No es “el camino”, sino “los caminos”, que a su vez podrían clasificarse, según su índole, de muy diferentes formas. Pero en esta ocasión nos referimos al camino que el escritor podría recorrer añadiendo a su talento, a su sentimiento, a su capacidad, a su sensibilidad, a su verdad y a su pasión, unos recursos que pueden ayudarle a que su obra sea leída.
En definitiva, el escritor es como un gladiador que se encuentra en la arena del circo frente a una temible fiera, un león hambriento que ruge enfurecido. Un gladiador que posee arrojo y una enorme determinación para la victoria… pero que está desnudo. Solo cuenta con sí mismo. Y de pronto, desde las gradas, alguien le lanza un yelmo; desde la tribuna, una mujer le arroja unas sandalias y unos protectores para hombros y piernas; un senador le tira, con gran sorpresa de todos, un escudo.
Y cuando el león corre ya hacia él, un pretoriano le arroja una espada, que el gladiador empuña con presteza. Hacía unos momentos, su papel era el de víctima.
Pero ahora tiene posibilidades de salir victorioso. Sigue siendo el mismo hombre. Pero la diferencia es que ahora está armado.
En el plano creativo, en la redacción de su obra, un escritor puede hacerlo solo, de acuerdo, parece lo obvio. Pero también, por muchas y variadas razones, puede necesitar ayuda. Pues resulta que, en tal caso, dispone de dos recursos para salir del atolladero: un coach literario y/o un coescritor. El coach le va a guiar en el proceso creativo; el coescritor le va a acompañar en el proceso mismo de la escritura.
Escrita ya, el autor necesita pulir su obra, ponerla a punto, sacarle el máximo partido. Y para eso tiene dos armas: el informe literario y la corrección. El informe, para que un experto le señale los puntos negativos y positivos de su obra; así, él podrá enmendar unos y potenciar otros. La corrección, para que su manuscrito quede impecable, tanto desde el punto de vista formal, como gramatical como de estilo.
Escrita y pulida la obra, el autor solo tiene cinco alternativas: buscar un agente literario, enviar su manuscrito a una editorial, presentarla a un concursos literario, autoeditarla… o guardarla en un cajón.
Si logra editar con una editorial convencional, el autor necesita que alguien le ayude a defender sus derechos en el contrato que ha de firmar. Necesita de una eficaz asesoría jurídica.
Si la autoedita, el autor necesita una cubierta que capte la atención del lector, y necesita un maquetador que pueda, además, transformar su libro en un ebook.
Y una vez autoeditada y colgada como ebook en los diferentes portales de distribución, para poder venderla y lograr que destaque de entre los miles de libros que se autoeditan necesita de una adecuada y efectiva promoción.
Escritor, gladiador: ¿crees que desnudo podrás vencer a la fiera?
Tregolam
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