El número de novelas que han sido trasladadas a la pantalla –televisión o cine– es incalculable. Buena parte de las películas galardonadas en premios de referencia como los Oscar o los Goya parten de libros. Ya sea mediante una milimetrada representación o una interpretación particular con elementos comunes a la historia original, la literatura y el cine se retroalimentan constantemente.
Sin embargo, esta relación se antoja tormentosa algunas veces y el público queda decepcionado con la adaptación de la obra. Pero ¿cuándo podemos decir que se ha producido una mala adaptación de libros a películas? Es más, ¿tiene sentido comparar un libro y un film?
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Una buena adaptación requiere de un minucioso trabajo de análisis de guion. Los libros y las películas cuentan con un lenguaje, un tiempo y un espacio propios. Para pasar de un medio a otro, el texto debe transformarse en dos sentidos:
El mayor error en las adaptaciones es que algunos realizadores intentan encajar esto en unos convencionalismos pensados para un texto escrito, un libro, dejando mal la película. No se puede pedir lo mismo a una película que a un libro, por tanto.
El cine cuenta la historia mediante los avatares de los individuos, de lo que les pasa a los individuos. Esto implica que interesen más los conflictos personales e influye en el número de personajes. En un libro, puede aparecer una inmensidad de personajes porque la capacidad de enumerar es infinita. Esto permite, además, poder describirlos con mayor profundidad. En el cine, por el contrario, ese número de actores está limitado por el tiempo y la capacidad de atención del espectador. Los personajes aparecen por su peso dramático en la película, así que hay que elegir cuánto tiempo aparece cada uno.
Como ejemplo, encontramos la serie de televisión La cúpula, adaptación del libro de Stephen King. Algunos personajes que mueren en las primeras páginas llegan a convertirse en protagonistas en la serie. Ante la tremenda diversidad de personajes que existe en el libro, se decide qué personajes van a ser más relevantes para el desarrollo de los acontecimientos, cuáles van a contribuir en la trama y cuáles no.
La cantidad de información bruta que se puede encontrar en una película es mucho menor que los datos que pueden aparecer escritos en un libro sobre el mismo tema. En el formato cinematográfico, se encuentra otro tipo de información. Esta tiene que ver con la creación de ambientes y momentos a través de dos factores: visual y emocional. Ambos tienen más capacidad persuasiva, es decir, lo importante es el sentido y no tanto los datos.
Ejemplos
Los juegos del hambre. En llamas. Gracias a las visitas clandestinas de otros distritos que recibe Katniss en el bosque (descritas en el libro), podemos apreciar cómo se va creando la revolución. Sin embargo, en la película, este tipo de información es prescindible. Se omite lo que ocurre en otros distritos para trabajar a favor del suspense, del drama. De igual forma, los encuentros íntimos de Katniss y Gale que se producen en la película son escasos comparados con la novela. Pero un film es imagen, fotografías que nos cuentan los sentimientos de los protagonistas. Entendemos la relación entre los dos sin necesidad de más detalles.
En la trilogía El señor de los anillos, se cambian algunas cosas. No obstante, sí se mantiene la naturaleza de la historia original. Las modificaciones y supresiones resultan indispensables para la adaptación. De hecho, no molestan ni a los fans del universo Tolkien ni a aquellos que se asoman por primera vez a él. Las películas están tan bien construidas que cualquier espectador, seguidor o no, puede entender la historia y la complejidad de su cosmos sin que nadie se lo explique.
Las cosas ocurren de una manera más fugaz en las películas. Se denota así la diferencia entre estas y los libros –dos maneras de comunicar totalmente distintas–. El tiempo de exposición narrativa que tiene una obra cinematográfica es menor al de un libro, lo que obliga, a veces, a eliminar muchos componentes. Para evitar esto, se condensan varios elementos en una sola acción.
En los libros de Harry Potter, la batalla de Fred Weasly contra Bellatrix Lestrange ocupa un espacio considerable, mientras que en la película Las reliquias de la muerte. Parte 2 apenas se hace alusión a lo sucedido. Directamente, nos encontramos con el resultado de la batalla (no muestran quién muere ni cómo, lo dicen en otra escena). Asimismo, se omite la muerte del maestro Lupin y su mujer Nymphadora.
Una película es un relato cerrado y simple, no caben muchas interpretaciones. En un libro, se pueden meter citas, anexos, pies de página, anotaciones, contradicciones, lecturas paralelas, etcétera.
