Como toda la buena literatura, existen novelas que guardan muchos libros, a la vez, en su interior. Varias historias con las que el lector puede regodearse y disfrutar, y que subyacen a la trama principal.
Aguja de calceta (Editorial Tregolam), de Vicente Martín Crespo, es un libro que realiza una aleación sorprendente entre la novela histórica, el drama y la novela de género negro.
Aunque pueda parecer babélico, cuando el lector se deje llevar por la historia de este admirable escritor, se dará cuenta de que esta novela que os presentamos es muy característica. Pues guarda diferentes lecturas igual de enriquecedoras que, además, siguen aportando sentido a la historia principal: la fatídica relación entre un padre y su hijo durante el siglo XIX entre Portugal y España.
Para hacer este ejercicio tan laborioso, Vicente Martín Crespo se ha dedicado por completo a la escritura, desarrollando una trama de lo más singular y cautivadora.
Basándose en una leyenda que había oído escuchar cuando era pequeño y que se seguía recordando a lo largo de las generaciones, el escritor decidió darle forma y consiguió escribir una historia que capta por entero la atención del lector.
En Aguja de calceta asistimos a la historia de dos familiar que convergen en un mismo punto y que no podemos desvelar.
Por un lado, Joao Silveira Ferreira es un orfebre portugués quien, gracias a un cliente, conoce a su mujer Renata —cuyo padre, dueño de varias haciendas, se dedicaba también a la esclavitud y al maltrato humano—.
«Las dos lucían llamativos trajes cariocas que realzaban su atractivo, sobre todo en la más pequeña, de grandes ojos negros, pelo oscuro y ondulado, caderas y busto proporcionado y una bonita sonrisa. Don Joao, quedó prendado de aquella joven desde aquel día; se trataba de Renata».
No pasará mucho tiempo hasta que tengan a su primera hija, llamada Tereyja. Un dulce bebé que se convertirá en un milagro materializado para sus progenitores. Más tarde, y cuando ya no lo esperaban, la pareja agranda la familia con el nacimiento de un varón al que llamarán Anselmo.
El niño crecerá siendo un delincuente, mentiroso y complicado de cara a su padre y un ser benévolo y travieso de cara a su madre.
De forma paralela, en el pueblo de Olavilla, el narrador nos presenta a dos hermanos: Leocadio y Crescencio, dos pastores quienes finalmente hacen fortuna y prosperan tras varios años de esfuerzo y trabajo en Cuba y cuya estirpe estará vinculada, a lo largo de la trama, a la familia de Joao.
«Mientras tanto, Leocadio daba vueltas en su cabeza a lo que un amigo le había dicho unos días antes: “De América toda la gente vuelve rica”. Había oído contar que a esa gente la llamaban indianos; cuando se habían ido eran pobres y allí consiguieron más dinero del que tenían juntas todas las familias adineradas de Olivilla. “América… América… América, ¿qué habría allí que hacía volver a la gente rica?”».
Dos familias que estarán señaladas finalmente por la misma tragedia y que marcarán un final inesperado e imprevisible para el lector.
Lo fascinante de Aguja de calceta es que el autor consigue mantener el interés durante toda la novela con una historia sobrecogedora y deslumbrante en donde se nos muestra la calamitosa relación entre Joao y Anselmo que se contraponen como personajes principales frente una sociedad que permanece impasible ante el sufrimiento del padre y las fechorías de su hijo.
«Cuando su padre le preguntó, Anselmo comenzó negando que debiera aquel dinero, pero al decirle que el matón no se había marchado de Algarrobares y que volvería al día siguiente, cambio de actitud. Conocía los métodos que aquel individuo usaba. Le había visto cortar la oreja a uno porque no quería pagarle su deuda. Anselmo admitió la deuda y tuvo que contar a su padre el origen de la misma y cuáles fueron las actividades que compartió con aquel sinvergüenza».
Contada entre Portugal y los ficticios pueblos de Algarrobares y Olavilla, Aguja de calceta es un libro que no os podéis perder, pues la creatividad, el cuidado narrativo y la imaginación del escritor se desprenden a lo largo de cada frase.
Dividida en capítulos que nos muestran los acontecimientos históricos más importantes que se sucedieron en aquellos siglos y con un lenguaje rico y acorde a la época en la que Vicente Martín Crespo sitúa la historia, esta nos muestra a un autor que no hay que perder de vista y cuyas novelas —el escritor ya había publicado Casa Trona hace dos años— nos agarran con fuerza y nos trasladan a parajes intrigantes e imperecederos en la memoria.
De esta trama cuya estructura hace que la narración sea un tobogán de emociones, el lector puede extraer diferentes temas antagónicos que se personifican en los protagonistas: la maldad y la benevolencia, la prudencia y la temeridad, la familia y el desarraigo, la justicia y la ilegalidad o el amor y el odio.
Cada uno de ellos son una muestra de todo lo que tiene que contarnos Vicente Martín Crespo y desde aquí os invitamos a que no esperéis más para adquirir esta inolvidable historia cuyo desenlace, tan sorpresivo, conforma el epílogo idóneo para cerrar esta historia tan bien erigida narrativamente.
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