras ya en el mercado, ¿cómo te gustaría verte en el futuro como escritor? ¿Crees que hay suficientes oportunidades para los jóvenes talentos dentro del sector editorial?
La verdad, el deseo que tengo es uno sencillo y humilde: que la literatura poco a poco me dé para vivir; sin lujos, solo conseguir ser un mileurista. Siempre he intentado ser una persona realista. Sé que ni soy ni seré el nuevo Stephen King, Joe Abercrombie o Cormac McCarthy: yo tengo mi estilo propio. No busco fama ni que mi foto aparezca en todas las revistas de literatura, todo lo contrario.
Esto que voy a contar es algo que hasta ahora nunca he hecho público —solo lo sabe mi círculo íntimo—, pero creo que es oportuno hacerlo, sobre todo para cicatrizar heridas. Estudié informática porque se me daba bien entender a los ordenadores, incluso más que a las personas en determinados momentos, más bien en la mayoría. Monté una pequeña tienda de reparación y a los pocos años me diagnosticaron trastorno bipolar. Siempre he sido una persona tímida, con una fuerte personalidad, pero no sabía a qué se debía: pues con 27 años lo supe. En el momento y en las circunstancias que se dio, fue un shock. Tuve que cerrar la tienda y desde entonces, hace 7 años, que estoy en paro. Cuando me recuperé y me replanteé mi vida, me pregunté de qué forma podía hacer algo útil, algo que quizás se me diera bien y pudiera compaginarlo con la bipolaridad. Llegué a la conclusión de que en mi vida de lo que más había bebido eran historias, de formas distintas, pero tramas al final y al cabo. Por eso llevo estos últimos casi 5 años volcándome con todas mis fuerzas en la literatura. Ojalá de sus frutos.
El mundo está viviendo una segunda revolución industrial, más o menos desde hace un lustro. Ahora, es el turno para la revolución del contenido. Los jóvenes talentos tenemos mucho que aportar, pero también demasiado que aprender y valorar. Creo que, ya seas un escritor autopublicado o uno con editorial, hay calidades y géneros variados, sitio para todos. Hay oportunidades, por supuesto, lo difícil es saber cuándo pasará ese tren. Pero si no se está en la estación con regularidad y sacrificio, seguro que nunca lo podremos tomar.
Estamos llegando al final de la entrevista, Antonio. Si hay algo que se nos haya quedado en el tintero que quieras comentar con tus lectores, este es tu espacio.
Me gustaría comentar la iniciativa del sello al que pertenezco actualmente, Kmleon Books. No es una editorial como las tradicionales: es un movimiento de varios autores autopublicados cansados de que les digan que sus textos son inferiores porque no hay un logo de una editorial en la portada. Juntos crearon el sello para dar difusión a esas obras y sobre todo para que tengan un estándar de calidad, ya que unos correctores se preocupan de revisar el texto antes de permitir entrar a formar parte del sello y publicar las sucesivas obras. De esta forma, todos unidos somos más fuertes, somos una legión que nos ayudamos a visibilizar nuestras obras y a resolvernos nuestras dudas en los distintos campos de la literatura. Por supuesto, cada autor mantiene íntegramente los derechos de sus escritos. Esta navidad, una veintena de autores del sello sacamos nuestra primera antología de relatos llamada First Class, en la que colaboré como corrector y con el relato Sed. Todos los beneficios van destinados a ASEM, Asociación Sevillana de Esclerosis Múltiple.
Muchas gracias por compartir tu tiempo con nosotros, Antonio. Te deseamos mucho éxito con La foresta lunar, que sin duda recomendamos a los lectores.
Gracias a vosotros. Espero que volvamos a encontrarnos en mi siguiente libro. Hasta siempre.
Disponible en: Amazon
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