Se produce, además, un desajuste entre el ambiente distendido donde el lector tiene que crear el mundo con su imaginación y el ambiente fugaz donde lo dan todo hecho y hay un límite de tiempo. Esto provoca, a su vez, que los espectadores fieles a la obra literaria tiendan a ser fácilmente decepcionados, pues la idea que habían generado en su mente puede discernir mucho de lo que se encuentre en la sala de cine.
Un director asume o se adapta a las expectativas del público, y hace reflexiones sobre cómo construir esa película en base a los gustos de los espectadores. Por ejemplo, puede que exista la intención de rodar una segunda parte.
Un ejemplo sería El resplandor, una película indispensable en la historia del cine. Eso sí, no como una adaptación pura y dura de la novela de Stephen King. El director omitió temas como el alcoholismo y la desintegración familiar –ejes centrales para el escritor– a cambio de generar una obra profundamente visual, un compendio de imágenes inolvidables de la marca Kubrick. Por el contrario, Cuenta conmigo y Cadena perpetua se ajustan al trabajo de Stephen King con gran resolución. La fidelidad a sus respectivas novelas, el trabajo de dirección y las memorables interpretaciones les han valido un hueco en la filmoteca particular de los espectadores.
Vamos a hablar de dos casos recientes de adaptación de libros a películas que han sido objeto de polémica: Crepúsculo, de Stephenie Meyer, y 50 sombras, de E. L. James. Ambas pueden considerarse buenas adaptaciones, pero son malas películas.
La adaptación cinematográfica de la saga de Stephenie Meyer se recuerda más cerca de la comedia que del romance en términos generales debido a lo ridículo de las interpretaciones y la insustancial confección de unos diálogos que resultan adictivos en los libros. No obstante, Amanecer. Parte II merece una mención especial. En esta película, gran parte de la acción se sustenta en la lucha final. Esta fue una creación propia del director que no aparece en el libro. Si bien toda la saga no es más que un producto comercial que va a generar dinero por sus fans, no tanto por la calidad de las películas, Amanecer. Parte II es un buen ejemplo de adaptación que funciona en pro del drama y no de lo que el público espera.
En la película 50 sombras de Grey, no hace falta el factor explícito que poseen los libros. Se mantiene la esencia de la historia y algunas escenas claves del libro, pero los personajes no tienen profundidad y el guion es pésimo. Se ha construido sobre una elipsis permanente mediante la cual el espectador va saltando por los capítulos al azar, sin ningún sentido, cohesión o más orden que el cronológico. Así, al igual que Crepúsculo, se obtiene un producto pensado para la taquilla, lejos de conseguir una obra de calidad.
Tras explicar las particularidades que existen entre la literatura y el cine, se concluye que no pueden compararse productos con naturaleza diferente. Podemos hablar de una buena o mala adaptación atendiendo a la esencia de la historia, es decir, a que elementos tales como personajes, tema y mensaje hayan sido trasladados correctamente del papel a la película. En cambio, hay que aprender a dejar a un lado frases como “me ha gustado más el libro”.
De hecho, de una mala novela puede salir una gran película y viceversa. Un libro debe analizarse como tal, como medio escrito, y lo mismo debería hacerse con una película, pues esta es una obra completamente independiente. Una buena adaptación no es un calco, sino una obra que tiene vida y sentido por sí misma.
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Hola, me gustó mucho tu explicación. La verdad es que a la hora de ver una pelicula y luego leer el libro me complico bastante, porque me gustaría imaginar a los personajes lejos de lo que muestra una película y según tu explicación creo entender que los actores son elegidos para que muestren la esencia del personaje de libro, independiente si el actor es parecido a la descripción física de un libro. Me gustaría poner el ejemplo del libro orgullo y prejuicio de Jane Austen y la adaptación del 2005 protagonizada por keira knightley y matthew macfadyen. En lo personal, creo que el protagonista hace un muy buen trabajo representando a Mr. Darcy, en mi opinión es el que logra representar en su totalidad al personaje ficticio…más allá de lo físico. Me gustaría tu opinión. Saludos
Gracias por la oportunidad de consignar mis inquietudes . Soy entre tantos un escritor autor de varias obras literarias amante de escribir cosas reales entre ellas tengo una obra registrada con el nombre el «HOMBRE QUE CURÓ EL SIDA» Escrito en hechos reales dentro de mi profesionalidad de Mèdico genérico y Homeópata de las seccion cientifica de infectología . A su vez la cura real del covid 19 certificado por EPS de Colombia , mi inquietud va centrada en el encuentro con oportunidades y el encuentro con apoyo para que mis obras sean del conocimiento social .
Cordial. Estoy en Armenia Quindio.
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